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Eñe

ink falling, Flickr, Suicine
ink falling, Flickr, Suicine

Henry Forero (*)

Piensa en un breve momento. ¿No era Eñe una cabalgadura de oriente? Algunos no la han conocido, y sin pesar, le han colgado una discreta obediencia. No embargo, cada algo de momento se escucha en su movimiento zigzagueante el ulular de su queda ceja.Piensa en dos breves momentos. ¿No era Eñe la sombra sobre la sangre aguda? Su adjetivo aliento no ha logrado mullir el acento, pero hay que ver cómo perfuma  con su sabor a duda. No sabemos casi bien por qué, pero en su perfil conviven en cortejo el germen de la pluma y el espectro del pergamino.

Piensa en tres breves momentos. ¿No era Eñe una desbocada quimera? Aunque parezca una marca, su estirpe de grafema perturba hasta el vacío, estampando bravuras de un regio mar y su tirano signo. Pero no bien le hemos sentenciado trozos de imagen y ya está ella remendando su joroba. Eñe es medrosa y sin obstante, severa, docta. Su forma adquiere la talla de la codicia y su expresión la aspereza del triunfo. Casi a veces, cuando promete el abrazo, deja adivinar su afán de paladar, su tormento de tinta y su ruina de índole.

Nunca revelará el desahucio en su sonido. Su amparo ha sobrevivido a los asomos del tiempo, al pendular del rito y al derrame de locura.

Apareció en la cúpula de un sueño y se compuso en la candela de un escriba.

Eñe fermenta sus estambres: penitencia abierta, refugio mustio, mausoleo mestizo. Entretanto no ve nada, va descalza criando ruegos y echando rumores.

Piensa en un último y breve momento. ¿No es Eñe acaso un gastado ser con ínfulas de destino?

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(*) Colaborador.

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