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Publicado el El Mal Economista (EME)

Una sociedad estratificadora: capital social y educación superior

¿Qué están haciendo mal las universidades públicas para recibir un trato diferencial en el mercado laboral si en promedio sus egresados no son malos (todo lo contrario)? 

Por: Juan Manuel Monroy

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La discusión en educación superior se ha centrado en el programa bandera del Gobierno, Ser Pilo Paga (SPP), y lo que implica en términos de financiamiento para las universidades públicas. Sin embargo, esto no es más que la extensión de ese viejo debate entre lo público y lo privado: ¿qué es mejor y a qué apostarle?

No obstante, el vínculo entre el mercado laboral y la educación superior es de vital importancia para el sistema económico. En general, la gente opta por educarse ya que esto representa retornos monetarios que han sido calculados entre 7,4% y 12,8% para Colombia. Sin embargo, la decisión de hacerlo no es tan fácil dadas todas las restricciones presupuestarias e incluso la falta de información, así como también la dinámica propia del sistema económico y social colombiano que estratifica hasta las universidades.

Para comenzar, quiero destacar tres conclusiones de un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en donde se puede ver cómo está Colombia frente al mundo en educación terciaria. La primera es que la demanda por educación terciaria en varios países ha venido creciendo y Colombia no es la excepción. Para el 2016, cerca del 25% de las personas entre 25 y 34 años que tomaban clases se formaban en Instituciones de Educación Superior (IES). Aunque esta cifra es inferior al promedio de países miembros de la OCDE (42%), no está muy lejos de Chile (30%) y en cambio supera en dicha proporción a México (22%) y Argentina (20%).

La segunda se refiere a que, tal como había comentado en el segundo párrafo, lo que suceda en el mercado laboral con los egresados del sistema de ES es muy importante. En este sentido, de una muestra de 46 países, Colombia hace parte de los cuatro en donde la tasa de desempleo de aquellos que tienen educación terciaria es mayor a las personas que tienen bachillerato, e incluso ocupa la posición siete entre los países con mayor desempleo en personas con educación terciaria. ¿Es esto alarmante para el sistema educativo de un país? La gráfica 1 reúne lo comentado anteriormente para algunos países seleccionados. Allí se puede observar que la estructura de educación es muy importante para generar oportunidades laborales a todos los niveles de educación. Colombia, por supuesto, viene de elevadas tasas de desempleo producidas por la crisis económica, así como España o Grecia.

Gráfica 1: Tasa de desempleo (2016) por nivel de educación

Fuente: elaboración propia con base en la OCDE.
Fuente: elaboración propia con base en la OCDE.

La tercera es que Colombia ha optado por fuentes de financiación dualistas en donde se tienen recursos enteramente privados o enteramente públicos dados a la oferta, dejando de lado inversiones de los hogares o de otras entidades privadas. Siendo así, cerca del 52% de los recursos en Colombia son privados, esto no sucede en ninguno de los 40 países de la muestra (lo que no implica que sea malo), de hecho, el promedio de las fuentes de financiamiento de la educación terciaria en los países de la OCDE está conformado en un 70% por recursos públicos transferidos a la oferta.

Pero además de la estructura del mercado laboral, ¿cómo se comportan los salarios de enganche para egresados de IES? Pese a que las públicas obtienen puntajes superiores en pruebas de razonamiento cuantitativo y lectura crítica (6 y 5 puntos porcentuales por encima) con respecto a las privadas, esto no necesariamente se traduce en mejores salarios. Aquí la gráfica 2 muestra la relación entre el nivel socioeconómico promedio de los estudiantes que presentan pruebas Saber Pro y el salario que reciben los egresados un año después de obtener el título. La relación es positiva, lo que de cierta manera captura algo que conocemos como capital social. Esta estrecha relación, además, pone en evidencia lo que siempre hemos sabido, que las IES públicas (puntos verdes) sacan en promedio egresados con salarios muy inferiores a los de las IES privadas.

Gráfica 2: Nivel socioeconómico vs salario de enganche

Elaboración propia con base en icfes y Ole
Elaboración propia con base en icfes y Ole

Una pregunta válida es qué están haciendo mal las públicas para recibir este trato diferencial, ya que en promedio sus egresados no son malos (todo lo contrario). No obstante, otra pregunta también válida es qué hace esta sociedad para sobrevalorar lo privado por encima de lo público. Una explicación es que nuestra sociedad es extremadamente clasista y la estratificación es una norma que se evidencia en el mercado laboral también. De hecho, en general se ha clasificado al sistema educativo de tal manera que lo público es para pobres y lo privado para los que pueden pagar. En la decisión de los hogares de clase alta poco se tiene en cuenta a las universidades públicas dentro del portafolio de elección. Esto, sin lugar a duda, lleva a que lo que se conoce como movilidad social se estanque de cierta manera y, por el contrario, se reproduzcan los mismos círculos sociales.

En varias discusiones he escuchado el argumento de un par de amigos que afirman que decidieron estudiar en una universidad privada porque no querían quitarle la oportunidad de ingresar a alguien pobre. Otros, más osados, hablan de capital social. Es decir, que las privadas le ofrecen lo que normalmente se conoce como networking, o rosca. Sin embargo, estos argumentos solo reproducen un esquema excluyente que clasifica la educación para ricos y para pobres.

De hecho, la virtud más importante del programa SPP es que permite que las interacciones entre clases sociales se den de manera interesante al interior de las IES privadas, sin embargo, el costo para las IES públicas es muy grande y no se tiene en cuenta lo que sucede al interior de estas últimas. Es más, la misma OCDE llama la atención en un informe especial para Colombia sobre la eficiencia de este tipo de programas, así como la evaluación de posibles alternativas. No basta con fortalecer la educación pública únicamente con aportes monetarios del Estado (que son más que necesarios), es relevante que exista un respaldo social que lleve incluso a que todas las clases sociales vean como una opción deseable educarse en IES públicas; desarmar ese triste y decadente adagio popular que resalta que lo público, al ser de todos, no es de nadie.

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