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Publicado el El Mal Economista (EME)

La era del odio

La campaña de Trump, para obtener la presidencia de los Estados Unidos, tuvo como lema “hacer a América grande de nuevo”. En realidad fue una estrategia sistemática de odio que se está volviendo costumbre en las campañas políticas a nivel mundial. Lo peor de todo: funciona.

Fuente: AP
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Por: Chejo García

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En la novela 1984 de George Orwell hay un momento particular, una especie de rito en el que se transmiten imágenes del enemigo público número uno: Emanuel Goldstein. Son dos minutos de odio en los que los ciudadanos gritan ante la pantalla toda clase de maldiciones e improperios en contra de la figura mítica del enemigo de la nación. Aunque nadie lo conoce ni lo ha visto en persona nunca en su vida, hay que despreciarlo.

Y es que el odio otorga votos. En Alemania, por ejemplo, Hitler logró llegar al poder usando a los judíos como “chivos expiatorios” en 1933. Los culpó de la derrota del país en la Primera Guerra Mundial, además de la crisis económica que experimentaba en ese momento. Hitler y su partido pensaban que las personas podrían clasificarse por razas, siendo la aria considerada como superior. El antisemitismo, la segregación y los actos violentos no se hicieron esperar, no solo contra los judíos sino contra otros grupos étnicos, sociales e ideológicos, que terminaron con el asesinato de cerca de 11 millones de personas.

La campaña de Trump, para obtener la presidencia de los Estados Unidos, tuvo como lema “hacer a América grande de nuevo”. En realidad fue una estrategia sistemática de odio que se está volviendo costumbre en las campañas políticas a nivel mundial. Lo peor de todo: funciona. Es por ello que los grupos radicales de extrema derecha apoyaron abiertamente al ahora presidente Trump. Más concretamente la Asociación Nacional del Rifle (NRA), ex integrantes del Ku Klux Klan y el Partido Nazi de los Estados Unidos, entre otros.

Si para los habitantes de Eurasia, en 1984 de Orwell, el enemigo era Goldstein, para los simpatizantes de la ‘supremacía blanca’ en Estados Unidos el enemigo son los latinos, los negros, los homosexuales, los musulmanes y todo lo que no sea norteamericano ¿Y los que estuvieron antes de la llegada de los ingleses, es decir, los nativos?

El discurso del odio y la segregación también se ha usado en Europa. Para la campaña del Brexit, los conservadores, con Boris Johnson (el Trump de allá) como cabeza visible, culparon a los inmigrantes de la baja en los salarios de los trabajadores del Reino Unido. Salir de la Unión Europea les permitiría un mayor control de sus fronteras con respecto a la entrada y salida de migrantes de su país. Después del Brexit los crímenes de odio contra inmigrantes aumentaron en un 41% con respecto a julio del año 2015, según el informe de Ministerio del Interior Británico.

Quién lo creyera, en Colombia también pasa. Durante la campaña del plebiscito en donde se decidía si se aprobaba o rechazaba el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC, el gerente del ‘no’, Juan Carlos Vélez Uribe, tuvo una idea nunca antes usada en la política contemporánea: buscar que la gente votara berraca. En las emisoras de estratos medios y altos se sembró una semilla que crecería en forma de enredadera, se les habló de impunidad, elegibilidad política y reforma tributaria; en las emisoras de estratos bajos se enfocaron en los subsidios a excombatientes de las FARC (como los que se otorgaron a ex paramilitares), no desde los acuerdos de paz sino desde una visión apocalíptica y ajena a la realidad. El 2 de octubre de 2016 ganó el ‘no’.

El problema con el odio en la política es que mueve más gente que una marcha anti gay convocada por Viviane Morales. Pero no todo es malo, en Colombia está la ley antidiscriminación por si algún candidato a la presidencia de 2018 quiere ser el Trump colombiano. Cabe mencionar que el posible candidato presidencial, Alejandro Ordóñez, sacado de la Procuraduría General de la Nación por haber nombrado en el Ministerio Público a familiares de magistrados de la Corte Suprema de Justicia (órgano que lo postuló para su reelección), se opuso en su momento a la mencionada ley porque consideraba ‘excesivos’ los castigos para quienes insultan a otras personas por su condición sexual, racial, religiosa o por sus convicciones políticas.

El odio, la discriminación y la segregación serán las armas de muchas de las campañas políticas venideras. Algunas tendrán éxito, en gran medida, por la desinformación y el sensacionalismo; otras fracasarán gracias al análisis objetivo de las personas libres de pasiones y revanchismos. Las herramientas con las que se cuenta para combatir el odio son el amor, el respeto y la tolerancia.

Después del acto de posesión de Trump, algunos vecinos del tío Hend Amry, una ciudadana refugiada en los Estados Unidos, dejaron una nota bajo la puerta de su casa en Cincinnati:

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 “Queridos vecinos: hoy empieza una nueva etapa para nuestro país. No importa qué pase, por favor sepan que todavía hay muchas personas que lucharán por sus derechos para practicar su religión, para continuar con sus vidas sin discriminación. Ustedes son bienvenidos en nuestro vecindario y si necesitan algo, por favor toquen nuestra puerta”.

Que la esperanza sea nuestro motor.

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