El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

El pobre Bolívar

 

Por: Sebastian Mayor (@sebastianmayor)

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La situación de Venezuela empeora cada día. El que era el país más rico de la región hace algunos años está hoy sumergido en la peor crisis económica de su historia, y una polarización política preocupante. A eso hay que sumarle los problemas sociales que existen, como la escasez de alimentos, la cantidad de asesinatos, que convirtieron a Caracas en la ciudad más peligrosa del mundo, la crisis energética como consecuencia del Fenómeno de El Niño que ha hecho que las jornadas laborales se reduzcan y que haya apagones programados, entre otras. Pero no me voy a adentrar en discutir cada uno de esos problemas, pues cualquier persona que vea un noticiero o lea un periódico está al tanto de lo que pasa en el vecino país y de lo preocupante que luce el panorama.

Venezuelafuente: yoyopress.com

Sin embargo, sí voy a tratar uno de los cientos de problemas que aqueja Venezuela hoy en día: la inflación.  En Venezuela ni siquiera es claro cuál fue la inflación en el 2015, y las proyecciones que hay para 2016 y 2017 son cuanto menos desastrosas. La cifra oficial habla de que en 2015 los precios aumentaron aproximadamente 180%, mientras que los datos no oficiales hablan de que pudo haber estado cerca de 300%. El Fondo Monetario Internacional en su último reporte[1] estima que en 2016 la inflación será de 481% y en 2017 de 1,643%, aunque se dice que en 2016 pasó por ahí hace rato.

No existe una regla que diga cuál es el nivel adecuado de inflación que un país debería tener, pero la mayoría busca que se encuentre entre 2% y 4%. En el caso de Colombia, la meta de inflación anual del Banco de la República es de 3%, aunque actualmente está lejos de esa meta, lo que ha generado preocupación. En efecto, la inflación en Colombia cerró 2015 en 6.77%, lo que ha implicado que el Banco de la República tome medidas para que vuelva a acercarse a su meta de 3%. Por dar otros ejemplos, en Estados Unidos y la Eurozona esa meta de inflación es de 2% y en los demás países de la región las metas de inflación también están en niveles similares.

Lo anterior ayuda a darse una idea de los absurdos niveles de inflación que están siendo observados en Venezuela. La moneda es una unidad de medida, que sirve como referencia para saber cuánto se debe pagar por algo. En un país en donde los precios están aumentando día a día, esto se pierde, y paradójicamente en un país socialista como Venezuela, los que más se afectan son los pobres. Es por esto que cada poco se anuncian aumentos del salario mínimo (el último del orden de 30%), que en cualquier caso son insuficientes para compensar los aumentos de los precios. En otras palabras, a pesar de los aumentos en los salarios, la gente cada día tiene menos dinero disponible para gastar.

Como consecuencia de una inflación tan alta, hoy en día para comprar un cigarrillo o una caja de chicles hay que llevar billetes de alta denominación. Algo así como si para comprar una caja de chicles en Colombia, tocara llevar el nuevo billete de 100.000 pesos. Para comprar algo con mayor valor (un pantalón o una camiseta, por ejemplo) toca llevar la billetera bastante llena, y para comprar un televisor o una lavadora, una maleta llena de billetes.

Como ahora cada persona necesita cada vez más dinero para poder hacer sus compras, el país también necesita que haya más billetes circulando para poder suplir esta demanda.  Pero lo más irónico del asunto, es que Venezuela se está gastando el poco dinero que tiene en comprar billetes. Las reservas internacionales de Venezuela, que se podrían definir como los ahorros  del país, han presentado una fuerte caída en los últimos meses, y una parte de esta caída ha sido explicada por la compra de billetes. En cualquier caso, es una situación insostenible pues con esa inflación cada día se necesitarán más billetes y los ahorros no duran para siempre. Adicionalmente, las empresas que venden los billetes se han quejado de que Venezuela no les está pagando, y han decidido suspender parcialmente el envío de billetes.

Pero lo peor de todo es que es una situación que está lejos de resolverse. En muchos casos en donde ha habido episodios de hiperinflación, como en este caso, los países han optado por dolarizarse, es decir, reemplazar su moneda por el dólar, tal como  el caso de Ecuador a finales de los 90 después de una crisis que los llevó a tener altos niveles de inflación. Por obvias razones, ese no va a ser el caso de Venezuela. La moneda es un símbolo de identidad nacional y un país que se dice independiente y odia al tal imperialismo y capitalismo yanqui, no va a cambiar la cara de Simón Bolívar por la de George Washington o Benjamin Franklin en sus billetes.

Otra solución más fácil sería empezar a poner personas idóneas en los cargos públicos y no simplemente personas que tengan la misma ideología del Gobierno. A principios del año se designó a Luis Salas, un sociólogo que negaba que en Venezuela existiera inflación como Ministro de Economía. El Ministro sólo duró un mes en el cargo…

 

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