Mas que un matriarcado, el imperio de Nubia se vio casi gobernado en su totalidad por dinastías enteras de mujeres, en un sistema de sociedad donde la mujer, dadora de vida, era emparentada con los dioses, y los hombres quedaban relegados a la tarea de su protección, la caza, el pastoreo y las labores más pesadas. El hombre quería a la mujer corpulenta, de contextura gruesa, con portento de mujer paridora. Era ella quien señalaba el momento de la siembra, así como las decisiones más íntimas al interior de sus casas. La mujer era el centro del hogar y ama de la política, y quienes legaban su trono a sus hijas, o en la mayoría de los casos se daba por una sucesión matrilineal, es decir que quienes tenían preferencia para suceder a la reina eran sus sobrinas y no sus hijas. La tarea de gobernar se encontraba a cargo de las mujeres, mujeres negras que durante siglos dominaron los vastos territorios africanos que comprenden desde las orillas del Nilo y hasta la ribera del río Atbara. Conocido como el Reino de Kush de Meroë, o Nubia, esta civilización se remonta al período neolítico, siendo desde hace milenios un sitio clave por su privilegiada ubicación justo en el corazón del continente. Por su riqueza en oro y joyas preciosas, el avasallante imperio egipcio se aprovecharía durante siglos de esta región, explotando además la fuerza de trabajo y esclavizando a cientos de miles de nubios que serían trasladados al norte de África. Sin embargo, alrededor del siglo segundo antes de Cristo, los nubios lograrían recuperar su dignidad y su gloria, y acabarían reconquistando lo que les pertenecía, para hacerse otra vez dueños de sus propios territorios. Se declara durante siglos una paz con los faraones, años en los que el Reino de Nubia dotaría a Egipto de joyas, animales exóticos y textiles en un intenso tráfico comercial a lo largo del Nilo. Las relaciones serían también culturales, llegando a compartir jeroglíficos en sus lenguas escritas, así también como la adopción y posterior transformación de credos y divinidades religiosas. Sin embargo un día regresarían los deseos egipcios de apropiarse del mirífico territorio de Kush, y fue entonces cuando empezarían los desafíos bélicos entre ambos reinados. Antes de las nuevas contiendas contra Egipto, ya las valerosas reinas negras se habían enfrentado a las estratégicas filas militares de Alejandro Magno, logrando que una de las primeras reinas de Nubia, montada a elefante y portando escudo y espada, consiguiera repeler la invasión helénica para el año 322 antes de Cristo. Entre las más destacadas Kandakes (reinas), se resalta el reinado próspero de Aminotore, esposa o madre de su antecesora Natakamani, con quien suele vérsele acompañada en las pocas imágenes que se han rescatado, y cuyo imperio comenzó en el año 1 después de Cristo y acabó luego de que permaneciera cincuenta años en el poder. Durante su mandato, Aminotore, como las demás reinas guerreras de Nubia, lideraría a ejércitos de hombres que lograrían repeler todo tipo de ataques enemigos, como en el año 30 cuando las fuerzas romanas, al mando del general Patronio, tuvieron que desistir de la invasión a Nubia, toda vez que se encontraron con una serie de regimientos ordenados y bien entrenados que supieron hacerle frente. Siendo una de las últimas grandes monarcas del imperio de Kush, Aminotore se destacó por ordenar la construcción de centenares de edificaciones, templos y pirámides, siendo así que en la actualidad estos territorios poseen siete veces más pirámides de las que se encuentran en todo Egipto. El esplendor arquitectónico del imperio nubio se aprecia principalmente en los templos consagrados a su Dios Amón, y cuyas antesalas estaban todas adornadas por la figura animal que lo representa, el carnero, así como también se destacan las estatuas de leones y la figura representativa de la serpiente, que era común encontrarla grabada en las coronas de oro que ceñían las cabezas de las kandakes. En la capital Napata aún pueden hallarse vestigios de lo que sería el fastuoso palacio real de Aminotore, en Gebel Barkal, actual Sudán. Así mismo construyó diques para acumular agua y poder abastecer la comunidad durante la época de sequía, y hasta su muerte no paró de fabricar y reconstruir estructuras de un lujo y una imponencia sinigual, que luego serían quemadas, demolidas y arrasadas por los romanos tras considerárselas como emblemas del paganismo. Declarado por la Unesco como patrimonio arquitectónico universal, las ruinas rocosas de areniscas y los murales de relieve que todavía se conservan, componen el único conjunto que sobrevive a un imperio de gran esplendor, y en cuyas piedras se pueden adivinar los símbolos que esconden las pinturas talladas como señal de adoración. Allí mismo, dos mil años atrás, las sacerdotisas, emperifolladas con anillos y brazaletes, elevaban sus plegarias al Dios Omán, pidiéndole bendijera las cosechas o desatara por fin las lluvias o bien los librara de sus insistentes enemigos. Los otros imperios de la época codiciaban anexarse estos territorios, siendo así que después de siglos de embates e intentos de invasión, el poderoso reino de Nubia acabó cayendo en manos de sus enemigos, quienes se encargarían de saquear los templos y no vacilarían para destruir las edificaciones y las muestras de arte de una cultura que intentaron borrar de la memoria histórica. Algunas esculturas han podido ser rescatadas después de muchos siglos. En muchas de ellas el objeto principal es el mismo: la mujer. Figuras fuertes, acuerpadas, con una contextura que evoca la fertilidad y el poderío femenino. Los restos de Aminotore aún reposan en Meroë bajo su propia pirámide. Es posible que en la Biblia el libro de Hechos haga mención de ella, al referirse a una reina de los etíopes “que tenía a cargo todo su tesoro y había venido a Jerusalén para adorar…” A mediados del siglo IV después de Cristo, los nubios ya no pueden resistir durante más tiempo los embates del Imperio Romano, siendo la kandake Majaji quien dirigirá las últimas tropas que serían finalmente abatidas por las legiones de César Augusto. Se dice que Majaji murió como le correspondía, murió de la forma como durante siglos persistió uno de los reinos más ricos de todos los tiempos, murió luchando.

Reinas de Nubia

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