El Magazín

Publicado el elmagazin

Y si las mujeres violáramos las reglas

Flickr, Renata
Flickr, Renata

Marcela Joya (*)

El cuerpo, otra vez.

Son las patas de pulpo que golpean mi vientre,

lo rompen.

El cuerpo, otra vez.

¡Cuánto repudio!

Limite, sepulcro de caricias, fútil ilusión de existencia,

voz nimia de los años despiadados,

(jamás he querido los años que mi cuerpo posee)

prosaica resignación de mi alma insatisfecha.

Cuerpo que me tocó, de mujer.

Malicia fríamente calculada con tal atrocidad

que parece haber sido creada por el hombre.

No es inspiración divina.

La mujer sufre, el hombre admira.

Cuánto quisiera abandonar esta envoltura de tez femínea,

rota, descuajada, tarambana,

más, cuando el volcán ardiendo se detona.

Y hay cenizas, otra vez.

Me harto de mi deseo por surgir de ellas (de intentarlo)

cuando de las cenizas no hay más que eso,

polvos bastardos.

La lava corre de prisa a mis pies.

He de recogerla. He de limpiarla.

Mis pies, no sé qué que esperan, pero no obedecen a mis órdenes,

o quizás, sólo atienden la gravedad.

Las rocas de tierra infértil, calientísimas,

se han vuelto caderas. Secas. Duelen.

Todo me duele, menos la gente.

Tal vez,

no hay corazón en mi pecho o no hay pecho.

Cuando el volcán rebasa la vida lo único que hay son dos senos.

Dos insípidas tetas blancas.

Malogradas. Malditas.

Si tan sólo pudiera arrancármelas y excavar,

a ver si hay en lugar alguno un corazón escondido

o al menos algo, que se le parezca.

Entonces podré reclamarle: insensible, traidor.

Sístole no más. Me inundas.

El mundo es de negros nubarrones, quiero gritar,

pero no hay gritos. Nadie los escucha.

Es el cuerpo, otra vez,

el corazón que se deshace

y el dolor que se derrama entre mis piernas.

¡Cuánto detesto este cuerpo de mujer!

————————————————

(*) Colaboradora.

Comentarios