En contra

Publicado el Daniel Ferreira

PREMIO NOBEL 2018

En la visita más reciente de Philip Roth* a la feria del libro de la ciudad, un escaso auditorio que no logró llenarse del todo (escaso, frente al nutrido auditorio adyacente copado hasta las 3000 sillas de su capacidad máxima por la presencia de una porno-star que promocionaba su segundo volumen de memorias) oyó atentamente la conversación entre el autor y un debutante insignia de las nuevas letras colombianas y de la misma casa editorial que los edita. Roth se mostró muy desilusionado por el aumento exponencial de la violencia en Colombia tras los acuerdos de Paz entre el gobierno y las guerrillas y manifestó que de ser colombiano hubiera votado por el ex guerrillero Gustavo Petro, quien será seguramente el único candidato capaz de ganarle al candidato del partido Demócrata de Avivamiento Cristiano DAC, una alianza de sectores de derecha para disputar la próxima presidencia.

Durante la firma de libros, una niña mestiza se le acercó al autor y le habló en hebreo  y le pidió que le firmara un curioso ejemplar, de la primera edición de Me casé con un comunista con la dedicatoria: “para Anna Frank”. Los Frank, padres adoptivos de origen estadounidense, se presentaron ante el escritor para mostrarle deferencia y explicaron que su hija había sido adoptada hace pocos años en Ituango, un pueblo azotado por la violencia del agua, y le pidieron al autor sacarse una selfie con la niña. El prestigioso autor, flamante ganador del Premio Nobel de Literatura 2018 (anunciado por la renovada Academia Sueca junto a la ganadora del galardón 2019, Elena Ferrante), posó con la niña y los padres para el esporádico retrato. Cuando una persona más intentó hacer que firmara una antología de poesía con exponentes de su país (editada por el gobierno para distribución gratuita), y cuando vio en la hilera el segundo librero de anticuario que se aproximaba con la pila de sus obras completas en busca de una firma, Roth se negó a firmar más de un ejemplar por persona y su editora anunció que tampoco firmaría ejemplares que no fueran de su autoría. Se excusó haciendo ver a los seguidores que su tiempo se reduciría demasiado en la apretada agenda antes de poder firmar todos los ejemplares de ediciones antiguas que los lectores colombianos expertos en la obra de un autor considerado de culto hasta el galardón sueco que lo consagró hubiesen traído desde sus hogares para aprovechar el fugaz paso por Colombia del nobel-tour.

Janet, una reconocida socióloga y profesora universitaria vestida con una camiseta estampada que decía “Tu arrogante favorita” y provista con doce ejemplares en una bolsa de tela de las nacionalizadas tiendas DTODOS, pidió que le firmara la camiseta a la altura del pecho. El autor pareció perplejo por un momento, pero luego se animó a estampar su firma sobre la prenda. Entonces la cartagenera lo acusó de “escritor heteropatriarcal” e intentó agredirlo con sus propios libros usados de objetos contundentes. Ante un acto de tal alevosía, la editora concluyó que el país no estaba preparado para la perfección de la obra de Roth y dio por concluida la actividad.

Cancelada la firma de libros, el Premio Nobel 2018 se dispuso a dar una ronda por los pabellones de la feria acompañado por dos destacados autores locales. Los tres escritores (uno de ellos autor notable) presentaban un singular grupo que se mimetizaba por la informalidad de sus atuendos dentro de la multitud de familias que hacían fila para comprar palomitas de maíz y tomarse fotografías con las estatuas humanas y los monigotes de ex presidentes (937.000 personas disfrutaron los espacios de esparcimiento en la feria del año anterior). El otro escritor (reconocido por su trabajo pedagógico en la creación del primer pregrado en escritura creativa de universidad pública) conversaba con Roth en inglés y traducía las preguntas que el primer interlocutor le extendía en castellano. Roth se mostró entusiasmado al encontrarse con un campo de fútbol a escala en medio del pabellón del país invitado de honor, Senegal, y aprovechó para disparar cuatro penaltis a los dos autores colombianos que le acompañaban.

