El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

SOBRE EL RESPETO Y ALGO MÁS

El breve comentario que hice sobre “La arrogancia enceguece, el caso de Gustavo Petro”, generó una serie de respuestas de todos los calibres, desde las personas que solo saben expresarse con insultos y amenazas y que dejan ver su machismo atávico, pasando por aquellos que disienten de mi forma de pensar con respecto al respeto y a la dignidad, hasta aquellas personas que piensan de una forma similar a la mía. El alcalde de Bogotá no lleva ni siquiera noventa días en el cargo, como para que yo me permita criticar su administración; además ese es un terreno que dejo a los expertos y yo no lo soy, ni pretendo serlo. Confieso que no creí que el comentario en cuestión generara tanta polémica, máxime que cuando escribo sobre arte o literatura, y es el 99.9% de mi oficio como bloguera, no recibo muchos comentarios, pero si cuento con una fiel lectora que se firma Rueca.

El artículo sobre la arrogancia tiene que ver con ética, con principios filosóficos, o con valores como los llaman ahora en los colegios. Y es que yo tuve la fortuna de crecer en un hogar donde el respeto y la tolerancia siempre fueron la brújula de mis padres. Mi padre, un feminista extraordinario, profesor universitario, poseedor de una gran sapiencia, humanista y científico y mi madre, educadora, dueña de un colegio, lo que le permitía ganar más dinero que mi padre, sin que él se sintiese nunca humillado por la situación en sí; fueron una pareja en el sentido cabal de la palabra y lo supieron transmitir a su prole.

Y si hablo de mi hogar, es porque de una u otra forma la familia es un pequeño universo que nos prepara para la vida de adultos y para el comportamiento que vamos a tener cuando enfrentemos el mundo laboral, social, político, etc… Considero que un buen gobernante debe partir de la ética para poder ejercer su labor, si no lo hace puede convertirse en un sátrapa, como los que abundan hoy en día. Puede ser que me llamen ilusa, pero prefiero pasar por insulsa, a bajar la cabeza ante la ignominia y el irrespeto que caracteriza a la sociedad contemporánea. Si pensáramos más en una buena educación, en vez de privilegiar a la guerra, si pensáramos en crear fuentes de empleo y dar salarios equitativos, en vez de carruseles de pensiones, si pensáramos que gobernar es sinónimo de humildad y no de arrogancia, entonces creo que este mundo sería mucho mejor.

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