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Cartas de Manuela Zimmerman

 

 Julie Paola Lizcano Roa

CARTA Nº 1

Dejé la felicidad cuando aún era una niña, en la adolescencia me quedé al lado inmóvil de la vida buscando en la lectura y la escritura alguien que con un verso me consolara, y de repente la nada se convirtió en mi todo. El único club de amigos al que pertenecía eran a los pocos escritores que en los baños del colegio y en mi habitación a escondidas podía leer, solo para no sentirme sola, y apenas era feliz. La vida desde entonces ha sido una sombra errante, así como el túnel solitario de Sábato, la celda de Caicedo y el paracaídas de Vicente Huidobro. Ahora creo que mi libertad está en la muerte, como todo aquel humano mediocre que no desea la vida. Me pregunto entonces ¿Y cuántos años más debo esperarte, amor mío?

Con Cariño, Manuela Zimmerman.

CARTA Nº 2

He pasado tres días sin escribirte, y han sido los peores días de mi vida, es que necesito tanto de ti. Quiero decirte que en estos días me he perdido en la voz alucinada del alcohol y la marihuana, ayer estuve con un tal Ed, pero me di cuenta después de haber hablado con él cinco horas, que era un árbol de esos tantos que hay en el Parque Nacional. Y entonces, cerré los ojos y quedé sumergida en un gran humo de desesperanza, lloraba sin parar y sentía cómo la tristeza se localizaba justo en mi estómago, allí donde la ponzoña del amor nos hace trizas, y Ed me decía, ven amor mío, acércate, déjame acariciarte por un rato, déjame escribirte un poema con mis ramas sobre tus senos, ven acércate un poco más, que la vida dura poco, pero el dolor toda una eternidad, ven déjame abrazarte un rato, ven hablemos de nuestros amaneceres bajo la lluvia de noviembre, ven no tomes tanto, ¿sabes? me encanta esa blusa que traes esta noche, pero de repente me dieron ganas de cortarme las malditas muñecas, ganas de desangrarme allí en el Parque Nacional mientras Ed me hablaba de los perros que lo orinaban cada vez que se le acercaban, y entonces sentí pena por él, nos abrazamos, le di un beso de esos que no tienen mucho significado y partí a casa. Llegué con la noche sobre mis párpados, aun cuando el sol no se vislumbraba en la ventana de la sala, y me sentía triste, así que me fumé otro cacho de marihuana, luego escribí tu nombre en un  papel dándole un beso a la hoja para dejar la marca de mis labios, con ese colorete rojo que a ti tanto te gusta, lo puse sobre mi almohada y dormí sintiéndote el resto de la noche a mi lado, y es que mi soledad es tan grande amor mío. Por eso te pido, que por favor, no me olvides.

Con Cariño, Manuela Zimmerman.

CARTA Nº 3

Necesito verte esta noche, quiero saber que no eres como yo, que necesita de la oscuridad para poder desnudarse, que necesita de las estrellas y la luna para poder besar con seriedad, y que necesita del tiempo para aprender a abrazar. Quiero saber que te sirve esta forma de sentir, que no me rechazarás y que me cambiarás por una cualquiera a quien le pagas 25 pesos la noche, dime por favor, que te gusta esta forma de amar, quiero saber que te gusta mi perfume olor a jazmín, que te gustan mis poemas que son alegoría del idilio que los dos necesitamos. No puedo ocultarte esta forma sincera de quererte, y la importancia que ha tenido tu sonrisa en mí, no negaré esto de ninguna forma, quiero pensarte a cada momento, la verdad es que tú me haces feliz, amor mío, estamos hechos a la medida, por eso te escribo, porque así existes cada día más para mí. Eres mi mejor creación. Nos vemos pronto.

A las 8 pm, ¿te parece bien? cerca al parque de la 72.

Con Cariño, Manuela Zimmerman.

CARTA Nº 4

¿Sabes una cosa?, me encantan los parques y los bares oscuros iluminados con velas blancas, y armonizados con música de los 80. Me encanta verte y saborear cada una de tus palabras a través de besos y caricias, me encanta cuando escribes poemas sobre las servilletas dedicados a la Luna mirando nuestro amor nacer tras la lluvia. Es cierto que se acabarán mis pesadillas, se irá de mi la andrajosa melancolía, y mi juventud será un ejemplo para la vejez que llega tras de mí, porque ahora te tengo a ti. Ya no quiero ser una poeta marginal, que se esconde detrás de la puerta de su habitación para sentarse a llorar cada vez que se asoma la noche, ya no quiero ser esa mujer sonámbula que ha olvidado que la luz es para ver lo imposible y que los brazos no son solo brazos sino que también son alas para volar, ya no quiero ser esa mujer, a la que se le ha olvidado respirar a través de los sueños y la inspiración de quien cree en los santos y profetas como Mandela y Gandhi. Como sabrás, y como te lo he pronunciado, nada de esto es una necesidad, es una casualidad llena de encantos y de momentos inolvidables, y además aun no estoy preparada para la muerte. Te quiero, estoy absurdamente enamorada de ti, me lo delatan mi cuerpo y mi corazón, pues cada vez que te veo siento como la piel se me eriza y mi corazón se paraliza por un instante, mi olfato me indica que estás en camino hacia mí, y te juro amor mío, que allí, yo vuelvo a nacer, como lo dice Sabines, “te recuerdo en mi boca, y en mis manos a cada instante, y en cada segundo de mi existencia”.

