El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

A QUÉ VINIERON A CIBCHOMBIA EL PRINCIPITO DE GALES Y SU DUQUESA CONSORTE…

Tía, yo también tengo derecho de perder el tiempo hablando de estos temitas tontainas e intrascendentes de farándula internacional.

¿A qué vinieron? Seguro decidieron que no podían morir sin antes comer chontaduro y tomar guarapo; que no podían morir sin saber lo que era montar en TRANSANIMALENIO, y pensaron aprovechar la visita para conocer de primera mano el trabajo de nuestras grandes figuras como Armandito Benedetti, Roycito Barreras, Noel Petro, Juampa y el largo etcétera de eminencias que con mucho orgullo patrio van a contribuir al mejor desempeño de los encopetados miembros de la realeza británica.

Pero, hablando en serio, ¿a qué vienen personajes de estos a Colombia?, ¿cuál es la utilidad para Colombia de tenderles alfombra roja a unos piscos representantes de monarquías medievales, que ni trabajan, ni estudian, ni investigan nada?, ¿cuál es su obra de arte, dónde están sus cuadros, dónde sus enseñanzas, dónde sus ideas, dónde sus libros?

Visitas bobaliconas. He oído a personas muy inteligentes que se preguntan (conmigo) cómo es posible que en pleno siglo de las comunicaciones, de la informática, de la inteligencia, haya aún en el mundo monarquías entelarañadas y mohosas.

Que alguien tenga la bondad de explicarme por qué hay todavía seres humanos que idolatran a una reina o a un rey o a un príncipe o a una duquesa de sangre roja. ¿Tradición o ignorancia? Mejor dicho, que nos expliquen pa´ qué sirve esa vaina.

Causa verdadero asombro que, por ejemplo, hace unos meses cuando nació el hijo del príncipe, un tal niño Jorge si no recuerdo mal, en las redes sociales no se hablaba de otra cosa como no fuera del glorioso infante. Y hubo campañas mundiales para buscarle un nombre, y la gente en Inglaterra se arremolinaba en los alrededores del nosocomio donde había nacido el peladito de marras pera lograr ver, aunque fuera de lejos, el memorable cobertor y la sonrisa real (de realeza) de los cien veces ilustres nuevos padres.

Hace unos años, cuando el principito feo se casó con la bella Diana Spencer, el hecho fue conocido como “la boda del siglo”. Desde entonces, hay mucha gente bobalicona que deja de dormir para ver por televisión a sus ídolos de cartón. Y se emocionan los pazguatos preguntando: ¿viste la boda?, ¿cómo te pareció el vestido de la novia? No no no mija, casi me muero de la emoción. Qué fasto, qué pompa, qué lujo… y una serie de majaderías propias de, mejor no digo porque arriesgo mi integridad física.

Pero esas vainas siempre pasarán. Porque la gente ve reflejadas sus frustraciones en el brillo de los demás. Yo veo vecinos (y familiares, qué dolor) pegados al televisor y con la j… abierta mirando a esos personajes como si fueran estrellas de otra galaxia, como si fueran princesas encantadas en espera de su sapo salvador. Por eso estamos como estamos, dice la tía de marras.

Los principales medios registran que el príncipe y la duquesa compraron artesanías, que llevaron ruanas, sombreros vueltiaos, carrieles, y un sinnúmero de cachivaches que van a botar en la caneca de basura tan pronto como lleguen al encantado Palacio de Buckingham. Y Juampa, dichoso y sonriente como si ya le hubieran firmado en la Habana, piensa que la sacó del estadio por la generosidad de los personajes al querer llevar tanto chirimbolo en su equipaje y porque semejantes figuras se dignaron venir a este paisito tercermundista a ver en vivo y en directo nuestras desgracias.

Pero en esta “ilustre” visita el que hizo el oso mayor, colosal, fue el alcaldito de Cartagena de Indias, Dionisio Vélez, que se inventó un monumento en honor a unos ingleses supuestamente sanguinarios que dizque querían tomarse Cartagena a sangre y fuego. Tres días después de una polémica tan fiera como estéril, tuvo que dar la orden de retirar el costoso adefesio. A propósito, ¿quién pagara los millones que costó el lambetazo frustrado?

Tienen razón quienes están en desacuerdo con la ignorancia boba del burgomaestre. Pero lo cierto es que si se les niega un homenaje a los ingleses también debe negárseles a los españoletes. Porque si se trata de defender a unos o a otros creo que hay muchos colombianos que estarían de acuerdo en que si nos hubieran conquistado los ingleses habríamos quedado “mejor conquistados” que con los españoles.

¿Por qué? Lo mejor, desde luego, habría sido que no nos “conquistara” nadie y que nuestra vida aborigen hubiera seguido su curso normal, es decir, sin intromisiones, sin dioses ajenos, sin robos a nuestros tesoros, sin muerte ni violaciones a nuestros indígenas, sin enfermedades europeas. Al menos, digo yo, que soy un poquito más ignorante que Dionisio, con los ingleses nos habría llegado una civilización diferente, esto es, más avanzada que la de los españoletes que eran unos rufianes de raca mandraca y que en su momento eran repudiados por sus vecinos europeos.

Para rematar la semana pasada, plena de noticias farandulescas, confieso que me dio mucha rabia ver por televisión la manera tan burda como se burlaron de nuestro presidente Juampa en España, concretamente en una universidad que por estos lados nadie había oído mencionar. Y él, tan cándido, pensaba que de verdad era un homenaje. Bueno, rescato la actitud del presidente porque se necesita verdadero valor civil para enfundarse esas ridículas vestimentas, a sabiendas de que estaba siendo enfocado por cámaras de televisión del mundo entero.

Colofón: por lo menos estas noticias, que ni ponen ni quitan a nuestra dura realidad, nos brindaron la oportunidad de bajarle un poco el volumen a los inmarcesibles diálogos en la Habana y a las reyertas de Cepeda vs Uribe. ¡Ay, hombe, güepa je!

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