En contra

Publicado el Daniel Ferreira

Un lugar para que rece Adela, de Andrés Mauricio Muñoz

Libro.

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Un lugar para que rece Adela de Andrés Mauricio Muñoz contiene historias de familias desdichadas y hombres sin amor obsesionados siempre con una mujer que los desprecia. El autor no presenta el conflicto ni el tema de forma directa, aunque todos parecen haber bebido de una lectura atenta de Cortázar. Es la dilatación del asunto, un asunto sencillo, lo que prolonga los tres cuentos más extensos de la colección: Un lugar*, Adriana en el andén, Una tumba en el parque. Todos empiezan por una acción que se interrumpe, a continuación se atraviesa una digresión al pasado subjetivo (del personaje principal), y el remate vuelve a conectar con la primera parte: el tiempo regresa a la acción inicial. En el fin está el principio, y así concluyen los tres. Es un truco literario de novelistas narrar rememorando, pero el cuento está en la acción presente, la que convoca la historia y el cierre. Por eso estos cuentos suscitan la impresión de ser novelas cortadas, interrumpidas, truncas. Eudora Welty propone solucionar esos rigores en sus cuentos con la acción directa que lo contiene todo, porque el pasado no importa o se vuelve elíptico para el lector. Pero hay caminos ilimitados para resolver historias cortas. El mejor cuento, a mi juicio, es Cuestión de registro. Aquí usa un arquetipo muy literario, el intruso, que es un modelo que ha dado frutos en varios clásicos del relato (Bartleby, Casa tomada, Ruinas circulares), pero con un variación notable: el intruso se trasforma en el sucesor. Hay tres acciones dramáticas encadenadas: el deseo de la casa para tener hijos, la casa como trampa y descomposición del deseo, la pérdida material del lugar y de la identidad del narrador. La regla de tres se rompe aquí: es bello porque es inesperado, porque sus partes se complementan sin ser predecibles. Los cuentos cortos rompen la armonía de la colección. El último, es una variación sobre otro arquetipo: el eunuco y la doncella. Tal vez la sensación de tema repetido estribe menos en la técnica de regreso al pasado que en los conflictos de los personajes: la mayoría de personajes masculinos sufren el mismo complejo de inferioridad, el del hombre joven ante la mujer que triunfa, o el del feo ante la belleza indiferente. El tratamiento sicológico de los personajes masculinos es inmisericorde por parte del narrador, porque las descripciones son insistentes en destacar las taras machistas y las pre-suposiciones de la neurosis: no le gusto porque soy feo o porque soy bruto o porque huelo mal o porque soy pobre o porque no tengo plata ni empleo. Siempre señala limitaciones físicas como si fueran limitaciones mentales, lo que no da escapatoria a los personajes: van a la neurosis obsesiva. Un característica del estilo de estos cuentos es el intento de transmitir obsesiones con leitmotiv: imágenes que retornan una y otra vez a la mente del protagonista y abigarramiento en las descripciones de acciones físicas como las dos páginas de instalación de una persiana o la minucia hipocondriaca de un hombre que no puede dormir. La colección fue editada por la Universidad de Antioquia y solo encontré una errata. Andrés Mauricio Muñoz es un escritor joven con un gran talento para la percepción de amenazas en un entorno protegido, para la  yuxtaposición de eventos distantes en el tiempo y para la cadencia de la tercera persona del singular. Talentos de novelista.

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