Hace 60 años unos platócratas convencieron a los politiqueros de turno de que valía la pena producir aquí el carro colombiano.

Sin vacilar mucho, los coreanos (Mazda), los gringos (Chevrolet) y los franceses (Renault) se lanzaron a disfrutar de privilegios que devinieron en groseros.

Financiada con nuestros impuestos, la trama favoreció a algunos colombianos que fueron admitidos como accionistas minoritarios de esas empresas.

La fiesta automotriz criolla les permitió importar insumos sin pagar aranceles, producir y vender sin pagar impuestos de renta regulares y, si mi memoria no falla (que suele hacerlo), comprar dólares para sus importaciones a menores precios cambiarios.

La cereza del postre, fue que sobrevivieron gracias al cierre de importaciones de autos extranjeros o, como hasta hoy cuando los importados pagan unos aranceles extraordinarios

A este festín de fantasías le llamamos dizque “industria automotriz colombiana”. ¿Y a cambio de qué?

Asumiendo que las ensambladoras “colombianas” lanzaran al mercado unos 50.000 automóviles anuales (en sus mejores años), en México, por ejemplo, se producían por entonces unos 400.000 motores.

(Obsérvese que en 2023, el tamaño del mercado (nacionales más importados) sumó unos 150.000 automóviles). (https://www.elespectador.com/economia/empresas/hicimos-lo-posible-para-seguir-fabricando-en-colombia-vocero-de-general-motors/).

Eso significa, a primera vista, que las ensambladoras mexicanas estaban capacitadas para producir 400.000 autos, de modo que las colombianas utilizarían apenas el 12% de su capacidad instalada.

Con otras palabras, por cada carro que producían estaban en capacidad de producir siete más (desperdiciando el 88% de la inversión lo que aliviaban elevando el precio de los “nacionales”).

(Téngase en cuenta que a 2023, la capacidad instalada útil de Colmotores no pasó del 11%, ¡un 1% menos que hace 60 años! (https://www.elespectador.com/economia/empresas/hicimos-lo-posible-para-seguir-fabricando-en-colombia-vocero-de-general-motors/).

Para redondear la historieta, las ensambladoras tampoco generaron empleo de mano de obra (la industria automotriz es, por esencia, una que emplea maquinarias con un bajísimo empleo de mano de obra).

(Al cierre hoy de Colmotores, su presidente se enorgullece de haber tenido trabajando a 550 personas, esto es, un 0,000024% de la población ocupada del país) (https://www.elespectador.com/economia/empresas/hicimos-lo-posible-para-seguir-fabricando-en-colombia-vocero-de-general-motors/).

Y tampoco generaron divisas. Incapaces de satisfacer siquiera el pequeño mercado criollo, a sus altos precios no se vendía un Mazda, un Chevrolet o un Renault en los mercados vecinos.

(O sea que en lugar de generar divisas, consumieron parte de las divisas petroleras o agropecuarias).

Por esas y otras razones el tal carro colombiano nació muerto. Por ello el anuncio del cierre de Colmotores no pasa de ser un feliz entierro de tercera. (https://www.elespectador.com/economia/empresas/lo-que-hay-detras-del-cierre-de-la-planta-de-colmotores-en-colombia/   abril 27 2024)

Congótica. Durante más de 60 años, la platocracia liberal conservadora subsidió (con nuestros impuestos) una industria automotriz fantasma que sólo produjo costos generales y enriquecimientos particulares.

Congótica 2. Durante más de 60 años aquellos “industriales” no pagaron impuestos, no generaron divisas, tampoco emplearon mano de obra y ahora, se van de Colombia porque ”…  porque resulta más eficiente (hacerlo) por las condiciones que hay en otros países.” (https://www.elespectador.com/economia/empresas/hicimos-lo-posible-para-seguir-fabricando-en-colombia-vocero-de-general-motors/).

Congótica 3. Lo que algunos supimos ya hace 60 años y resultó herético siquiera poner en duda, algunos vienen a “descubrirlo” ahora que se murió el engendro.

Congótica 4. “No hay muerto malo ni novia fea”

Congótica 5. Pero “No hay desayuno gratis”.

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