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Caídas

un-abismo

Luis Beiro Álvarez

Con esta piel, mitad camino, mitad pregunta, me he sabido levantar del tiempo. Varias veces he caído en contra de mí mismo, casi al tocar los márgenes de la gloria. Cansado y sin arrastrar ni a inocentes ni a culpables he caído en los musgos sedientos de carroña. Y en mis caídas he reído mucho –sobre todo de mí–,porque en ninguno de esos sitios descubrí antipaisajes.

Ni cojo, ni manco, ni mucho menos calvo, volví a salir, al aire libre. Y mientras subía, me alegraba en forma y fondo de haber caído. A ras de tierra no crujen las avispas. Abajo, el mundo era un pedazo de cartón mucho más creíble.Con los de abajo aprendí el valor del aguacero desproporcionado.Es de sabios caer y abandonar moralejas. Sin las caídas, el mundo sería una pieza demasiado cercana al arrecife. Bendigo, pues, las caídas por su utilidad pública.

No podría jamás volver a mirarle el rostro a nadie si de algún pasaje de la luz no aparece una mano invisible para zanjarme el rostro en dos mitades. La rabia de caer tiene su encanto aún para aquellos que aman las alturas.

[24/XII/2000]

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