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¡Muerte a la reelección!

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Luego de dos presidentes que hicieron uso de la posibilidad de reelección, el legislativo colombiano, a iniciativa del ejecutivo, decidió eliminar la posibilidad de un período adicional consecutivo en la Presidencia de la República, dando muerte a la reelección.

Muchos de los que votaron a favor de la eliminación fueron los mismos áulicos del uribismo que aprobaron hace algunos años de manera irregular la reforma legislativa que amparaba la posibilidad de reelegirse al ex presidente Uribe, como efectivamente lo hizo. Eso sí, no deben olvidarse a Yidis y Teodolindo.

Esos mismos congresistas que hoy dicen que la reelección es perjudicial para el sistema político colombiano fueron los que con dádivas y prebendas generaron el desbalance que la figura reeleccionista provocó, es decir, hoy celebran la promulgación del remedio a un mal que ellos mismos generaron, lo cual no puede ser más que hipócrita.

Es también contradictorio que justamente un gobierno que se legitimó en una reelección luego la revocara, no sin antes usufructuarla, sin desconocer que en si misma la figura implicó una crisis enorme en el sistema de pesos y contrapesos que llevó a una exacerbación del presidencialismo, cosa que la mera eliminación de la reelección no resolverá del todo, si se dejan intactas las demás instituciones de vigilancia y control, cosa que hasta ahora la reforma del equilibrio de poderes modifica eliminando la reelección de cargos como el de Procurador.

Lo anterior implica cierta hipocresía también de parte del gobierno, que debió haber dado el debate antes de reelegirse, pero es curioso que Santos corra un par de meses después de asegurar su segundo mandato a eliminar la gabela legislativa que le permitía ser presidente. De fondo una de las explicaciones de la eliminación es la incapacidad del ejecutivo de lograr igualar las figuras en los niveles local y regional, tal como lo prometió en campaña. En ese escenario, como no tuvo eco la propuesta de reelección de alcaldes y gobernadores, lo único que le quedaba a Santos y sus ministros era tomar la medida popular de acabar con el segundo mandato consecutivo presidencial, eso si dejando intacta la posibilidad ilimitada de reelección para los congresistas que como siempre se negaron a discutir y tocarse sus propios privilegios.

Normalmente esta sería una buena noticia pero por la manera en que se dio la eliminación de la reelección esto no es más que otra muestra del interés de Santos de hacer política tratando de quedar bien con todo el mundo. Sin darse cuenta que con sus marañas él es el primero en quedar mal porque nadie puede decir que suena bien que un presidente reelegido eliminó la reelección sin decir a reglón seguido que debió haberlo hecho previo a su segunda posesión.

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