Nota preliminar: Esta columna se publica simultáneamente en El Correo del Golfo, firmada con el nombre de pila del autor. Se puede leer aquí:

https://www.elcorreo.ae/opinion/dixon-moya/carlos-alban-inventor-colombiano/20231001115029158095.html

Que los colombianos somos inventivos e innovadores, hay pruebas de ello todos los días y en todas las ramas del saber y quehacer humanos. En cierta forma, a veces nos falla la previsión, pero sabemos salvar las situaciones con ingenio a la hora de improvisar, aunque no siempre esa capacidad sea buen síntoma. Ahora bien, debería de haber un paso entre la inventiva cotidiana y la invención científica y afortunadamente tenemos ejemplos contemporáneos, desde médicos innovadores como los médicos Salomón Hakim, Rodolfo Llinás, el ingeniero Jorge Reynolds Pombo, hasta el inventor de la zumba, el bailarín Beto Pérez.

Sin embargo, hemos olvidado a quien posiblemente sea el primer inventor colombiano, un personaje digno de novela, se trata del General Francisco José Carlos Albán Estupiñán, más conocido como Carlos Albán (1844 – 1902), militar, abogado y médico, especializado en matemáticas, química, medicina, pero que a la usanza del renacimiento se interesó en la filosofía, el derecho y el periodismo, es decir, lo que podríamos llamar un humanista, su orientación política fue el conservatismo apoyado por el catolicismo. Sin embargo, aquí no nos interesan sus ideas políticas o su actividad pública sino su trabajo científico.

Albán en la química creó un disolvente para la goma, en física estudió la reflexión de la luz, e inventó un reloj que marca la hora mundial, así como un aparato para levantar todo tipo de peso. Sin embargo, su más importante invención fue un sistema metálico para sostener un globo aéreo, cuya patente data de 1887. En otras palabras, lo que proponía Albán era una cubierta metálica en lugar de las cubiertas de textiles, puede decirse que se anticipó al chasis de las aeronaves, tanto de aviones como de cohetes.

La condición de inventor de Albán posiblemente se potenció, con un nombramiento diplomático del cual fue beneficiario. Designado como cónsul de Colombia en la ciudad de Hamburgo, Alemania, en el periodo 1896 – 1898, conoció y se hizo amigo del conde Ferdinand von Zeppelin, quien aparentemente no tenía formación científica a diferencia del colombiano, quien habría realizado los cálculos para garantizar la viabilidad aérea del dirigible que estaba desarrollando el alemán. Su notable intervención, habría posibilitado el éxito de su amigo, quien a la postre quedaría con todo el reconocimiento, dando su nombre al artefacto volador. Carlos Albán nunca pudo ver un zepelín volando, al morir en Panamá en 1902 (cuando era todavía provincia colombiana), combatiendo en la llamada Guerra de los Mil Días, enfrentamiento entre liberales y conservadores en Colombia.

A Carlos Albán, también se le atribuye un telescopio novedoso, empleando diversos cristales para enfocar la visión. Un aparato para crear el vacío, un espejo flexible o elástico, es decir, inventos con un soporte científico importante. En el libro de Alberto Mayor Mora, Silvia Inés Jiménez Gómez y Hugo Cardona Bueno “Inventos y patentes en Colombia, 1930 – 2000”, se menciona que Albán también se interesó por crear dispositivos que le ayudaran a la gente en los aspectos básicos de la vida, como una lámpara de gas acetileno o métodos y recetas de medicinas con base en productos naturales que realizaba en la farmacia de su propiedad. En ese sentido, se anticipó a la ola de las medicinas naturales que ahora son tan demandadas por consumidores, como quien esto escribe, que tienen desconfianza natural por los productos químicos.

Laurencio Acosta Guzmán y Carlos Albán Holguín

 

Carlos Albán habría sido abuelo del político y diplomático conservador Carlos Albán Holguín, y aquí tengo una anécdota que me acerca al inventor. Resulta que mi padre-abuelo, Laurencio Acosta Guzmán, un liberal y sindicalista de ideas socialistas, cuando fue presidente de la junta de acción comunal de su barrio, gestionó para que el alcalde de Bogotá realizara la inauguración de una importante obra de aquella comunidad y el alcalde Albán Holguín accedió. Laurencio quien había sufrido la persecución del régimen conservador en los años cuarenta, que lo convirtió con su esposa Carmen Rosa Medellín en desplazados, siempre recordó con cariño el gesto del alcalde conservador, guardando la fotografía en la que aparecía, llevando del brazo al alcalde mayor, en una muestra de reconciliación y simpatía personal, que trascendió la rivalidad política.

Es muy difícil determinar si Carlos Albán fue el real inventor del zepelín, algunos estudiosos así lo aseveran, pero lo que no está en duda es su condición de haber sido un hombre del renacimiento en los albores del siglo XX en Colombia, un científico inventor, a quien se lo llevó el peor invento de la humanidad, la guerra. En cualquier caso, sea el momento de recordarlo.

Dixon Acosta Medellín

En lo que se llamaba Twitter, a la hora del recreo aparece como @dixonmedellin

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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