El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

El honorable senador Merlano y el hundimiento de la ley antiborrachos al volante

Un monumento al cinismo y a la desvergüenza…

La vieja tía Empera no me había vuelto a molestar con jota porque se le había dañado su vetusto televisor. Pero, por desgracia, cuando se lo repararon y volvió a ver los noticieros me llamó y cuando vi su nombre en mi celu me pasó un frío por el estómago porque pensé que me iba a hablar de Sigifredo López. Santa Bárbara bendita, como decía KLIM. Pero no; estaba era indignadísima con un senador del cual no recordaba su nombre. ¿Saben lo que me dijo la vieja cuando vio el noticiero? “Mijo, si el senador ese no hubiera estado jincho de la perra no se habría negado a practicarse la prueba de jincheremia. ¿Sí o no? Sumercé que es periodista de profundidá, ¿qué opina?”. Creo que a la anciana le cabe toda la razón. En lo del senador, claro, no en lo de profundidad.

Al ciudadano común y corriente le causa estupor e indignación ver la grabación en la que aparece el honorable senador Merlano, juagado de la rasca, negándose a cumplir con la ley que supuestamente es el producto de su “trabajo”.

Pero lo más bochornoso, por decir lo menos, son las declaraciones del general Óscar Pérez, flamante Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla. Esas declaraciones dan asco. Pero permiten ver el miserable contubernio que existe entre las altas clases políticas y policiales en detrimento de los intereses de los ciudadanos honestos.

Por fortuna al mando superior no se le ocurrió rechazar la renuncia del general. Esa sí habría sido la tapa. Habrían aplastado a los pobres patrulleros que a altas horas de la noche cumplen con su deber mientras otros disfrutan las mieles del whisquito 18 años con nenas de ídem.

También es deplorable y condenable desde todo punto de vista la posición ridícula de los representantes Navas Talero del Polo “Democrático”  y de Jairo Ortega de la U.

Navas dice que “es más el escándalo que la realidad”; me pregunto si la realidad será menos escandalosa y la realidad menos cruel si un hijo o familiar suyo un día de estos cae víctima de los asesinos al volante, sean estos senadores, representantes o policías de alta graduación. En este caso, seguro, el honorable representante volará a su curul a proponer un endurecimiento de penas. Dios y la Virgen protejan al honorable representante y a su no menos honorable familia.

El representante Ortega, por su parte, tendría que estar en una rasca peor que la de su colega Merlano cuando soltó la siguiente perla: …en el país hay un problema de hacinamiento en los centros penitenciarios, por lo que afirmó que “no sé dónde van a meter a millones de colombianos en las cárceles, porque son millones los que se toman sus traguitos».

Sean millones o miles o decenas, honorable Representante a la Cámara Ortega, el Estado debe proveer centros de reclusión para todos los delincuentes. Sus declaraciones ridículas permiten inferir que si a una niña la violan pero no hay cupo en una cárcel para el violador este seguirá violando niñas hasta que “se acabe el hacinamiento en los centros penitenciarios”.

Les digo más, honorables representantes: ganaríamos más los colombianos si en vez de pagarles a ustedes tantos millones por no hacer nada como no sea soltar babosadas en los medios de información, esos copiosos millones se invirtieran en construir cárceles. Señor Ortega: una ley que endurezca las penas para los asesinos al volante sirve de ejemplo para que los ciudadanos que no son congresistas ni generales de policía EVITEN conducir ebrios, aunque fuera por el temor de que los tiemplen a la guandoca. Señores, eso es pedagogía ciudadana y coerción legal para regular el comportamiento de los ciudadanos.

Nunca como en este episodio de Merlano y de sus colegas encubridores quedó más claro el interés particular de nuestros legisladores: una sanción por conducir borrachos – estado natural de mucho alto funcionario – los puede inhabilitar para ejercer cargos públicos. Ahí está el meollo. Ponen sus propios y sucios intereses por encima del interés común.

Sueño con una campaña política de un grupo cívico que no se dedique a ganar adeptos y votos para su causa particular sino que vayan por el país mostrando fotografías y titulares de prensa que den cuenta de las actuaciones de sus altos funcionarios. Para refrescar la memoria de los electores y no elijan personajes de esta tremenda calidad humana. Material hay de sobra en los medios de información.

Colofón: En la próxima legislatura los congresistas deberían aprobar una ley de endurecimiento de penas para los conductores ebrios con un parágrafo que diga: «los únicos que pueden conducir en estado de ebriedad, lo mismo que matar gente con los carros oficiales, son los Honorables Congresistas y los generales de Policía». Y a estos personajes «respetables» no se les podrá exigir licencia de conducir ni pruebas de alcoholemia para no faltarles al respeto. Y a quienes más gente maten se les otorgará la Cruz de Boyacá por sus altos e incondicionales servicios a la patria.

Comentarios