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El poder de las palabras

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Carmen Socorro Ariza-Olarte

Ad portas de las elecciones, y precisamente porque se avecinan, antes de empoderarle el dedo a otro, no deberíamos olvidarnos del poder creador de las palabras… Ya desde el comienzo de los tiempos, según los libros sagrados, incluído Cien Años de Soledad, En el principio era la palabra…. El mundo era tan reciente , que muchas cosas carecían de nombre y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo, es una de las frases del primer párrafo de la obra cumbre de García Márquez. Un hecho que todos los que predican tanto en las iglesias como en las plazas político-religiosas saben, y por ello echan mano de aquellas palabrejas raras, o recién inventadas e impuestas por los organismos internacionales y las organizaciones a su servicio; palabras que ellos saben los harán parecer más iluminados. Nada nuevo: los nazis, a sabiendas, eliminaron de sus diccionarios algunas palabras, de la misma manera que trataban de erradicar de la faz de la tierra a los que según ellos no eran perfectos; empezando por los judíos y siguiendo por los negros, homosexuales, gitanos, ‘discapacitados’ y demás); mientras que, por el otro lado, iban introduciendo en sus kindergartens y escuelas, palabras que rápidamente cogían fuerza y se volvían parte del árgot popular; por ejemplo la palabra ausradieren, que significa erradicar, arrancar de raíz.

Así pues, en este momento decisivo para el país, ad portas de las elecciones, -antes de empoderarle el dedo a alguno de esos personajes político-religiosos que nos controlan y gobiernan al estilo de la Stasi (palabra y nombre del servicio secreto también muy conectada con el partido nazi)-, tome conciencia y empodere primero su cerebro y luego su dedo, y no el de la Florida gama de candidatos y organizaciones que nos manejan las cuerdas desde afuera. Empecemos por exigirles transparencia a todos los partidos y a todos los candidatos, lo mismo que a sus pastores y/o pastorcitas*. Y le pongo asterisco a la palabra pastorcita, porque a raíz de mi último texto: la pastorcita mentirosa, algunos me han digamos criticado, por atreverme a poner en evidencia a una mujer que, según ellos, demostró tener la capacidad y la fuerza para convertirse en toda una estrella. Como mujer que conoce perfectamente el peligro de caer o dejarse atrapar en la estigmatización que los ismos hacen de los seres humanos, incluido el feminismo, lo que quiero dejar en claro es que no me interesan para nada esas trampas, pues eso sería tanto como aceptar que a los hombres no se les debe ni puede críticar ni señalar con el dedo por el simple hecho de ser hombres, y haber sido considerados el sexo fuerte y dominante a lo largo de la historia de la humanidad agobiada y doliente.

Dándomelas de predicadora, Ojo con lo que dicen y lo que les dicen, y ojo con las palabras que desde afuera nos imponen con el cuento de darnos poder, pues lo que quieren es arrancarnos de raíz el poquito que tenemos. De hecho para mantenernos en las tinieblas ya ni siquiera nos permiten leer la obra de García Márquez en nuestra propia patria; y luego salen los resultados de Pisa, diciéndonos que somos brutos y bobos de capirote y ¡uich! Nos los creemos.

Imagen: www.ediciona.com

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