El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Logramos lo imposible, ahora hay que lograr lo improbable

Por: Andrés Sastre

Este podría ser el primerísimo primer paso de un nuevo país. Se trata del anuncio de un nuevo comienzo. Si es que  los colombianos lo permitimos…

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Fuente: http://www.cronicaviva.com.pe/colombia-61-a-favor-de-plebiscito-para-ratificar-paz-con-farc/

El día en el que se anunció con gran emoción lo que podríamos considerar el fin del conflicto con el grupo de las FARC, en medio del júbilo generado por la noticia, me puse a pensar que, estaba viendo el primerísimo primer paso de un nuevo país. Se trataba del anuncio de un nuevo comenzar, aunque estaba terminando un proceso de varios años en el que hubo incertidumbres, altibajos y muchos ‘sapos’[1] por tragar, finalmente podíamos decir que estábamos ante la primera piedra de un nuevo país. Por supuesto, también nos encontramos frente a muchas dudas por responder y un largo camino de reflexión, verdad y reconciliación por enfrentar. Nadie en su sano juicio considera que se trate de un proceso fácil; inclusivo quienes en todo su derecho han expresado diferencias frente al proceso reconocen el “berenjenal” en el que nos metimos al sentarnos durante 4 años con un grupo terrorista y aceptar que el diálogo era el mejor camino. Porque, como diría la abuela, “hablando se entiende la gente” y ahora que hemos terminado los diálogos de paz, surgen las preguntas ¿Qué sigue?, ¿Qué les va a pasar a víctimas y victimarios?, ¿Qué mecanismos de participación tendrán los exguerrilleros?, entre otras tantas preguntas. Sin embargo, prefiero dejar las respuestas de esos interrogantes a quienes son expertos en la materia y así poder dedicar estas líneas a otra reflexión. La reflexión sobre qué sigue con nosotros: sí, nosotros los colombianos.

No es una pregunta fácil de responder. Así que no aspiro a otra cosa que dejarla planteada en la mente de cada uno de ustedes. Como colombianos hemos crecido y vivido en un país en constante construcción que parece siempre haber tenido un limitante que ha impedido su apropiada evolución en los aspectos sociales, económicos y políticos. Nuestro país parece tener una herida que no ha sanado bien y que representa un impedimento para el apropiado desarrollo de los diferentes aspectos de la vida contemporánea. Esta pregunta la han abordado diferentes académicos, políticos y ciudadanos del común. Algunos han buscado la respuesta en nuestra historia, llegando incluso a concluir que nuestro pasado colonial, particularmente asociado a las instituciones españolas, explica el porqué de Colombia. Un gran escritor, David Bushnell, acuñó la frase “Colombia, una nación a pesar de sí misma”. Otros han mencionado que nuestra geografía agreste y las diferencias de nuestros pueblos han hecho que la diversidad y riqueza natural sean una maldición para el progreso. Algunos, más arriesgados, han dicho que nuestras élites se han perpetuado manteniendo una nación que les sirve a sus intereses sin pensar en las dificultades de las mayorías. Yo, haciendo abuso del atrevimiento de la ignorancia, digo que la razón por la cual Colombia no avanza somos nosotros, los colombianos.

Los colombianos somos una mezcla intrincada de culturas, etnias y creencias quienes que tuvo la fortuna de nacer en un país rico en historias y en recursos. No obstante, ese pasado y esas dotaciones iniciales no han sido suficientes para superarnos como nación. Hoy por hoy somos un pueblo que no se respeta a sí mismo, un pueblo que carece de valores esenciales como la solidaridad o la tolerancia. Un pueblo que tiene que dar el siguiente paso si quiere que su país prospere… Si bien durante cuatro años, los “Diálogos” de paz fueron han sido el tema principal de las conversaciones en los círculos sociales, políticos e intelectuales; probablemente no fueron el tema de conversación de su hogar ni del mío. A modo de culpa, debo admitir que el proceso de paz no ha sido protagonista en los temas de conversación de mi familia a pesar de que como casi todos los colombianos hemos vivido el conflicto directa e indirectamente.

 

 

Pues bien, ha llegado la hora de que dialoguemos como colombianos y busquemos la forma de contribuir a cambiar nuestra forma de ser. Es hora de olvidar el egoísmo y la envidia. De olvidar esa cultura del dinero fácil. Es momento de dejar a un lado la violencia intrafamiliar. Ya basta de planear cómo colarse en Transmilenio o en el MIO o en el Mega. Dejemos de perseguir conductores de Uber y pensemos en mejorar el servicio de taxis. Dejemos de hacer copia en los exámenes o de pagar para que nos hagan la tesis. Dejemos de engañar al país con propuestas políticas que no queremos ni podemos cumplir. Dejemos de hablar mal del vecino o de juzgar a quienes son diferentes. Dejemos de escandalizarnos por el corte de pelo de un futbolista o por la vida privada de un artista. Dejemos de decirle mamerto a quien cree en los postulados políticos de la izquierda o facho a quien sigue los de la derecha.

En fin, logramos lo imposible y ahora viene lo improbable, ya que logramos convencer a los señores de las FARC de que hay otra forma de coexistir en Colombia. Es hora de que nosotros mismos busquemos coexistir como colombianos. Es el momento ideal para cambiar esas pequeñas cosas de la cultura diaria que han fracturado a nuestro país. Porque es cierto que una parte importante del conflicto colombiano estuvo asociado a la existencia de las FARC, entre otros grupos al margen de la ley. Pero existen cientos de miles de microconflictos que diariamente disminuyen la capacidad de Colombia para ser un país diferente al que vivimos. Así que la tarea que sigue es hacer nuestros propios procesos de paz y dialogar entre nosotros como comunidad. De esta forma, si logramos construir paz en nuestros hogares y hacer que sea parte de nuestras acciones, podremos contribuir a la paz de un país. Una paz que pase del papel a la realidad de cada uno de nosotros. Sí, nosotros los colombianos. La paz más importante no será aquella que se firme en una mesa solemne sino la que se sienta en las mesas de los hogares de Colombia.


[1] El equipo de La Silla Vacía ha hecho un extraordinario trabajo analizando el detalle de los acuerdos: http://lasillavacia.com/hagame-el-cruce/lo-que-quedo-y-lo-que-falta-en-la-habana-nota-actualizada-56323

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