El reconocido fotógrafo francés Mordiski no desperdició la ocasión para captar el momento decisivo en que el Premio Nobel 2018 anotaba un gol y hacía estremecer la red del arco. Luego se mostró menos interesado cuando ingresaron varios grupos de colegiales que tomaron la cancha por asalto. Roth advirtió a uno de sus acompañantes que la precariedad de la literatura de un país es explicable por la precariedad de los lectores. En su país, como en el país invitado de honor, se pagaba a precio de oro las patadas de los futbolistas y los teléfonos celulares, pero nadie se animaba a comprar libros. Luego se mostró menos interesado en los lectores que reconocieron la honrosa presencia del Premio Nobel 2018 en el pabellón y muy inquieto por el olor de los plátanos y la carne frita que servía de principal atractivo en la cafetería principal y que impregnaba todo el recinto.

A la salida del pabellón se les sumó el editor literario de una de los dos grandes sellos instalados en Colombia. Los invitó a la zona refrescante para continuar la conversación. Pero el dispensario de cerveza nacional estaba colmado. Mientras esperaban a que se desocupara alguna de las mesas nutridas de escritores locales atentos al partido de fútbol de la liga europea, un visitante se acercó al autor y le dijo, a través del escritor intérprete, que no venía a que le firmara nada, porque no había leído sus libros, solo quería darle un apretón de mano y agradecerle porque lo había oído hablar esa mañana y se entusiasmó con sus palabras para empezar a leer. Le pidió entonces que le recomendara un libro. Roth se ruborizó un poco y le dijo que así no podía, que debía decirle antes qué le gustaba o qué le interesaba, el visitante le dijo que le gustaba la revolución francesa, porque habían humanizado a Dios y él se consideraba ateo. Roth le recomendó entonces leer Historia de dos ciudades de Charles Dickens.

Una vez se hubo ido el visitante, Roth advirtió a los dos escritores que en las ferias de libro son los autores quienes vienen a conocer a los lectores y no al revés. Poco después, sentado a la mesa, Roth se mostró conocedor de las distintas marcas que había degustado desde el primer día de su llegada a Colombia y prefirió elegir la cerveza más ligera de la producción local. A la pregunta de por qué parecía más interesado en las cervezas ligeras que las maestrías cerveceras rubias, rojas o morenas, respondió que la cerveza ligera colombiana tiene la gran virtud de no querer parecerse a ninguna otra, en cambio las demás podrían degustarse en cualquier pub de Inglaterra, inclusive del país invitado de honor: Senegal.

A las cinco de la tarde de esa ya maratónica jornada, empezaría el tercer panel (“Conversaciones que le harán olvidar su teléfono celular”) al que asistiría en una mesa con cuotas pareadas entre dos autores y dos autoras de reconocida trayectoria. El tema que lo reclamaba esta vez era “Hacia una literatura sin escritores heteropatriarcales”. El moderador del debate puso sobre la mesa el más reciente caso de controversia ocurrido en España con la columna del Premio Cervantes 2019 Javier Marías quien salió hace pocos meses lanza en ristre contra el comisariato moral del arte y cuestionó los mecanismo de ponderación cultural de las obras con enfoque diferencial que habían conseguido por fin (pocos años atrás, en 2017) hacer retirar del mercado en castellano la obra de destacados autores de siglos anteriores porque sus personajes, correlatos, temas, subtramas y registros contenían connotaciones sexistas que propagaban el heteropatriarcado. Roth deploró que se haya retirado del mercado la obra de Nabocov, lo cual consideró discriminación positiva, y señaló el episodio como “enfermedad cultural de nuestra época” y supuso que era había varias posibles causas contradictorias: por un lado el feminismo era el nuevo “crack del puritanismo” propagado por el consenso mediático conseguido por la expansión de la extrema derecha en el continente hispanohablante, y en segundo lugar era presumible que el efecto de dicha reacción podía estar anclado a la sobre-educación en la escuela de Frankfurt de los directores de medios que se habían erigido en autoridades morales al regreso de sus doctorados en Estados Unidos (“todas las deformaciones culturales provienen de las industrias del entretenimiento de los Estados Unidos”).

