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El dilema Pamuk

2003 07 27 - Ephrata - Dollar 1, Flickr, thisisbossi
2003 07 27 - Ephrata - Dollar 1, Flickr, thisisbossi

Orlando Monsalve*

Un día el escritor Orhan Pamuk encontró en una revista literaria inglesa – llamada Granta – un cuento titulado “El dilema Pamuk” y consistía en la situación de un muchacho musulmán, quien estando en un “Gulag” debe enfrentar su mayor dilema en tiempos de Ramadán. El problema era que el chico recibía una sola ración de comida diaria y poca agua para beber, lo cual hacía la temporada de ayunos algo imposible de cumplir. Él sabía que si se mantenía fiel a su religión moriría, o de lo contrario podría llegar el día en que saliera de esa prisión, y así lo hizo. Sobrevivió dejando a un lado el Ramadán y encontrándose años más tarde la libertad que aprovecharía escapándose hacia Estambul y viviendo una vida plena y laboriosa.

El problema no era la historia del muchacho, sino que el escritor había llamado a ese dilema, como al cuento, “el dilema Pamuk” y así fue como Maureen Freely lo había encontrado. Decidieron tomar medidas legales y hallaron que el autor de ese cuento ofensivo era un pobre escritor panameño quien había ganado unos cuantos dólares por esa y otras historias que incumbían a otros escritores. Todos ellos se unieron en una demanda millonaria hacia el escritor, y por razones abstrusas el forcejeo penal fue llevado a cabo por un juez norteamericano quien falló a favor de Orhan y sus amigos obligando al pobre muchacho a pagarle doscientos dólares por la ofensa, que, todos saben, es el valor de la suma de los libros del gran nobel. Ahora es posible que yo tenga que sufrir una demanda suya, y por eso, antes de publicar estos dos parrafitos, preparo mis doscientos dólares aunque ya haya comprado todos sus libros.

Pingo - Cutout, Flickr, Kátia Goretti
Pingo - Cutout, Flickr, Kátia Goretti

El buscador de tesoros

La aventura de Ismael comenzó cuando le obsequiaron un cachorro pincher, para que le acompañara en su vida solitaria de universitario. Él lo recibió muy agradecido porque, a diferencia de sus compañeros, Ismael pasaba las noches sin nadie más que sus libros de tesoros y piratas, islas, aventuras y cielos nebulosos que traían órdenes divinas. Esto a él lo obsesionaba, y por eso enseñó a su cachorro a olfatear todo tipo de monedas de oro y plata; también visitaban los orfebres de su ciudad para que le mostraran todas las joyas, rubíes, esmeraldas y otras piedras para que el perro las identificara, escondiendo luego alguna y activando a su buscador con una palabra parecida a “suuk” que acaso era en alemán u holandés. Cuando le pedía a su perro que buscara alguna joya, bajo la mirada del orfebre que escuchaba aquella palabra extraña ya sea alemana u holandesa, el perro abría bien sus ojos y miraba a todos lados con temor, daba vueltas en círculo produciendo sonidos agudos como sollozos e indicando el lugar del objeto con su nariz. Aquello hacía muy feliz a Ismael.

El muchacho, que gozaba de gran altura entre los limeños, sacaba cada noche a su perro diciendo que iba a buscar tesoros con un aire de grandeza predestinada. Cuando algún amigo estaba en su casa él lo despedía con aquella excusa, su amigo enseguida entendía que iría a pasear a su perro y luego, despidiendo a Ismael, saliendo del apartamento y caminando bajo el frío cálido de Lima, se preguntaba si había alguna otra persona que prefiriera la compañía de un animal a la de un hombre. Cuando Ismael veía la ruta libre, comenzaba su aventura paseándose por centros comerciales, bares, cafés, cementerios, hogares, patios, colegios, edificios extraños y zonas abandonas como lotes llenos de perros rabiosos que miraban con desprecio al pequeño pincher, y abrían sus hocicos mostrando los colmillos de forma burlona.

Cuando tenía alguna excursión con la universidad, lo primero que alistaba era el maletín donde echaba a su perro diminuto para caminar por los sitios donde creía que podría haber objetos de valor enterrados en cofres antiguos, y así procedía, bajo los ojos de sus profesores y sus compañeros que no paraban de reírse de sus aventuras.

Algunos que lo conocían ponían en duda su hombría al ver semejante fórmula desopilante pasearse por lugares aglomerados y prestando atención a lo que señalaba el perro. Otros intentaron imitar su estilo pero en vez de un pincher sacaban labradores o pastores que intimidaban al pobre canino de Ismael haciéndole esconderse detrás de sus botas. Aquello molestaba mucho al muchacho, se ponía rojo de rabia y se regresaba a su casa para seguir leyendo los cuentos de piratas de Arthur Conan Doyle o de Walter Scott, las novelas de Julio Verne y las historias de tesoros de Robert Louis Stevenson suspirando por los hallazgos que algún día iba a lograr con la ayuda de su valiente pincher.

Durante los nueve años que vivió el perro, Ismael pudo encontrar ciento veinte estatuillas de incas hechas en oro, cuarenta y ocho kilogramos de rubíes hallados en la zona de Cuzco, trescientos noventa y cuatro objetos de plata en los que figuraban platos antiguos de procedencia española, anillos y discos que no lograba identificar, innumerables cantidades de diamantes que él no enlistó ya que con el tiempo los iba vendiendo aunque todavía conservaba en su apartamento más de doscientos kilos, monedas grandes y pesadas cuyas inscripciones era imposibles de descifrar, joyas en cantidades que nunca se molestó en contar y noventa y dos zafiros; todo almacenado en su apartamento tan desolado, limpio y silencioso que en él pareció nunca existir el ladrido de su pincher.

Con los años logró vender casi toda esa cantidad de bienes y entendió que lo único lógico para él, además de su sustento diario, era comprar libros, no solo de aventuras, piratas y tesoros, sino toda la literatura en general. Sabía que la primera obra que iba a comprar era una de un tal Juan Ramón Jiménez, que hablaba de un burrito, para recordar a su amado compañero.

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(*) Nació en Barrancabermeja un 19 de noviembre. Es ingeniero de profesión y escritor de vocación. Actualmente trabaja en un libro de cuentos llamado “Antología de hombres y rostros” que se publicará el próximo año.

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