El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Su incapacidad para ahorrar puede tener una explicación inesperada…

¿Alguna vez se ha preguntado acerca de la relación entre lenguaje y decisiones económicas?

 

Por: Paula Bautista

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Tomado de: http://www.roundtheworldcouple.com/blog/2015/8/11/why-saving-money-is-so-effing-hard

¿Ha pensado que tal vez su capacidad para ahorrar, o no, puede estar relacionada con la lengua que habla? Claro, también podría estar relacionada con otras cosas, pero ¿acaso podría su tendencia a ahorrar tener alguna conexión con la estructura del español? Un estudio de economía del comportamiento realizado por Keith Chen, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, muestra que, en efecto, la propensión a ahorrar parece estar relacionada con ciertas características de las lenguas.

Hay muchas formas en que las lenguas pueden funcionar de manera diferente. En cuanto al vocabulario, por ejemplo, hay palabras de un idioma que no pueden ser traducidas a otro porque no existe un equivalente directo. Es el caso de la popular expresión saudade, cuyo significado es difícil de explicar para quienes no hablamos portugués. También la famosa historia sobre el gran número de palabras que tienen algunos dialectos esquimales para hablar de lo que nosotros en español simplemente llamamos nieve, puede ilustrar la forma en la que el vocabulario disponible en distintas lenguas difiere de manera considerable.

Una diferencia menos evidente tiene que ver con la forma en que distintos idiomas hacen referencia al tiempo, particularmente al futuro. Mientras que en algunas lenguas es preciso indicar de forma gramatical los eventos futuros, en otras no es necesario. En español, por ejemplo, debemos modificar el verbo para indicar el tiempo. Si hablamos del presente decimos “hoy llueve”, pero si queremos hablar del futuro decimos “mañana lloverá”. No decimos “hoy llueve” y “mañana llueve”; sin embargo, en alemán se usa “Morgen regnet es”, que podría traducirse de forma literal como “mañana llueve”. Así que con respecto a la forma en que significan el tiempo, podemos decir que existen lenguas que marcan el futuro y lenguas que no marcan el futuro.

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La hipótesis del profesor Chen es que en los casos de lenguas en que se debe marcar el futuro, los hablantes tienden a llevar a cabo menos acciones orientadas al futuro. En otras palabras, si la lengua desliga el futuro del presente, los hablantes tienden a preocuparse menos por el futuro. En el caso contrario, es decir, una lengua que no marca el futuro, este es percibido como algo cercano ya que la forma en se habla del futuro es prácticamente igual a la forma en que se habla del presente.  Dado que el lenguaje estructura el pensamiento, la forma en que hablamos del tiempo afecta nuestras acciones y comportamientos a través del mismo.

Entonces, ¿cómo se relaciona todo esto con la propensión a ahorrar? Siguiendo el argumento de Chen, ahorrar es una acción orientada al futuro, implica un esfuerzo presente que será retribuido posteriormente. Así que en las lenguas que no marcan el futuro, se da una asociación a nivel gramatical entre presente y futuro que parece incentivar comportamientos orientados al futuro, como el ahorro. Esto aplica de la misma manera para acciones como ejercitarse, dejar de fumar, usar condón, entre otras, aunque por ahora nos enfocamos en el ahorro económico.

Para probar su hipótesis, Keith Chen tomó grandes paquetes de información demográfica e intentó hallar individuos idénticos en todos los aspectos excepto la lengua. La idea era controlar todas las demás variables posibles para comprobar si efectivamente existe una relación entre la lengua y los comportamientos orientados al futuro. Chen encontró nueve países donde una porción de la población habla una lengua con marcación de futuro y otra porción de la misma población habla una lengua sin marcación de futuro. Con base en esta información, el profesor Chen comenzó emparejar familias tan similares como fuera posible y examinar si la relación entre lengua y ahorro se mantenía en los distintos casos.

Imagen 1Tomado de: https://www.ldc.upenn.edu/sites/www.ldc.upenn.edu/files/chen.pdf

Los resultados de este análisis muestran que, al controlar las variables restantes, los individuos que hablan una lengua sin marcación de futuro efectivamente ahorran más que aquellos cuya lengua marca el futuro. Según los datos, la probabilidad de haber ahorrado en cualquier año es 31% más alta para los hablantes de lenguas que no marcan el futuro. A largo plazo, además, las cifras muestran que estas personas habrán acumulado 39% más riqueza al momento de retirarse. Ahora bien, aunque a nivel nacional la diferencia es menor, la relación se mantiene. Los países cuyas lenguas no marcan el futuro ahorran un 6% más de su producto interno bruto (PIB) por año, lo cual a largo plazo tiene efectos considerables sobre la economía nacional.

En pocas palabras, lo que la investigación de Keith Chen sugiere es que la forma en que hablamos acerca de futuro incide en nuestra percepción del mismo y por tanto afecta nuestras decisiones. Como hablantes de una lengua que marca el  futuro, el español, tenemos la tendencia a pensar que es algo distante. En consecuencia, preferimos satisfacer necesidades o placeres ahora en vez de sacrificarlos en busca de bienestar futuro. Y bueno, no ahorrar es un claro ejemplo de esto.

 

Referencias

Chen, M. K. (2012). The effect of language on economic behavior: Evidence from savings rates, health behaviors, and retirement assets.

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