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Es la cultura

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Por: Patricia Ariza.

Soy artista sobreviviente del genocidio en contra de la Unión Patriótica y, ahora, hago parte de la dirección de Marcha Patriótica. Cuando, Aída Avella me dijo, en plena función de teatro, que habían atentado contra mi amiga, Imelda Daza, de nuevo, durante la hora que dura SOMA MNEMOSINE, una obra en homenaje a las víctimas, sentí en la boca del estómago, mientras actuaba, que la historia se estaba repitiendo de manera fatal. Si no hubiera sido por esa obligación irrefrenable de terminar la función, quizás hubiera desfallecido. Al final de la función supe que todos estaban vivos.

Agradezco el editorial de El Espectador porque, además de ser muy oportuno, habla de asuntos cruciales para prevenir otro genocidio en marcha. El editorial cita al viceministro de gobierno, quien a propósito de los recientes, numerosos y consecutivos asesinatos contra la izquierda, dice: “no tenemos elementos de juicio para decir que existe algo sistemático o un mismo patrón en todos los homicidios” (¿?). ¿Cómo no van a ser sistemáticos, doctor Rivera, si todos los muertos eran de la oposición? ¿Cómo no van a obedecer al mismo patrón? ¿Cómo los va a enfrentar el gobierno si no reconoce objetivamente la trayectoria del paramilitarismo en Colombia y, expresa usted, que “cada uno de ellos no obedece a móviles similares”? ¿Cómo? El atentado a Imelda y a los demás sindicalistas y militantes, no es un hecho aislado, señor viceministro. Es una secuencia sistemática de los enemigos de la Paz que necesitan de la guerra, que están armados y protegidos. Por eso son capaces de parar departamentos enteros! Es que la guerra es un gran negocio. Por eso se oponen furibundos a la restitución de tierras.

Para enfrentar esta guerra se necesita la verdad. Se necesita nombrar las cosas por su nombre. Y una manera de hacerlo es que el gobierno, que ha puesto su parte importante en esta Paz, la más avanzada de todas, reconozca los peligros que la acechan y, democratice su construcción.

Las y los artistas hemos dicho una y otra vez que el conflicto en Colombia no es sólo armado y social, es Cultural porque tiene que ver con el odio construido a través de decenas, de centenares de artículos, de comentarios perversos, de telenovelas que presentan a la izquierda como “el enemigo interno”. Necesitamos, desde la cultura y el arte-que nunca se nombra- transformar el imaginario del odio, en pasión por la diversidad del pensamiento, en memoria.

Esto tiene que cambiar y muy pronto. El tiempo corre veloz y el país necesita empezar a ver resultados en la construcción de la Paz. Uno, el mayor, es acabar con la criminalización y la estigmatización en contra de quienes no compartimos el modelo de desarrollo. Con la necesidad

de la Paz estamos, por primera vez, en mucho tiempo, de acuerdo con el señor presidente. Y, estamos, si nos es posible, en la disposición de contribuir a construirla con la Justicia Social y el Cambio Cultural, que le son inherentes.

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