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Sobre el sentido de la obra de García Márquez

Gab

Camilo García

Gabriel García Márquez nos dejó una obra literaria amplia y extensa compuesta de 11 novelas en entre las que están Cien años de Soledad y El amor en tiempos del cólera, más de 40 cuentos como Los funerales de la mamá grande y El verano de feliz de la señoras Forbes, 10 guiones de cine y de teatro, como El gallo de oro y Milagro en Roma 22 relatos y crónicas de no ficción como Chile, el golpe y los gringos y Noticia de un secuestro, el libro de sus memorias Vivir para contarlo y un sinnúmero de artículos periodísticos. Y la principal fue sin lugar a dudas su novela Cien años de soledad que publicó por primer vez en 1968 y que al poco tiempo se convirtió en un éxito editorial y literario casi sin precedentes en el mundo. Considerada por muchos críticos literarios desde entonces como la mayor novela escrita en idioma español desde El Quijote nos narra la vida extraordinaria de los múltiples miembros de la familia Buendía que vivieron y murieron en la aldea imaginaria de Macondo; vida de unos personajes que tuvieron una existencia desmesurada marcada por el deseo central y poderoso de encontrar y vivir sin límites de espacio o de tiempo la felicidad, es decir, por impulso casi natural de rebasar todos los límites que la realidad les impone para vivir en la realidad, en otra realidad, este anhelo o ilusión.

Ilusión poderosa que no solo atrapó la mente de estos personajes imaginarios sino que también domina siempre la de todos los seres humanos reales, y que los empuja a tratar de vivirla a toda costa, tal vez sin saber, lo que García Márquez nos reveló y enseño en esta novela y en general en toda su obra literaria, a saber, que en el preciso instante en que comienzan a vivirla sus vidas reales comienzan a desaparecer. La ilusión de la felicidad completa no es más que eso una ilusión; pero no porque sea irrealizable sino precisamente por lo contrario: por ser realizable. Pues al realizarla los hombres se encuentran inesperada y sorprendentemente con la presencia de la muerte que se encarga de ponerle fin de manera irremediable, que se encarga de decirles y recordarles que la felicidad plena y total solo la pueden vivir al precio de asumir sin cortapisas y sin condiciones el destino de la muerte que su presencia abre y anuncia. Pues los seres humanos al sentirse plenamente felices, al alcanzar la felicidad, agotan sus vidas, o mejor, el sentido de sus vidas; y por lo tanto, encuentran ahí el límite irrebasable que las marca.  

Pero además, en esta obra encontramos la presencia de acontecimientos mágicos que violan o transgreden las leyes de la naturaleza y que le suceden a varios personajes como la ascensión en cuerpo completo de Remedios la bella al cielo o el recorrido de la sangre del cadáver de José Arcadio Buendía-hijo por las calles de Macondo; o sucesos extraordinariamente exagerados que rebasan también las condiciones y los límites de la realidad natural como los 4 años que se dedicaron sin pausa y sin freno los dos últimos miembros de la familia Aureliano y Amaranta Úrsula a practicar el amor sexual por todos los rincones de la casa. Estos sucesos constituyen uno de los aspectos que contribuyen a darle a la novela su extraordinario encanto porque García Márquez los presenta y narra de tal manera que resultan verosímiles a los lectores a pesar de su evidente carácter contranatural.

Sin embargo, la mayor importancia de estos sucesos contranaturales que contiene la novela está a mi juicio en algo diferente, en que revelan de modo metafórico uno de los rasgos centrales de la vida de los hombres latinoamericanos, y en especial de los colombianos, a saber: el hecho de que transgreden y violan de modo regular en sus conductas prácticas cotidianas no ya las leyes de la naturaleza sino las leyes jurídicas y morales que se han dado para ordenar sus vidas en común en la sociedad. Estos acontecimientos imaginarios indican y ponen de presente esta característica real de los hombres colombianos que viven individual y socialmente sus vidas como si la norma y la ley cultural no existiera, como si el orden que instaura les fuera ajeno, extraño y lejano. Son sucesos ficticios muestran, sin embargo, que para los colombianos vivir en la transgresión del orden normativo sociocultural que alguna vez se han impuesto constituye el orden verdadero que en realidad han forjado en sus vidas.  

Esta doble condición de Cien años de soledad de revelar un “secreto” del sentido de la vida de todos los seres humanos y un rasgo de la existencia de los hombres que habitan el continente americano, y en especial el territorio colombiano, es el motivo tal vez más importante que explica la trascendencia que ha tenido y que siempre tendrá. Solo una obra literaria que abre un horizonte de sentido profundo sobre la existencia de los hombres adquiere la posibilidad de trascender no solo la vida de su autor, de vivir más allá de su muerte natural, sino de atraer poderosamente en todo tiempo y lugar a nuevos lectores que la “revivan”, que la mantengan viva y presente a lo largo del tiempo. Al permitirles ver y percibir en profundidad algo que ellos por su propia cuenta no han visto o percibido no solo los atrapa y los encanta sino que también se percatan que es una obra necesaria e indispensable para comprender algo significativo y trascendental de sus existencias, una obra cuyo contenido amplía y enriquece el sentido espiritual de sus vidas. 

 

 

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