El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

RUBENS EN EL MUSEO DEL LOUVRE-LENS

Louvre Lens 2

Antes de hablarles sobre la exposición La Europa de Rubens, voy a referirme al Museo que la acoge, El Louvre-Lens, ubicado en la región Norte-Pas de Calais, cerca a Lille, en la ciudad que lleva su nombre Lens (Francia), inaugurado el 12 de diciembre de 2012, y hasta el momento ya ha recibido más de medio millón de visitantes.

El Museo es una apuesta por descentralizar la cultura y llevar las grandes obras artísticas a todas las provincias francesas; sin importar si son turísticas o no. Es el caso de Lens, que es considerada una ciudad “sinistrée”, ya que en la década de los 80 perdió, junto a muchas otras de la región, la fuente de trabajo que la hizo vivir por espacio de muchos siglos, el carbón. Por espacio de varios años estas ciudades se sumieron en un abandono estatal que las sumió en diversos problemas sociales relacionados con el alto desempleo que el cierre de dicha actividad generó. Pobreza extrema, alcoholismo, alta deserción escolar, violencia intrafamiliar, entre otros males.

El Museo Louvre-Lens está ubicado cerca al estadio de la ciudad, pero lo que más me llamó la atención la primera vez que lo visité, fue que para llegar a él hay que atravesar un antiguo barrio minero. Sus casas dignas llevan las heridas de la debacle que representó el cierre de las minas. Considero que hacer un museo, máxime cuando se trata de una extensión del Louvre, en un barrio popular, es una apuesta por dignificar a un segmento de la población que por milenios ha sido ignorada por los grandes arquitectos y urbanistas que han querido esconderla en las periferias para que sus hijos no se enteren que la miseria existe, ni tengan que establecer relaciones con la muchachada de la mal llamada plebe.

El Museo del Louvre-Lens es una enorme construcción de un solo piso y con un teatro en su sótano. Es una construcción moderna, considero que ya es un ícono en la arquitectura de este siglo. No obstante, no es la única sucursal de un museo importante, ya que anteriormente se había construido el Centro Pompidou-Metz. Además está en construcción la sede del Museo del Louvre Abu-Dhavi, en los Emiratos Árabes Unidos, cuya sede ha debido ser terminada este año, por lo que la inauguración se aplazó para el 2015 y el diseñador de la obra es el arquitecto francés Jean Nouvel, tiene una superficie de 24.000 m2 y un costo aproximado a los 108 millones de euros.

Actualmente el Museo Louvre-Lens expone una cuidadosa selección de algunas de las obras del gran pintor barroco Pedro Pablo Rubens (1577-1640); entre ellas el cuadro de su segunda esposa Hélène Fourment y sus dos hijos, una de mis pinturas favoritas, no ahora, desde siempre, desde que tuve la fortuna de conocer a este pintor en las clases de historia del arte que recibí en mi época universitaria.

Y aunque ya la había visto varias veces, el sábado pasado no podía moverme del sitio donde estaba colgada; era como si mis pies se hubiesen convertido en raíces que crecían y crecían tierra abajo, pero mi cuerpo, convertido en tronco, tampoco quería moverse; sólo mis ojos, alucinados por tanta belleza, se movían de un lado a otro. El cuadro de Rubens, al que hago referencia, es una obra inacabada; en eso se adelantó a muchas escuelas pictóricas que vendrían después de él. Pero además la pincelada suelta, propia de la Escuela de Barbizon, pero sobre todo de la Impresionista, marcó un hito en la obra de este pintor genial. Hay otro aspecto fundamental, y es el manejo de la luz. Es una luz que baña todo el cuadro, una luz que ilumina prácticamente toda la escena y que hace que sus personajes estén como suspendidos en el espacio y en el tiempo. Incluso un visitante que estaba a mi lado, viendo que su emoción era plenamente compartida por mí, me dijo: – Uno diría que es un cuadro de Renoir. Y no le faltaba razón, ya que con esta obra Rubens se adelantó doscientos años al movimiento que habría de cortar la historia del arte en dos, y al que acabo de referirme, el Impresionismo.

Hélène Fourment es en realidad su verdadera musa y yo diría que la mujer de su vida. Se casó con ella a la edad de 53 años, Hélène sólo tenía 16, después de una viudez de 19 largos años, en los que se dedicó básicamente a viajar, y por supuesto a pintar. Fue un pintor prolífico, puesto que el legado pictórico que dejó suma alrededor de 3000 obras, muchas de ellas de gran formato.

Además de gran viajero, Rubens se destacó por ser un hombre de una enorme cultura, y también por ser políglota; ya que hablaba alemán, español, francés, latín, y por supuesto la lengua de sus padres, el flamenco o neerlandés, o sea el idioma de las provincias flamencas de la actual Bélgica y por supuesto de Holanda. Ya que no hay que olvidar que si bien Rubens nació en Siegen, cerca a la ciudad de Colonia (Alemania), su familia era originaria de Amberes, y allí habría de vivir luego con su padre. Fue también un hombre que se interesó por estrechar lazos con los hombres cultos de su época, así que estableció con ellos una profunda y extensa correspondencia, en la que se ve claramente todos los temas que le interesaban. En otras palabras, Rubens era un hombre universal, no sólo un artesano que había aprendido una técnica pictórica, sino un hombre de gran relevancia intelectual.

Por otra parte, fue un pintor que nunca dudó en copiar a los maestros de la pintura italiana, como Tiziano, Veronese, Caravaggio,Tintoretto. Admiraba a Miguel Ángel y a Leonardo. Pero también copió a  Durero y a Holbein, entre otros. De hecho, la exposición a la que hago referencia es un diálogo con varios de estos pintores. Así que a medida que recorremos las salas vemos las obras de sus grandes influencias y las obras que hizo de cada una de ellas. Este dato es muy importante, ya que en la actualidad muchos artistas consideran que no hay necesidad de ir a las fuentes y que la historia del arte sólo es un estorbo del que hay que sacudirse, y entre más rápido mejor.

No obstante, quiero agregar que no todas las obras de Rubens me seducen; si bien admiro muchas de ellas, sobre todo las que corresponden a su última etapa, también es cierto que las alegorías mitológicas me aburren y no logran atraparme. Me refiero a obras como Venus y Adonis o El Rapto de Europa. No me pasa lo mismo con Las tres gracias, donde podemos observar a Hélène en la musa de la izquierda. Otra obra revolucionaria, desde el punto de vista pictórico, al menos para mí, es Paseo en el jardín de Amberes (1631), en el que aparece junto a su joven esposa.

Pedro Pablo Rubens es un pintor que nunca dejará de sorprendernos, pero ante todo hace parte del legado cultural de Occidente, en este caso pictórico, y que como muchos otros legados, venidos de otras culturas y de otras latitudes, me reconcilia con el hecho de pertenecer a la especie humana.

 

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