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Condena del juez al poeta

Well kept secrets,Flickr, Luis Argerich
Well kept secrets,Flickr, Luis Argerich

Dirk Wojtczack Vecilla (*)

El juez dicta la sentencia: Cadena perpetua al poeta, el maldito escritor de versos malogrados, a seguir arrastrándose por la tierra, por la superficie de papeles. La cadena perpetua al estúpido poeta empedernido será cumplida paralela a la sentencia de alejamiento mandatorio y restringido,  de cualquier joven atractiva, y que no se le antoje ningún deseo mental con imágenes de actividades carnales o de momentos de placer explícito, no apta para el consumo intelectual y mucho menos comercial.

El poeta será condenado a literalmente arrastrar por los tobillos cadenas de hierro forjado, con un peso mínimo de 25 libras por cada pierna. Al poeta no se le prohibirá el uso de sus herramientas básicas: plumas, bolígrafos, lápices, crayolas, palos de carbón, tinta china, con tal que sean para el consumo propio de letras, palabras, versos, mensajes, códigos, símbolos, o formulas matemáticas.

El poeta se esforzará en no repetirse, sea verso, pensamiento, idea o concepto, sin importar el orden o el argumento de cada oración. El poeta debe cumplir con todas las normas modernas de la Real Academia Española, en lo que se relacione al castellano, español peninsular, español americano, español local, e incluso con las reglas básicas del spanglish.

El poeta se regirá en cumplir con funciones escritas y se anulará cualquier obra grabada en cualquier medio visual. Las funciones escritas consisten en obras escritas a puño de mano, máquina de escribir, ordenadora y tipografía clásica.

El poeta mantendrá todos los derechos de creatividad absoluta, sin importar el origen de la influencia, directa e indirecta,  o el estado de animo del mismo.

El propósito del poeta no será de atacar al débil o enriquecer al corrupto. El poeta permanecerá siempre aliado a la raza humana, sin importar color, sexo, edad, país o color de pelo. El propósito del poeta será de buscar la pura fuente de la verdad, sin ninguna importancia a defectos o consecuencias. El poeta deberá siempre mantenerse disponible para en cualquier momento servir de útil hacia el bien de la sociedad.

El poeta deberá siempre mantenerse fiel a la causa justa y su palabra debe ser escrita con el mismo tono de su corazón, su sangre, y su lágrima. En caso de que el poeta se contradiga entre lo escrito y lo dicho verbalmente, su letra tendrá mayor preponderancia, y no se admitirá ningún cambio después; así entonces, el poeta medirá cada letra, cada palabra, cada oración, cuidadosamente.

Y por última orden del juez, el poeta nunca podrá renunciar a su oficio, ni aun después de que su vida haya expirado. La misión del poeta es permanente, perenne, y eterna. Nada que el hombre haga para aniquilar la existencia de la palabra escrita podrá ser usada como pretexto para renunciar a este ciclo vicioso de ser poeta.

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(*) Colaborador.

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