El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

Navidad con fibra óptica

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Esta expresión, que todos hemos oído infinidad de veces, obliga una sencilla reflexión porque si la pusiéramos en práctica con amor por nuestros semejantes y por la naturaleza, sencillamente este mundo sería infinitamente mejor.

Alabar la Gloria de Dios no significa rezar a toda hora ni meterse a las iglesias tres veces diarias. No; honrar la Gloria de Dios es obrar con honestidad, con solidaridad, con amor, con paz interior. Dios, más que oraciones preconcebidas, lo que quiere es acciones humanas carentes de toda intención maligna. Y la paz a los hombres de buena voluntad no depende de Barack Obama o de Juanma. Depende de nosotros mismos, si de veras queremos limpiar nuestra alma de toda impureza.

A propósito de las alabanzas a Dios y de las fiestas navideñas y de novena de aguinaldos, esta semana estuve atendiendo varias invitaciones. Y me llamó la atención la manera como se están decorando las casas. En una, la de mi prima Candelaria, todo era humildad; pesebre con ovejitas de pasta, casitas de cartón, espejitos que simulaban lagos para los patos que ni siquiera estuvieron presentes en el establo de Belén. Nos ofrecieron galleticas Caravana y vino espumoso de manzana. Pero, en contraste, en casa de mi hermana Maruja el pesebre era todo electrónico, con luces, sonido y movimiento. El árbol de Navidad de un tamaño descomunal, (todo parece indicar que cuanto más grande es el árbol, más grande es la devoción cristiana) con luces también electrónicas, con ramas de fibra óptica y todo así, posmoderno.

El vino ofrecido era de no sé qué país; tampoco entendí lo de la cosecha ni la impronunciable marca, y los pasabocas fueron de una exquisitez rayana en la ostentación y el derroche.

Me pregunto si el Niño Dios prefiere a la prima Candelaria con toda su humildad o a mi hermana Maruja con toda su ostentación. Me inclino por lo primero. De acuerdo con lo que dice el sacerdote en sus sagradas homilías, el nacimiento de Jesús es símbolo de desprendimiento o, como dice la “oración para todos los días”, “que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio por todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.”  Palabras, palabras, el papel todo lo aguanta, dice mi descreída tía Empera.

Esta maldita sociedad de consumo nos puso el mundo al revés, dice el maestro uruguayo Eduardo Galeano. Por eso la humildad se viste de fibra óptica. Cuánto tiempo habrá de pasar para que las oraciones tradicionales muten a interacción con el cielo mediante un sofisticado software. Nos falta poco para que el Divino Niño milagroso se convierta, por las artes de la posmodernidad, en “el Chino Dios es un man bacanísimo y hace unas vainas increíbles”. Síganme en @chinodiosbacan

Colofón: felices fiestas para los lectores de elespectador.com. Que el 2012 nos traiga la tan anhelada paz que, si lo miramos bien, no está tan lejos. Está en nuestros corazones. Sólo es cuestión de irradiarla por donde vayamos. Y, hablando en serio, pensemos si el Niño Jesús no se ofenderá porque piensa que con ostentación y fibra óptica nos estamos burlando de su humilde nacimiento. ¡Felicidades!

 

 

 

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