En segunda fila

Publicado el Juan José Ferro Hoyos

Tatuaje

La historia que cuenta Los nadie no es la de un viaje. Es la de los motivos que tienen un grupo de jóvenes medellinenses para pensar que un viaje al sur del continente es su única alternativa. La película nos lleva de la mano en la preparación, en la justificación, del viaje para este grupo de malabaristas y tatuadores, todos jóvenes sin confianza en el futuro. Los nadie es un evidente hijo del cine de Víctor Gaviria. Es imposible no pensar en Rodrigo d No futuro como el modelo para contar vidas que parecen no ir a ninguna parte. En todo caso Los nadie no es un plagio ni una “actualización” de la historia de Rodrigo. El mérito de la película está en aportar elementos nuevos a la estética, y sobre todo la ética, que ha desarrollado Gaviria en su cine.

 

El primero de esos elementos es un manejo de la cámara mucho más consciente. Parte de eso es la decisión, acertadísima, de filmar la película en blanco y negro y darle así a la historia un carácter casi atemporal. Pero es, sobre todo, el cuidado en cada plano de quien no le teme al virtuosismo. Algunas escenas (el malabarista atravesando un puente en monociclo, el “pogo” en el concierto) salen muy bien. Otras no tanto. Pero eso es apenas natural en quien tiene talento y usa la cámara para mucho más que filmar a personas hablando.

Los nadie 1

El segundo acierto es temático. Si bien existe acá la angustia y la falta de esperanza de Rodrigo, los personajes de Los nadie tienen otros matices. De alguna manera también hay algo de alegría y libertad en la condición de nadie que estos personajes asumen. El riesgo de caer en la caricatura era muy grande. En general la película tiene la inteligencia de no optar por la denuncia fácil de la opresión ni en la tentación, quizá mayor, de mitificar a sus protagonistas. Lo que necesitan Los nadie es lo que hace la película: que alguien los mire a la altura de los ojos, ni hacia arriba ni hacia abajo. Hay algo muy genuino en esta película, algo que hemos visto mucho en nuestro país pero nunca nos lo habían puesto en frente en la pantalla.

 

Juan Pablo Mesa, su director, todavía tiene camino por aprender. Es claro que más o menos en la mitad de su metraje la película cae en un bache. La trama no parece tener hacia donde avanzar y los gestos que al principio servían para perfilar a sus personajes, empiezan a ser reiterativos. También peca de cursilería con un uso demasiado enfático de otros textos (la música, el poema que lee uno de los personajes a su madre) para dar golpes bajos en la platea.

Los nadie 2

Pero son detalles menores en una película que no aspira a la perfección sino a la vitalidad. Y esa apuesta la logra con creces. A mí lo que más me gustó fueron las escenas finales. En estas se muestra que la pregunta no es cómo se carga con la adolescencia sino cómo se vive en una ciudad donde la violencia quizá ya no está tan evidente (como en el cine de Gaviria) pero sigue haciendo el mismo daño. Para los personajes de Los nadie Medellín se carga como un tatuaje.

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