El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Lenin tenía razón

Por: Samuel González (@sgonzalezr439)

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No soy comunista, castrochavista o fariano. Pero sí, Lenin tenía razón.

Hace 100 años el buen Vladímir escribió, El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo. En este escrito, el líder de la Revolución Bolchevique afirmaba que el capitalismo tendía a una inevitable concentración del capital (continuando los postulados de Marx), dando lugar a monopolios que dominan sectores productivos y economías por completo y que las fusiones y adquisiciones entre las compañías llevarían a una menor competencia en los mercados y solo las grandes firmas podrían mantenerse vivas.

En esa época, los referentes de monopolios eran gigantes de la envergadura de Deutsche Bank y Standard Oil Company (la petrolera más grande del planeta en ese entonces que fue obligada a dividirse en las no menos colosales Exxon y Mobil). Un siglo después, la situación no parece muy distinta y podría ser incluso peor. De no ser por las leyes antimonopolio, tal vez tendríamos una sola compañía dominando cada mercado del planeta.

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Tomado de: https://www.emaze.com/@ALOCQQQQ/Lenin-y-Stalin-

Lenin también destacaba que los bancos ya no eran simplemente prestamistas. Ahora, el capital financiero estaba fusionado con el capital industrial. Los bancos dominaban amplios sectores industriales, pero también tenían el poder para hacer crecer o frenar por completo el desarrollo de una empresa facilitando o negando la posibilidad de acceder a capital por medio de un crédito.

¿Qué buscan las empresas al fusionarse o adquirir otras empresas? Ser cada vez más fuertes, tener un poder mayor sobre el mercado en el que participan y/o reducir costos por medio de sinergias. Una especie de “1 + 1 = 3”.

Este es un fenómeno que no solo se da entre compañías que realizan la misma actividad (bancos con bancos, farmacéuticas con farmacéuticas y así). También se da entre empresas que hacen parte de una misma cadena de producción, entre quien produce la materia prima y quien usa la materia prima; entre quien produce el daño y quien se encarga de darle una solución. O incluso entre empresas que aparentemente no tienen nada que ver entre sí, como Bayern (una farmacéutica) que compró recientemente a Monsanto (empresa de tecnología agrícola).

La más reciente fue la anunciada tras la aprobación de los accionistas de las cerveceras SABMiller y AB InBev. Estas dos empresas combinadas dominarán así cerca del 25% del total de cervezas vendidas en el mundo, con un portafolio de marcas como Budweiser, Corona, Peroni, Stella Artois y todas las marcas que produce Bavaria en Colombia. La familia Santodomingo debe estar feliz.

Antes de esta, fue la adquisición de la cadena hotelera Starwood por parte de Marriott: dos gigantes unidos para formar la cadena de hoteles de mayor dimensión en el mundo, con más de 30 marcas distintas bajo su paraguas, más de 5,700 hoteles en el mundo y 1.1 millones de habitaciones.

También la compra de Monsanto por parte de Bayer por 66 mil millones de dólares, con lo cual esta última controlará cerca del 28% del mercado mundial de pesticidas y con una gran participación en semillas. Como vi en Twitter, ahora la empresa que crea las semillas que dan cáncer es la misma que vende las medicinas para curarlo.

Aunque podría seguir todo el día nombrando fusiones empresariales de gran impacto, no lo haré. Lo cierto es que cada día los mercados son más concentrados. ¿Llegaremos en un futuro a un punto en que una sola empresa domine todos los mercados de la economía? En un escenario de este estilo, sería posible que los estados se conviertan en empresas-estado y los dueños del capital tengan mayor poder sobre la política que el que tienen actualmente.

No deja de ser destacable el trabajo que realizan órganos como la Superintendencia de Industria y Comercio en pro de la competencia en cada país. Sin embargo, se pisan arenas movedizas cuando se trata de fusiones de compañías que traspasan las fronteras. Por lo anterior es necesario fortalecer la cooperación multilateral entre países en este aspecto.

Más allá de los efectos negativos que tienen los monopolios sobre el bienestar de los consumidores que ya todos conocemos, como el incremento de los precios y la reducción del excedente del consumidor, lo cierto es que Lenin tenía razón sobre el capitalismo y su tendencia al imperialismo.

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