El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

LA INFORMALIDAD LABORAL ES TAN GRAVE COMO EL DESEMPLEO

Por: Guillermo García Parra

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Combatir el desempleo es evidentemente necesario si se quiere resolver los problemas de la economía y el mercado laboral. Pero esto no es suficiente: también hay que atacar la informalidad. Lamentablemente, Colombia no ha avanzado mucho en esta cuestión.

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Imagen: El Espectador

Colombia presenta una alta y escandalosa informalidad laboral: según la última Encuesta Integrada de Hogares del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el indicador registró un 47,4% en las 13 ciudades y áreas metropolitanas. Esta cifra no ha cambiado mucho. El año pasado fue de 48,5%; en 2011, de 50,9%. Se ha avanzado muy poco: en cinco años la informalidad laboral solo se ha reducido en un poco más de 3%.

¿Por qué estos resultados son tan pobres? No es muy claro. Yo pensaría que el modelo económico de los últimos gobiernos (basado en la atracción de inversión extranjera, entrega de subsidios y explotación de recursos naturales) no favorece la creación de empleos formales ni la producción de riqueza. Una de las cosas que sí son evidentes es que, así como sucede en otros países, en Colombia se cree que la informalidad laboral es menos grave que el desempleo. Algunos de los que estudian los problemas del empleo y el mercado laboral (académicos, tecnócratas, políticos y periodistas, entre otros) parecen pensar de esta manera. Para ellos, es suficiente que el desempleo haya bajado para concluir que hay más trabajo, que el crecimiento de la economía se mantiene y se consolida, y que por eso la economía avanza en una buena dirección (hace pocos días exactamente así lo planteó el ministro de hacienda Mauricio Cárdenas). Estos consideran la economía puede ir bien aunque la mitad de los colombianos sean trabajadores informales, y las cifras de informalidad hayan permanecido casi iguales que en la década pasada.

A mi juicio, estas personas están equivocadas. Olvidan que la economía y el mercado laboral han de estar orientados a la producción de riqueza, que es lo que realmente mejora la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Esto, sin embargo, no se consigue dándole más importancia a la reducción del desempleo que a la de la informalidad, sino haciendo lo contrario. Hay que recordar que la relación entre desempleo e informalidad es negativa. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los países con baja informalidad (como Chile) arrojan tasas de desempleo superiores a la media regional -ver gráfico 1-, mientras que los países con alta informalidad (como Bolivia) registran las tasas de desempleo más bajas de la región.

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 Fuente: BID.

Esto podría fundamentar la conclusión de que es más importante reducir el desempleo que la informalidad laboral. Sin embargo, esta sería una interpretación errónea de la evidencia. La situación de la economía y el mercado laboral de aquellos países con tasas de desempleo superiores a la media regional es preferible a la que se presenta en los países con tasas de desempleo inferiores a ella.

Por ejemplo, uno podría pensar que la situación de Bolivia es mejor que la que se presenta en Chile, ya que el desempleo es menor allí que en la tierra de Neruda. No obstante, en Bolivia la formalidad laboral es bajísima (aproximadamente, de 30%), mientras que en Chile es altísima (aproximadamente, de 85%), lo que indica que en Bolivia es muy difícil crear trabajos formales y en Chile muy fácil; que los chilenos trabajan en mejores condiciones, tienen mejores trabajos, ganan más dinero y viven mejor que los bolivianos, y, además, que Chile crea más riqueza que Bolivia. Aunque en Chile hay más desempleo que en Bolivia, tiene un mercado laboral y una economía mucho más productivos. Según datos del Banco Mundial (BM), el PIB per cápita de Chile es de US$ 13.383,9, mientras que el de Bolivia solo de US$ 3.095,4.

El PIB per cápita de Colombia es apenas de US$ 6.056,1. Eso muestra que los problemas de la economía y el mercado laboral no están siendo eficazmente tratados. Nuestra economía no es tan productiva como sería deseable: los colombianos no ganamos lo suficiente, y nuestras condiciones laborales no son las más idóneas para que podamos vivir bien. Esa situación podría cambiar si, en lugar de centrarnos en la reducción del desempleo, combatiéramos la informalidad laboral. Crear más trabajos formales y más riqueza siempre será mejor que darles más salarios de hambre a más personas. Eso no significa, tengo que aclararlo, que no haya darle trabajo al que no lo tiene (¿cómo no?).

Por lo demás, no es cierto que la informalidad ayude a mantener bajos los niveles de desempleo. El BID refutó la tesis de que la informalidad constituye una solución transitoria al desempleo o de que, para decirlo con otras palabras, actúa como un seguro de desempleo no oficial. En realidad, la informalidad laboral contribuye a la reproducción del desempleo.

Como lo indican las encuestas de empleo que siguen a las mismas personas en diferentes momentos de tiempo, “la dura realidad es que los trabajadores informales tienden a perder su trabajo con mucha más frecuencia que los formales. Los datos demuestran que un empleado informal tiene el doble de probabilidad de quedar desempleado que un trabajador formal” -ver gráfico 2-.

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Fuente: BID.

De esta manera, las encuestas de empleo del BID muestran que aquellos expertos que se preocupan más por el desempleo que por la informalidad están equivocados. La verdad es que la alta informalidad no ayuda a mantener bajos los niveles de desempleo, y tampoco necesariamente contribuye a conseguir un empleo formal. Los índices de transición desde el desempleo hacia la informalidad son altísimos en los diferentes países de América Latina, pero bajísimos los de transición desde el desempleo y la informalidad hacia la formalidad. Y, aunque el trabajador informal pueda ganar el dinero suficiente para llegar a fin de mes, se encuentra en una situación inestable: puede perder su trabajo fácilmente y, como si eso no fuera poco, generalmente alterna entre periodos de desempleo y trabajo informal.

BIBLIOGRAFÍA

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