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Venezuela: 16 anfibios en centro de conservación murieron durante apagón general

  • Los especímenes de ranas muertos durante apagón general en Venezuela corresponden a cuatro especies de ranas, tres de ellas incluidas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli)

Seis días estuvo sin luz Venezuela. El apagón que se inició el 7 de marzo y se extendió hasta el día 12 paralizó a casi todo el país. No hubo actividades laborales ni educativas, el servicio de agua quedó suspendido y los comercios permanecieron cerrados. La situación fue crítica.

La ranita de Mucuchíes (Aromobates zippeli) fue la especie más afectada durante el apagón. Foto: Enrique La Marca.
La ranita de Mucuchíes (Aromobates zippeli) fue la especie más afectada durante el apagón. Foto: Enrique La Marca.

Pero no solo las personas padecieron por la falta de electricidad. Un total de 16 ejemplares de cuatro especies de anfibios murieron en el Centro de Conservación REVA (Rescate de Especies Venezolanas de Anfibios amenazados), debido a que las condiciones de temperatura se vieron alteradas por la falta de energía eléctrica.

Enrique La Marca, director del Centro de Conservación REVA —ubicado en el estado de Mérida— explicó a Mongabay Latam que el lugar de protección para anfibios permaneció sin electricidad durante 111 horas ininterrumpidas. “No se pudieron mantener las condiciones micro ambientales artificiales necesarias para los anfibios provenientes de tierras frías”.

Las especies de clima frío no resistieron el aumento de temperatura en sus terrarios durante el apagón. Foto: Enrique La Marca.
Las especies de clima frío no resistieron el aumento de temperatura en sus terrarios durante el apagón. Foto: Enrique La Marca.

El biólogo comentó que durante esos días la temperatura en Mérida no fue muy elevada debido a la presencia de lluvias y nubes. Estos 16 individuos, que en REVA se mantienen en un ambiente especial con temperaturas entre 12 a 15 grados Celsius, no lograron resistir las condiciones climáticas de una ciudad que bordea los 30 grados Celsius.

“Abrimos la puerta del cuarto frío y rociamos agua dentro y sobre los terrarios —espacio cerrado que reproduce características del ambiente—, así como en paredes y techos. Esto ayudó a bajar la temperatura en dos o tres grados adicionales”, cuenta La Marca. Pero pese a los esfuerzos que se hicieron para mantener a los animales con vida, estos no sobrevivieron.

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Las especies que se perdieron

“Los primeros afectados fueron los renacuajos y los más jóvenes. Ningún adulto murió”, dice La Marca. Fueron siete los primeros en morir. Luego, cuando se restableció la energía eléctrica, confirmaron que algunos ejemplares jóvenes habían quedado seriamente afectados, los mismos que fallecieron poco después. El último martes 19, cuando ocurrió un nuevo apagón, otro anfibio se sumó a la lista de víctimas.

La ranita de Mucuchíes (Aromobates zippelli), la ranita de la culata (Aromobates duranti), la ranita del teleférico (Pristimantis telefericus) y la rana verde de bosque nublado (Hyloscirtus platydactylus) fueron las cuatro especies que se perdieron por la falta de energía.

Tres de ellas figuran en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La ranita de La Culata aparece bajo la clasificación de En Peligro (EN); la rana verde de bosque nublado está categorizada como Vulnerable (VU); mientras que la ranita del teleférico figura con Data Insuficiente (DD). “La muerte de ejemplares de estas especies constituye una pérdida irreparable para el centro de conservación y un duro golpe a nuestros esfuerzos por recuperar las poblaciones en peligro de extinción”, lamenta La Marca.

La rana verde de bosque nublado (Hyloscirtus platydactylus) está categorizada como Vulnerable por la UICN. Foto: Enrique La Marca.
La rana verde de bosque nublado (Hyloscirtus platydactylus) está categorizada como Vulnerable por la UICN. Foto: Enrique La Marca.

