El Mal Economista

Publicado el oscaredreyes

Subversión Musical: La Hora Del Melómano

Por: Juan Esteban Sanabria (con la colaboración de José Fernando Duarte)

Twitter: @jferduarte

                @MALECONOMISTA

Facebook: El mal economista

Instagram: @maleconomista

Hace poco me encontraba en una fiesta en casa de un amigo. Cuando llegó el momento de decidir que música pondríamos durante la velada y quién la curaría, me encontré con la sorpresa de que yo era el único que aún cargaba su música en el celular, mientras todos los demás asistentes utilizaban y dependían exclusivamente de servicios de streaming. Pese a que no soy un arcaico o indiferente a mi tiempo y hago uso de estas nuevas plataformas de contenido, había decidido mantener mis opciones abiertas, o quizá solo estaba postergando lo inevitable. Hoy soy monógamo con una de estas plataformas.

Tomado de www.matttucker-portfolio.blogspot.com
Tomado de www.matttucker-portfolio.blogspot.com

Hace más de una década que la industria musical cambió para siempre y entró a la era digital. No es una novedad, pues esta ya había cambiado de formato varias veces con tecnologías como la radio o la rockola. Sin embargo, puede ser el de nuestros días el que más dramáticamente ha trasformado el mercado, la forma en que consumimos e incluso cómo nos relacionamos con la música. Nada más entre 2000 y 2010, tres cuartos de todas las tiendas de música (donde venden CDs) independientes del mundo han cerrado (The Telegraph, 2010).

En 1999, Napster inició esta cruzada y se lanzó cual Esparta en contra de los Persas, fue el primer intento subversivo contra los desproporcionados monopolios discográficos que mantuvieron durante décadas control extensivo y excesivo sobre artistas y consumidores. Y, pese a que pereció inexorablemente, no lo hizo sin dejar una semilla revolucionaria que ha desencadenado desde entonces una magnifica guerra entre disqueras y servicios de contenido online.

Para entender la naturaleza de esta diada en conflicto es fundamental primero esclarecer las características de la música como bien económico. Esta es un recurso de información que tiende a comportarse como un bien público, lo que quiere decir que su uso por parte de una persona no impide el de otra (no rival) y que está disponible para cualquiera (no exclusivo) o al menos su exclusión es muy difícil en la práctica una vez inicie su difusión; su valor deriva de factores como el tipo, formato, calidad, forma de intercambio y uso. Finalmente la información depende en buena medida de la experiencia, por lo cual su valor puede revelarse sólo después de su uso. (Campos, 2011)

Claras las anteriores características, es fácil hallar los puntos álgidos del conflicto. El más polémico es quizá el de los derechos de propiedad, en tanto la música es un bien extraordinariamente fácil de replicar. Por esta razón, la irrupción de Napster como plataforma que permite compartir contenido a través de la red (para usufructo de cualquiera, hecho por cualquiera anónimamente y generando un efecto colectivo), retó de manera manifiesta a las disqueras, dueñas históricas del contenido. Desde entonces, se generaron una serie de movimientos civiles (principalmente de la industria tecnológica) en contra del endurecimiento de los derechos de propiedad y a la vez de grandes movilizaciones desde las disqueras para persuadir entes comerciales y estatales para su fortalecimiento.

De esta batalla han surgido vencedoras, al menos parcialmente, las disqueras, pues han logrado que los tratados internacionales pro derechos de autor sean cada vez más estrictos y tiendan a beneficiarles (aunque el alcance de estos tratados sea muy limitado respecto a la internet). Sin embargo, son tal vez más perdedoras pues malgastaron valioso tiempo en impedir un inevitable cambio y no pudieron adaptar a tiempo su modelo de negocio, perdiendo vertiginosamente los beneficios y el poder que antes ostentaban. Como con la hidra, cortaron una cabeza de la que salieron dos, pues hasta el día de hoy no han logrado siquiera acercarse a vencer a la piratería, y abrieron espacio para modelos de negocio post-Napster como Ares, iTunes o el Streaming en general.

La costosa estrategia legalista que prevaleció en las grandes corporaciones disqueras sobreestimó su poder de contener la piratería online y subestimó el ambiente de cambio en el mercado. Decidieron no hacer caso al cambio tecnológico y terminaron desaprovechando su posición dominante para encausar esta inevitable transformación a su favor. Hoy siguen teniendo gran poder, sin embargo son seguidores, o sea, están sujetos a adaptarse al próximo avance, la próxima plataforma, o tendencia. Perdieron la oportunidad privilegiada de forjar y decidir el destino de la industria; ahora se dedican a adaptarse a quienes lo hacen.

