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Efímero

efímero

Laura Marcela Ballesteros

Nació con el soplo de un aliento, con rapidez festiva. Estiró su cuerpo como nunca antes lo había hecho y vio como el sol recorría su desnudez en hermosas dimensiones coloridas, ¡todo un arco iris! Con alegría, miró a sus hermanos jugueteando entre las corrientes, unos más grandes, otros más chicos, pero todos felices; coqueteando con mariposas, sorteando hojas de otoño y haciendo filas indias acompañadas de torpes movimientos.

Era testigo de este espectáculo a medida que su cuerpo crecía con los minutos; la emoción aumentaba enormemente, sentía un vacío estomacal inexplicable, tanto, que cuando por fin se sintió lista, bastó un leve impulso para atravesar el mundo… Así es, giró, voló y amó con dulce locura la naturaleza a su alrededor mientras bailaba con el viento un cálido vals al ritmo de los rayos solares, esos mismos que tejían su vestido tornasol con una magia de polvo de hadas y le proveían una iluminación de ensueño. 

El mundo se mostraba ante sí, las imágenes recorrían su mente a medida que acumulaba la mayor cantidad de recuerdos en la misma. Estaba extasiada, de tal manera que no se dio cuenta, sino hasta que echó un vistazo a donde no debía, del cansancio que comenzaba a recorrer su cuerpo. Una mirada cautivante para que todo su mundo se volcara boca arriba. Fue cuando comenzó su descenso y con él, su deterioro inexplicable. Su cuerpo se debilitó y su piel se empezó a escurrir, su alma se estaba desangrando… poco a poco fue tocando tierra y a través de su herida fue muriendo lentamente, muriendo de amor.

¿Qué sucedió? Se había enamorado de ella a primera vista. Traicionera amante y desgracia asesina. 

No escuchó consejos ni advertencias, simplemente se lanzó al vacío y en la víspera de su último suspiro, abrazó con pasión inclemente a aquella hermosa rosa, buscando consuelo en alguien que solo supo clavar su puñal sin piedad en aquella vieja y necia burbuja. 

 

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