Es tarde, y estoy leyendo tu última carta que no he podido parar de leer por varias horas, y es que necesito leerte para no sentirme sola. También he salido hoy a comprar algunos libros, y los he leído con frenesí, sin cansancio y sin fatiga he pasado desde Pizarnik, luego por Cortázar hasta Bolaños, terminando con Galeano. Y aquí estoy ahora, escribiéndote de nuevo, e insisto en que deberías venir estar noche.

Te espero.

Con Cariño, Manuela Zimmerman.

CARTA Nº 5

He recibido tu carta, y la he leído sin parar una y otra vez, hasta que mis ojos se enrojecieron y mis párpados se entumecieron. Me encantó esa parte en que hablaste de mí, y me describiste diciéndome que era la musa de tus deseos y que era como una flor que nunca se marchita. Gracias por tus letras, mi boca está llena de palabras de elogio para ti y para esto que estamos construyendo; me quedo sin aliento cada vez que haces temblar el universo con tus versos, sabes dibujarme en el papel y en el aire cada vez que no estás conmigo, puedo cerrar mis ojos y verme junto a ti cuando te expresas dándome forma en la nada y convirtiéndome en tu todo. Poemas, es el alimento extra para los que vivimos del amor.

Debo decirte que cada día confió más en ti, y en tu forma de quererme, si algún día nos separamos será difícil tu olvido, eres el hombre al que me encanta mirar a la luz de la madrugada y te hago mío con solo escribirte versos, especialmente cuando logro descifrarte en letras. Y recuerda, no es posesión, sino que yo hablo a través de letras en vez de los actos, es lo único que sé hacer, aunque a veces fracase en ello.

 Amor, dimensión de montes y selvas,
Oh, amor, inspiración de dioses y diosas,
no es posible imaginar una vida sin ti
en un mundo donde tiemblan las montañas
cada vez que Zeus se agita bajo su sombra.
Amor, de deseos y pasiones por cumplir,
te amo más de lo que amo a mi propia vida,
te aposentas bajo el tiempo y el recuerdo,
yo no sé expresarme, y lo siento por ello,
pero me has dado la oportunidad de elegirte,
eres el rayo de luz que necesitaba sobre mi jardín,
eres el bote que va contra el viento y la marea,
eres el sismo que necesitaba mi alma y mi corazón.
Amor, no me atormenta tu cariño, porque eres el puente
que une nuestras almas con un cuerda, 
apenas nos conocemos, pero eres el Todo
que necesito para respirar, eres la Golondrina
que nada sobre el rio de mi corazón, condenados a vivir 
juntos irremediablemente para siempre. 

Quiero verte.
Con Cariño, Manuela Zimmerman.

CARTA Nº 6

Tocar el violín, escuchar The Beatles y escribir a la luz de la madrugada es un hábito que no quisiera perder. Creo que los dos tenemos un poco de esa locura que combinada con el arte nos permite sobrepasar montañas y empapar el alma al ritmo de las notas musicales. Estamos siendo a cada momento, y juntos o a la distancia trascendemos el tiempo, ese es el acto de nuestro amor. Despojada y desnuda está mi alma hoy, ya no tengo miedo, ya no me siento tan sola como la ave que ha perdido el rumbo, ya no siento frío, y nuestras citas casuales crean la armonía que tanto hemos buscado.  Creo que hemos ido comprendiéndonos letra por letra, beso por beso, paso por paso, los dos buscamos algo que aún no sabemos qué vamos a encontrar, pero por ahora disfrutamos el camino.

 Quisiera ver tu rostro cada vez que lees mis cartas, así como ves el mío cada vez que tocas el piano. Cuando me recuesto, te recuerdo, y veo en tus ojos ese Azulejo que vuela por las islas Bolivianas, volando alucinado por el aire y las brisas, dejándose maravillar por el aroma de las flores y los mares que recorre. Yo deseo ser el aire que cubres para sentir tus alas tocar mi cuerpo. Yo iría a buscarte, para mirarte desde lejos y maravillarme de cómo sobrepasas el viento y la marea haciendo temblar montañas y selvas con el aleteo de tus alas.

Amor mío, el solo hecho de que pueda abrazarte, tenerte a mi lado, sentir el palpitar de tu corazón, sentir el ritmo de tu respiración, hace que esta vida sea mucho más llevadera. Yo te quiero porque vos sos el túnel iluminado que necesitaba mi vida, te quiero porque vos sos el Yin yang que une mi puente con el tuyo, te quiero porque vos sos mi cuento de amor favorito, te quiero porque sos el reflejo que quiero ver cada día al mirar al espejo, te quiero porque ese esa es mi condena: amarte cada día de mi vida.

Valoro la vida por darme la oportunidad de haberte conocido, eres el canal que deseo cruzar para llegar a la Luna.

Con Cariño, Manuela Zimmerman.

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