El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

¿Por qué un exmagistrado?

La elección de Eduardo Montealegre como nuevo Fiscal General de la Nación en remplazo de la enamorada Viviane Morales genera varios interrogantes.

En primer lugar se pregunta uno por qué tenía que ser un exmagistrado, justo en momentos en que se investiga lo del carrusel de las pensiones de las altas cortes. Porque no son pensioncitas de medio pelo. Son, según se lee en la prensa, pensiones millonarias que se logran burlando a la justicia que ellos mismos administran. Los honorables togados se pensionan – o pretenden hacerlo – con mesadas de escándalo. Mientras tanto, millones de niños colombianos padecen y mueren por desnutrición, no tienen educación, ni salud digna, nada. ¿Habrá alguna diferencia entre quienes defraudan el erario de esta manera tan cruel, con los funcionarios que se roban la bienestarina de los niños pobres y la venden para alimentar cerdos? ¿Se preguntará un sujeto de esos cuál es el origen de la violencia en Colombia?

Hoy, más que nunca, crece la sensación de estar completamente inermes ante tanta iniquidad oficial. La gente ve con claridad meridiana que no hay garantías para los colombianos en el sentido de condenar penalmente a los altos funcionarios que delinquen a la vista de todo el mundo, pero que son intocables en virtud de sus elevadas investiduras políticas o judiciales. ¡Joderrrr!

Con razón la tía Empera está que se la lleva el p… Estaba muy interesada en el epílogo de la novela de amor de los anteriores fiscales, Viviane y Carlos Alonso. Traga maluca que a la postre le costó el cargo a la señora Moralitos. Sin embargo, la vieja tía pensaba que doña Viviane debía continuar en el cargo porque era una señora a quien lo único que le podían endilgar era eso: que siendo tan inteligente y bonita se fuera a enamorar de un crápula como Lucio.  Ello, dice la achacosa anciana, no es delito. Pero lo decía de una manera muy cruda: “…desde que no le haga daño a nadie, cada uno puede hacer con su culo un candelero”. Vieja grosera.

El caso es que cuando la tía Empera supo que a Viviane la remplazaron con un exmagistrado montó en cólera y está hecha un basilisco. No come ni bebe. Y se dedicó fue a jartar amarga en la tienda de la vereda y a despotricar del gobierno de Juanma porque, según dizque le dijo su marido, el primer mandatario “ternó” a Montealegre para dorarles la píldora a los altos magistrados de las altas cortes para calmarlos y que lo dejen gobernar en paz. Y que cuadren sus honorarios y sus pensiones como se les dé la gana. Al fin y al cabo ellos son los que mandan, y Juanma está es para satisfacer a todo el mundo menos a los uribistas…

Empera está brava. Ella detesta a los jueces, altos y bajitos, porque hace unos treinta años fue víctima de un juez municipal que la despojó de un lotecito que había recibido como herencia. Parece que fue un pleito que se resolvió a favor de su enemiga porque esta le dio al crematístico y concupiscente juez unos “centavitos” y dos gallinas ponedoras, todo esto en la puerta de su casa a elevadas horas de la noche. Parece que el juez despachaba fuera de horario de oficina y a domicilio, y no le importaba adelantar diligencias y ampliar indagatorias en la propia alcoba de las implicadas. Cuánta falta le hacen a Colombia funcionarios desinteresados y sacrificados como este.

Dicen que cuando la energúmena tía le cantó la tabla al juez delante de las demás autoridades municipales en un acto oficial en el colegio del pueblo, incluso lo instó a que la metiera a la guandoca, pero el administrador de “justicia” cuando la vio toda verraca se acobardó y le prometió revisar el expediente. Sin embargo, la revisión quedó en veremos porque al tipo lo trasladaron a iluminar con sus luces jurídicas a un oscuro pueblo, lejos del alcance de la temida vieja Empera. No sé por qué razón la anciana relaciona lo que le hizo el pueblerino juez con las actuaciones de los altos magistrados de la República. Vieja suspicaz…

Bueno, pero si se piensa bien, hasta razón tendrá la tía porque nunca como ahora está en entredicho la honradez y la moralidad de los jueces colombianos, sean, como ya se dijo, altos o bajitos. De un tiempo para acá a diversos sectores de la opinión pública les ha dado por metérseles a la cocina a los magistrados. Unos dicen que son socios de narcos y nombran como ejemplo a un tal señor Giorgio Sale; otros hablan de que algunos altos magistrados asistían a megacarnavales de música, comida, trago y mujeres por cuenta de unos señores señalados por la justicia colombiana como “altos” delincuentes; los menos ácidos hablan de innecesarios viajes al exterior con onerosos gastos pagados por el pueblo contribuyente; la contralora Sandra Morelli, vieja amargada, anda diciendo a quien la quiera oír que está investigando en serio lo del fraude en las altas pensiones; ojalá la metan al pote por habladora; y no faltan quienes sostienen que los fallos de estos magistrados son más políticos que judiciales por cuenta del odio incancelable que le profesan al expresidente Uribe y a todo lo que huela a Ubérrimo.

En fin. Muy sospechoso que haya sido elegido el “ternado” Montealegre. Pero, acaso cuando se conoció la terna, ¿algún colombiano dudaba de a quién iba a elegir la Corte de la justicia suprema? Pues no porque “luego de intensos debates”,  veinticinco, léase bien, veinticinco de los veintiséis magistrados le dieron su aval a don Eduardito que, a propósito, habla más que un secuestrado cuando lo liberan.

La última pregunta qué me formuló la vieja Empera: ¿por qué los honorables magistrados eligieron tan pronto al fiscal en contraste con lo que se demoraban en tiempos de Uribe?

Colofón: hoy nuestro colofón no tiene relación con el escrito. Hoy le dedicamos un modesto homenaje al periódico El Espectador por sus 125 años de vida. Siglo y cuarto dedicados a la hermosa tarea de informar y construir opinión pública. El Espectador es una casa editorial que por conservar su independencia de criterio le ha costado muertos, atentados, retiro de pauta publicitaria por revelar ciertas verdades, cierres y muchas otras afrentas. “El Espectador trabajará en bien de la patria con criterio liberal y en bien de los principios liberales con criterio patriótico”. Hurra, don Fidel. Es un pensamiento que cobra vigencia con el correr de los años. Felicitaciones a directivos, periodistas, administrativos y lectores que hacen grande este diario, indiscutible patrimonio moral de nuestra amada Colombia. Punto.

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