El Mal Economista

Publicado el EME

¿Y lo mío qué?

Por: Alejandro Huertas

Hoy de entrada lo admito, y públicamente además, que sí, peco por dejar prácticamente de lado aquellos hechos tan relevantes de la actualidad nacional. No hablo de la caída de los precios del petróleo, el hueco (¿cráter?) fiscal, las licitaciones de vías de cuarta generación, ni de la crisis de los acuerdos de paz, las VIP en el norte de Bogotá o la negociación del salario mínimo. De estos temas coyunturales y que levantan ampolla tiendo a hablar únicamente en las conversaciones de sobremesa. En otros espacios, incluyendo este, me siento tan desinformado que prefiero callar, escuchar a alguien que sepa más que yo y no exacerbar el opinadero que satura los medios acerca del tema de la semana.

Yo prefiero, y siempre he preferido, centrar mi atención en las cosas pequeñas, que no por esto son las menos importantes. Por ejemplo, las pequeñas corrupciones ciudadanas, como las llaman aquí, son frecuentemente toleradas, o incluso alabadas, mientras que las grandes (el carrusel de la contratación, o tantos otros carruseles en este país) son repudiadas. A esta altura no entiendo cómo unas son aceptadas y otras rechazadas, si ambas provienen de la misma motivación, el egoísmo. ¿Es entonces el egoísmo la raíz de los problemas que aquejan a Bogotá, Colombia o el mundo? ¿Deberíamos suscribir un tratado (la actividad favorita de Colombia) para erradicar el egoísmo y así acabar con la corrupción que aqueja al mundo?

La respuesta económica es No. Los economistas creemos ‘fervientemente’ que sin egoísmo no funcionaría el mercado, mecanismo que logra coordinarnos a nosotros, individuos dispersos y sin relación, para intercambiar bienes y servicios y tener un mayor bienestar. La anterior interpretación vaga y laxa de Adam Smith, su riqueza de las Naciones y su mano invisible, empieza a mostrar que el egoismo no es del todo malo. Sin embargo, si usted es de los que se opone radicalmente al mercado, porque es la base de este sistema capitalista que hace a los pobres más pobres y a los ricos más ricos, quiero decirle que aún así el egoísmo tiene salvación.

Yo sé que si únicamente se tiene en cuenta la definición que da la Real Academia de la Lengua Española, muchos, sino todos, crucificaríamos al egoísmo (egoísmo según la RAE: Acto sugerido por un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.). Porque, palabras más palabras menos, lo que ahí dice es, solo preocuparse por uno mismo y su propio bienestar.

Ahora bien, si les digo que yo tengo una amiga dedicada a salvar animales, u otra que está ayudando a organizar ‘The Street Store’ acá en Bogotá, la mayoría pensaría que estas personas no son egoístas, yo digo que sí. Sí porque, si el egoísmo es preocuparme por mi bienestar, y mi bienestar se aumenta cuando veo que las personas en condición de calle, o los animales, o la causa a la que uno se adhiera, está bien, entonces al apoyar esta causa, estoy preocupandome por mi propio bienestar. En resumidas cuentas, al preocuparme por el otro también estoy siendo egoista.

De acuerdo, este último argumento puede no ser fácil de digerir, e incluso pueda que usted decida no creerme. Dado esto le propongo lo siguiente, imaginese que en un país solo viven dos personas, Juan y Pedro. Juan es un bandido que hace todo lo posible para aprovecharse de Pedro, le quita parte de su comida y se adueña de todo lo que este le presta. Pedro, por su parte, es un hombre bondadoso que tolera a Juan e incluso lo auxilia constantemente cuando busca problemas. Ahora, a este país llega de paso un juez benevolente e imparcial que ve este caso y sentencia a Juan a que no siga haciendo sus fechorías. En cuanto a Pedro, el juez se pregunta si sería necesario reconocer algo de su mérito por ser tan buen vecino. Yo creería que sí, y en este país de dos personas, debería ser Juan quien lo haga.

¿Qué motivaba a Juan a ser tan mala persona? Probablemente su afán de mejorar su propio bienestar, pero ¿Qué motivaba a Pedro a ser tan buenagente? El altruísmo, una convicción personal, saber que ese era su único vecino o todas las anteriores. En realidad esta respuesta no influye mucho en el resultado, sea cual sea, suponiendo que al menos una de estas respuestas es la verdadera, si Pedro actuara de otra manera a pesar de su motivación interna, probablemente su bienestar habría disminuido. Más o menos así es en la vida real, hay algunos Juanes, algunos Pedros y otros tantos que son puntos medios entre estos dos, pero sea quién sea el individuo, si deja de actuar de acuerdo a su forma de pensar, ya sea con egoísmo del bueno o del malo, probablemente no esté tan bien como si lo hubiera hecho.

Al final, las cosas que parecen pequeñas, pueden no serlo. Por ejemplo, el egoísmo puede explicar por qué alguien se “cuelga” del poste de la luz en vez de pagar la factura, por qué hay carrusel de la contratación, por qué oponerse o estar a favor de las VIP en el norte, querer que se firmen los acuerdos de paz, o querer ayudar a las personas en situación de calle. Sí, siendo amplios con la definición, el egoísmo no es tan malo; eso sí, el egoísmo del malo, si no desaparece hay que dejarlo en ‘sus justas proporciones’.

*Si alguien está interesado en ayudar con The Street Store en Bogotá, por favor escribirme a [email protected] y yo trato de contactarlo con los encargados.

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