El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

Colombia masoquista, a ti te hablo…

Podrían llenarse páginas y páginas con titulares como los que se exponen a continuación. Noticias de este tenor es lo que hay, para desgracia de Colombia, todos los días. Usted, amable lector, decide si estas reflexiones son pesimistas o son, simplemente, la cruda realidad:

Santos por decreto les aumenta el sueldo en casi 8 millones mensuales a los 268 congresistas»; “Partidos avalan a 244 candidatos que le deben al Estado”; “el tal paro nacional, ¡no existe!”; “presidente de la Cámara de Representantes firma ley sin leerla”; “ministra de educación firma proyecto de reforma a la educación sin leerla”; “Cambio Radical, el partido político con el mayor número de congresistas condenados por parapolítica”; “ochenta herederos de la parapolítica son candidatos al congreso”; “ministro de defensa dice que ‘seguiremos trabajando por la paz de Colombia”; “nuevamente se aplaza audiencia de imputación de cargos a Samuel Moreno”; “once congresistas con récord de ausentismo quieren repetir curul”; “escándalo por apoyo a compra de votos en el Movimiento MIRA”; “Emilio Tapia, del carrusel de la contratación, habría escondido 4.000 millones de pesos”, etcétera.

Leídos los titulares del ejemplo, que sirven para dar una pálida imagen de la realidad política colombiana, cabe la pregunta: ¿es decente votar por los mismos de siempre?

Los colombianos se aprestan a cumplir una nueva cita con la “democracia”. El próximo 9 de marzo se elegirán 268 congresistas que estarán encargados de legislar para “una Colombia mejor”. Además se elegirán 5 representantes de Colombia en el Parlamento Andino, un organismo regional que tampoco sirve para un carajo.

Las esperanzas de los colombianos en una verdadera Colombia mejor, cada vez se ven más difusas. Una década atrás se pensaba que el Polo Democrático podría ser una alternativa de cambio, pero la realidad dice que los polistas en solo unos años aprendieron de sus hermanos mayores (partidos Liberal y Conservador) todos los tejemanejes de más de dos siglos de corrupción, desidia y desgreño administrativo. Por esa razón y por dos administraciones distritales funestas, las de Beodín Garzón y del nieto de “Gurropín”, Bogotá, la flamante capital de Colombia, está hecha una mierda en la que no cabe un problema más. O no, don Gustavo…

Otro análisis merece el MIRA. Un movimiento que sin tanto ruido estaba ganando un espacio en la política nacional; todo parecía indicar que eran pequeños como organización pero con buenas ejecutorias en congreso y concejo. Sin embargo, a raíz del escándalo de la pastora de marras, la gente se encontró de manos a boca con un inusitado e inmenso poder económico tras bambalinas, de sus principales figuras encabezadas por la senadora Alexandra, el senador Baena, la furibunda Gloria Stella Díaz y, por supuesto, por la gurú de la religión moderna, doña María Luisa. Ellos, con toda y su falsa espiritualidad, (ahora se sabe) eran alternativa respetable para el voto popular. Pero ya Colombia les conoció el cobre. Que entre el diablo y escoja.

Otro punto: las campañas publicitarias dan tristeza. Por ningún lado se ven la imaginación ni mucho menos el talento de décadas atrás. Solo basta con ver algunos “lemas” y fotografías para concluir que los candidatos no son más que caricaturas de sí mismos. Como dice el tío Anselmo, viejo conocedor de las engañifas electorales, los mensajes son un monumento a la ordinariez y a la chabacanería. El viejo, antiguo militante del Partido Liberal desde los tiempos de Eduardo Santos (tío abuelo del actual mandatario pero ese sí brillante estadista) y de Gaitán, me cuenta que ha estado llorando a moco tendido desde que vio la propaganda del Partido en el que se ve a un decaído Horacio Serpa, con los últimos soplos de su vitalidad repitiendo su trillada palabra “mamoooola”, que hace unos 12 años le funcionó pero que hoy causa el efecto contrario. Pobre Serpa, pobre Partido Liberal, dirigido, además, por el hijo de César y Ana Milena, un pelao que no solo no sabe leer sino que no sabe dónde está parado.

Y qué decir de la chambona publicidad de don Roy Barreras, flamante expresidente del “honorable” Senado de la República: “Vote si le da la gana”. Y el tipo dizque es ¡médico, nada menos! Lo dicho: las cosas se parecen a su dueño.

En fin. No hay de dónde escoger. Del enorme montón de avivatos que aspiran a Senado y Cámara no se hace un caldo. Además porque cada uno va por lo suyo. Da tristeza decirlo pero nuestro congreso y en general las instituciones de su tipo como concejos, asambleas, son lo que llama la justicia “grupos delincuenciales” en “concierto para delinquir”. Lo pongo entre comillas porque ellos, como legisladores, gozan de inmunidad que consiste en que solo los puede juzgar la Corte Suprema de Justicia. Pero, para desgracia de los colombianos, el maridaje entre poderes, tal como se ventila en los medios, muy rara vez conduce a la condena de estos privilegiados.

Urge entonces una profunda reforma política que nunca, léase bien, NUNCA, va a salir de la clase política tradicional. Esa reforma tiene que ser de iniciativa popular pero no a la manera de la tal “democracia participativa”, que no es más que una paparrucha en la que ya no cree nadie. La solución es el voto en blanco para poner en la picota pública a tanto ladrón de cuello blanco y para impulsar desde abajo una reforma constitucional, como primer paso para una profunda reforma política que les ponga coto a los manilargos del tesoro público. Para decirle al mundo que los colombianos, con la caca al cuello, no queremos más delincuentes en los altos cargos. La oportunidad es ahora y está servida en bandeja de plata: Colombia masoquista, a ti te hablo…

Colofón: Nunca como ahora están dadas las condiciones para cambiar la historia de Colombia. La gente y en especial la juventud, está hastiada de tanta maldita corrupción y desgreño administrativo. Estamos mamaos de que Santos hable de país justo sin saber qué diablos significa justicia. ¿O es justo, señor Santos, que usted dilapide 25 mil millones de pesos anuales en un aumento de sueldo a los 268 congresistas y en cambio a la clase obrera se le aumenten miserables 20 mil pesos a ellos sí por trabajar? Oí a un extranjero de visita por Bogotá que decía que ese acto de gobierno era lo más execrable que había visto en toda su vida. Y, ojo, viene de un país más corrupto que el nuestro. Después les digo cuál…

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