Una de las autoras invitadas, con maestría en escrituras creativas de la universidad de Nueva York, derramó en la cara y en la guayabera del Premio Nobel el contenido de su vaso. Sin micrófono, la exaltada escritora se dirigió a los presentes señalando al octogenario autor de utilizar su prestigio para mostrar rasgos de sexismo en el discurso inaugural que había preparado a su paso fugaz por un país del tercer mundo, dejándolo devastado moralmente como a su patria en La conjura contra América.

El auditorio que había permanecido mudo ante el performance, estalló en una histeria colectiva mientras el autor se limpiaba las gafas con la camisa. La escritora planteó que Roth era “un autor ‘incels’ que propagaba el odio a la mujer retratando personajes misóginos como Nathan Zuckerman”. El autor pidió el micrófono. La multitud se sosegó para oirlo. En inglés con un tono que puede calificarse de “reposado”, explicó que el feminismo había perdido el norte cuando desestimaron el estudio de la lucha de clases y la crítica de la economía capitalista para centrarse en ver acoso donde había instinto y en exigir profilaxis del lenguaje en lugar de políticas igualitarias. En la historia había abundantes muestras de feministas rosadas con altos coeficientes intelectuales y autonomía económica como Beauvoir o Madonna. La segunda escritora convocada para la mesa, quien había permanecido atenta y silenciosa ante la primera ronda de respuestas, se levantó del asiento y descubrió su pecho donde estaba escrito en pintura roja: “Fuera de Colombia, basura machista”.

El moderador quiso intervenir. Roth volvió a tomar el micrófono y se dirigió al auditorio:  “Me imagino que de acuerdo al pensamiento correcto de la ortodoxia feminista un grupo oscuro e insignificante como ese (”incels”) encarna la ideología de todos los hombres de la tierra… Supongo que si, en vez de titular mi libro ‘El lamento de Portnoy’ lo hubiera titulado ‘El orgasmo femenino bajo el capitalismo rapaz’ habría ganado así el favor del feminismo… Claro, hay que justificar en el discurso la censura de todo pensamiento que contradiga su dogmas acerca de la maldad intrínseca de cada hombre conferida por sus genitales”.

Al oír el comentario, la primera escritora se sumó al boicot y exclamó que en esa feria de libros los asistentes no querían más la presencia de “escritores heteropatriarcales”. El Premio Nobel 2018 decidió abandonar el escenario y salió por el callejón principal del auditorio acompañado por su editora y el traductor simultáneo.

Más tarde, el fotógrafo Mordiski captó el momento en que Roth conmovido por el museo itinerante de memoria histórica se detuvo ante calvario de las víctimas de la guerra. La foto que circuló en redes lo muestra frente a uno de los uniformes agujereados de los muchachos asesinados en la estrategia de exterminio calificada como Falsos positivos que llevó al ex presidente de la nación a ser juzgado en el tribunal de La Haya. El Premio Nobel 2018, cuestionado por haber sido elegido por una Academia Sueca a la vez socavada por escándalos de carácter sexual que solo anunció al ganador 2018 en 2019, se limpiaba una lágrima con el dorso de la mano. Interrogado por este periodista sobre su cuestionado galardón, declaró: “Desestimar el Premio Nobel porque haya acusaciones de abuso en los allegados a quienes nos eligen es cómico y patético a la vez: nadie cuestiona las decisiones de un tribunal supremo porque los consortes de los magistrados tengan depravaciones”. Al día siguiente, muy temprano, abandonó el país para dirigirse a la inauguración de la Feria del libro de Buenos Aires en una Argentina devastada por el llamado “Corralito 3.0”.

*Noticia falsa

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