Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

“Atípica situación”, inédito plebiscito

La toma de la “estación” de Policía, en El Mango, Cauca, no sólo refleja la inmensa complejidad de nuestro conflicto, sino que abre una nueva categoría de análisis en los tradicionales estudios sobre la guerra: la parte que habla sobre la población civil como un nuevo actor del conflicto.

Y me referiré a las suposiciones lógicas que se pueden hacer a partir de esta “atípica situación”, así denominada por el general Palomino, pues durante estos días, lo que se ha escuchado es el pataleo de una institucionalidad reclamando su soberanía, el sonsonete de siempre sobre la población civil como víctimas, o la lógica del infiltramiento de los grupos armados en los civiles. Ninguna de esos tres razonamientos comprende la totalidad del evento y deja por fuera un personaje determinante para el posconflicto: la población civil como actante participativo de la violencia.

Para iniciar a describir mejor esta idea, quisiera traer a colación un ejemplo de nuestro pasado, que bien propone a la población como un actor de violencia y demuestra las falacias sociales que gestan los asesinatos. Pablo Escobar, en la década de los noventa, pagaba por policía asesinado 2000 dólares, y si alguno le llevaba la placa de un miembro del Bloque de búsqueda, el ofrecimiento crecía, pagaba 5000 dólares. Ante tremenda complejidad del proceso de violencia, es más, ante tan patibularia provocación, la población civil, las comunas de Medellín, se convirtieron en una máquina de creación de asesinos; muchos jóvenes, inocentes hasta antes del pronunciamiento del macabro contrato, se convirtieron en asesinos a sueldo, a partir de una falacia social: de la misma forma que se pone precio a la cabeza de un narcotraficante, el narcotraficante pone precio a las cabezas de quienes lo buscan.

Con el caso de El Mango ocurre algo parecido, podría decirse que el sacar a los policías de la estación, quemar la casa vecina, donde preparaban sus alimentos, y escoltarlos hasta las afueras del casco urbano, es el resultado de un desespero consiente por estar en la mitad de los actores armados. Sin embargo, tal razón resulta una falacia, porque si el interés es evitar el derramamiento de sangre, ¿por qué no se hace lo mismo con las FARC? ¿por qué no sacan a las FARC de la misma manera como lo hicieron con los policías? Por lo tanto, la opinión pública, el país entero, está en frente de una población civil entregada a los mecanismos de la violencia, es decir, un pueblo que actúa para su favor y se vuelve en un tercer personaje en el conflicto, mucho más complejo que los dos tradicionales (gobierno y guerrilla), pues sus métodos son confabulados, apelando a la resistencia civil, sin culpable definido, en otras palabras, un nuevo actor en la guerra.

Me atrevo a pronunciar que este nuevo actor es mucho más complejo que lo denominado “guerra de guerrillas”, pues en su tradicional concepción, la guerra de guerrillas contempla la posibilidad del encubrimiento, del enmascaramiento, del ocultamiento, pero siempre bajo el supuesto de que la población civil es víctima, no victimaria: ese es el punto delicado de la situación.

El Cauca ha sido escenario de levantamientos contra la institucionalidad del gobierno, pero siempre bajo la tutela de un grupo humano que reclama su independencia, los indígenas. Al ser ciudadanos colombianos quienes destierran los organismos de defensa de la seguridad del Estado, se está derivando una nueva participación en la guerra que abre la siguiente pregunta: ¿cuántos habitantes del territorio nacional desean existir sin el gobierno legalmente contituido? ¿cuántos de los que han vivido en carne propia la exclusión han pensado que la idea abstracta de un país no les pertenece? Muchos, muchos.

No sé si la salida a este armatoste decepcionante sea una paz con un posconflicto inmanejable, o mejor, un plebiscito inédito que le dé la oportunidad al pueblo de formar sus propias provincias, convirtiendo la diversidad colombiana en estados aparte.

Lo cierto es que, a medida que pasa el tiempo, la paz se hace más compleja, inédita y atípica.

@exaudiocerro

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