El investigador señala que la especie más afectada por el apagón fue la ranita de Mucuchíes, que sobrevive en los últimos relictos de bosque seco montano en los Andes centrales de Venezuela. Su mayor amenaza —explica— es la pérdida de hábitat por deforestación, pero también puede haber sido afectada por un hongo patógeno denominado Batrachochytrium dendrobatidis. “Los ejemplares fallecidos nacieron de huevos depositados por parejas reproductoras en el centro de cría, un logro único para la especie y para este género de ranas”, comenta.

La pérdida de la ranita de La Culata ha sido más significativa porque se trataba del único ejemplar juvenil del REVA que se desarrolló a partir de un único renacuajo. “No tenemos más ejemplares juveniles ni renacuajos. Unos pocos adultos sobreviven, pero no se han reproducido en cautiverio. Esta es una especie endémica que está amenazada de extinción”, precisa.

Todos los decesos ocurrieron en el denominado cuarto frío cuya temperatura cambió a condiciones similares a las de un cuarto templado, es decir, con temperaturas promedio de 19 a 20 grados Celsius.

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Un esfuerzo de conservación

REVA mantiene en total siete especies de anfibios. A las ya mencionadas se suman la ranita de niebla de Mérida (Aromobates meridensis), también de clima frío. Las otras dos provienen de lugares templados: la ranita con collar de Mérida (Mannophryne collaris) y el sapito silbador de Mérida (Leptodactylus sp), una especie nueva que aún está en proceso de descripción por los investigadores de este centro de conservación.

El científico alemán Edgar Lehr, investigador del Departamento de Biología de la Universidad Wesleyan Illinois, comenta que los anfibios son especies muy sensibles y que la falta de electricidad puede haber variado demasiado la temperatura. “Lamento que el corte de energía en Venezuela haya impactado en este centro de conservación y reproducción de anfibios en peligro de extinción. Es triste escuchar que se han perdido varias especies”.

Lehr, quien a lo largo de su carrera ha descrito casi cien especies de anfibios, considera que no es conveniente mantener especies únicas de anfibios en un solo lugar, ya que los riesgos son demasiado altos y los accidentes o enfermedades pueden causar la extinción de toda una especie cuando ya no se encuentra en la naturaleza y solo sobrevive en cautiverio. “Las especies únicas se deben distribuir en diferentes instalaciones de reproducción y, de ser posible, en diferentes países”.

La ranita del teleférico (Pristimantis telefericus) es otra de las especies que se perdieron en el Centro de Conservación REVA. Foto: Enrique La Marca.
La ranita del teleférico (Pristimantis telefericus) es otra de las especies que se perdieron en el Centro de Conservación REVA. Foto: Enrique La Marca.

El biólogo Reiner Schulte, especialista en manejo de herpetofauna neotropical de la ONG URKU Estudios Amazónicos, considera que los centros de rescate y conservación de anfibios deben instalarse, de preferencia, cerca de sus hábitats y a la misma altura, sobre todo con especies muy delicadas como las Atelopus. “Es posible que en Venezuela ocurran más cortes de energía. Para estos casos de emergencia se requiere un grupo electrógeno grande, así como suficiente cantidad de combustible”.

La Marca está de acuerdo con que esa sería la mejor alternativa puesto que los cortes de energía “ocurren de tres a cuatro veces diarias, por intervalos que van desde minutos a unas pocas horas”, señala. Sin embargo, “Por ahora, eso no es posible”, dice.

Como alternativa, el experto piensa en otras maneras para ayudar a mantener las condiciones de temperatura como las mallas de sombra con dispersión de agua, un sistema de enfriamiento por evaporación de agua o colocar el laboratorio en una zona subterránea. Por ahora, la amenaza de suspensión del servicio por tiempos más prolongados está siempre presente y el peligro para los habitantes de REVA continúa.

El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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