(Fuente: RIAA)
Gráfica 1. Ganancias del mercado de la música en los Estados Unidos en 2011 (USD)
(Fuente: RIAA)

Primero llegaron las imitaciones de Napster, simples plataformas de P2P que, a medida que eran clausuradas, traían consigo el auge de muchas otras iguales. Posteriormente, iTunes, legitimó la era digital al imponer un modelo aún vigente que permite al consumidor acceder al contenido de manera legal, ya no apropiándose de una copia física contenido, sino adquiriendo una licencia a una copia de bajo precio. Aquello tuvo el efecto de recuperar levemente la industria, pues re-masificó el consumo de música legal y puso a disposición de casi cualquiera una vastísima colección a precios atractivos, sin embargo ha sido insuficiente para detener el persistente declive (ver gráfica 1).

Una de las más recientes plataformas es Spotify y su modelo de streaming, que quizá (aún está por probarse) sea el modelo con mayor potencial tanto para los consumidores como para los productores de la música. El modelo de streaming permite a los consumidores la reproducción legal de música sin límite. De una biblioteca muy generosa y por una tarifa periódica único, ya sea esta monetaria (cada mes en la categoría Premium) o por publicidad (cada tantas canciones bajo la modalidad Freemium). El relativo bajo costo de esta plataforma, la ha hecho un modelo increíblemente atractivo, pues se ha visto que en cuestión de un par de años ha alcanzado no solo la proliferación de un mercado muy competitivo, sino tal vez más importante, el crecimiento masivo de usuarios y de consumo legal del contenido, llegando hace poco a la increíble cifra de un trillón de reproducciones en plataformas online (Buli, 2015).

Gráfica 2. Ingresos del mercado mundial de la música divididos por formato.(Fuente: IFPI)
Gráfica 2. Ingresos del mercado mundial de la música divididos por formato.
(Fuente: IFPI)

Estas descomunales cifras son las que incitan grandes expectativas entre consumidores y productores. A las disqueras y artistas les permitiría ampliar su audiencia y consumo de manera muy importante, buscando aumentar el pastel (ver gráfica 2) lo suficiente para compensar los bajísimos precios a los que ahora permiten consumir su música, una de las mayores críticas del modelo (ver gráfica 3). Sin embargo somos los consumidores quienes más deberíamos reconocer la potencialidad del nuevo modelo, porque nos permite acceder a bibliotecas de tamaños cósmicos a bajísimos precios, mejorando permanentemente los beneficios y expectativas del servicio. El consumidor puede tener ahora contenidos de mejor calidad, más conveniente, pertinente y personalizado[1], por el módico precio de medio CD o 15 segundos de publicidad.

Gráfica 2. Principales servicios de música comparados(Fuente: informationisbeautiful.net)
Gráfica 2. Principales servicios de música comparados
(Fuente: informationisbeautiful.net)

La cada vez más fuerte competencia entre servicios de streaming solo continuará beneficiando en el largo plazo a los consumidores, quienes veremos que los costos seguirán reduciéndose y los beneficios aumentando con la llegada de más competidores al mercado, como sigue sucediendo con las recientes incursiones de Apple Music y Tidal. La caída en los precios que hemos presenciado en la última década y media es en parte el resultado del cambio tecnológico que ha transformado de la misma manera otras industrias, pero también es en parte resultado de la progresiva “des-oligopolización” de la industria. Es decir que, para beneficio de todos nosotros, cada vez nos alejamos más de un monopolio ejercido por pocas empresas y nos acercamos a la libre competencia.

 

Bibliografía

 

Buli, L. (04 de 10 de 2015). DATA TO DATE: THE RAPID RISE OF SOCIAL AND STREAMING. Obtenido de The Next Big Sound: https://www.nextbigsound.com/industryreport/2015summer

Campos, E. M. (2011). Derecho a la información, bien público y bien privado: acceso comunitario y acceso individual. Ciudad de Mexico: Universidad Nacional Autónoma de México.

The Telegraph (2010). “Three quarters of all independent music shops have closed down in the last decade”. Obtenido de: http://www.telegraph.co.uk/culture/music/music-news/7767333/Three-quarters-of-all-independent-music-shops-have-closed-down-in-the-last-decade.html


[1] Ver articulo al respecto en http://www.theverge.com/2015/9/30/9416579/spotify-dover-weekly-online-music-curation-interview

Comentarios