El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Economía de la calle : Caras de la informalidad en Bogotá

Por: Laura Toro Buriticá

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“Las fotografías muestran dos caras del mismo fenómeno,  una cara muestra a personas como Román que ven en la informalidad una oportunidad sin muchos inconvenientes  y la otra,  a personas como Elma que por su edad ansían los beneficios de un trabajo formal. La informalidad no se resuelve solamente eliminado los altos costos que enfrentan las empresas … si queremos una respuesta queridos economistas, la debemos buscar en el trabajo de campo con las comunidades  y no tanto en los libros de teoría”

Comenzaré este artículo de la manera técnica, pero les prometo que se pondrá cada vez más “informal”. Según el DANE, llevamos 12 meses con tasas de desempleo de un solo dígito; sin embargo, hemos visto poco progreso en cuanto a las cifras de informalidad[1]. Las más recientes estadísticas publicadas por el DANE nos indican que “entre Enero y Marzo de 2015 del total de ocupados en Colombia, el 48,7% tenía un empleo informal. Esta tasa es 1,1 puntos porcentuales menor a la reportada en el mismo trimestre de 2013”[2]. Estos datos nos indican que afortunadamente, las cifras de desempleo en el país han bajado pero nos dejan un “sin sabor” al revelar un aumento en el empleo informal. Según la teoría económica,  hay dos enfoques que buscan explicar el aumento en la informalidad en el mercado laboral.

El primer enfoque es el institucionalista, cuyo origen se atribuye al Banco Mundial, que relaciona la informalidad con una elección individual y racional de los agentes que prefieren esta opción en vez de enfrentar los costos que el Estado impone a la legalización y funcionamiento de las empresas. El segundo es el enfoque estructuralista, que  relaciona la informalidad con el escaso desarrollo del sector moderno de la economía (el formal). Lo que plantea esta teoría,  es que este sector moderno  no alcanza a absorber toda la fuerza laboral disponible, impulsando a los individuos restantes a laborar en otras actividades de menor productividad o al desempleo[3]. Aunque ambas suenan razonables, ¿Será que en la vida real la explicación es institucionalista, estructuralista o los economistas no le “pegamos” a ninguna?

Las personas normalmente se quejan de que los economistas somos “ratones de laboratorio”, que vivimos sacando cifras pero que no sabemos nada sobre el funcionamiento real de la economía. No les puedo mentir; esta crítica me hizo pensar que sin duda, la economía se conoce “untándose” de ella. Por esta razón, me puse en la tarea de buscar una serie de personajes que viven de la informalidad para ver qué tanto distan las explicaciones de la economía de las verdaderas motivaciones de estos individuos.

En primer lugar, tenemos que asegurarnos que estas personas entran en la definición de informalidad que nos da la economía. Según la Organización Internacional del Trabajo, la informalidad es referente a unidades que trabajan en pequeña escala, cuya actividad está orientada primordialmente a la producción de bienes o servicios que generen ingresos para los participantes de dicha actividad, con poca o ninguna acumulación de capital y ausencia de contribucion a la seguridad social[4]. Posteriormente, estas personas respondieron a la siguiente pregunta: ¿Es la informalidad una decisión voluntaria o algo que le tocó?”.  Con ustedes, el resultado de la incursión de un economista en las calles…. retratos de los verdaderos agentes económicos y sus respuestas sobre el trabajo informal.

Narciso. 70 años. Vendedor de Cream Helado. Plaza del Rosario

“Porque me tocó, aunque también fue por voluntad. Yo estaba por allá en Pensilvania, Caldas, cuando mi comandante Rojas Pinilla me dijo que no me fuera a salir del ejército, que él me iba a ayudar a subir de rango y yo me salí. Me quedé sin más que hacer, así que terminé haciendo esto.”

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Elma. 63 años. Vendedora de avisos. Calle 72 con Caracas.

“Porque me tocó, mamita; yo no tengo cómo conseguir un buen empleo. Ya quisiera yo estar descansando en mi casa con mis nietos bien bueno.”

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José. 25 años. Músico. Esquina del Edificio Henry de Faux

“Es algo voluntario; yo he trabajado en empresas grandes en Cali y todo eso, pero es que trabajar en la calle le da más flexibilidad a uno de moverse y de ganar plata. Imagínese yo pidiendo todo el tiempo en la empresa permisos para salir a tocar, me terminan sacando e igual no pagan mucho”.

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Héctor. 54 años. Vendedor de maní.

“Pues yo creo que es voluntario. Desde que era chiquito, a mí me enseñaron a trabajar en la calle y a eso me dediqué. Pero a mí sí me hubiera gustado tener un trabajo en una empresa, solo que a esta edad uno no tiene de otra.”

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Román. 41 años. Vendedor de frutas. Centro Cultural Gabriel García Márquez

“Yo soy informal por voluntad. Yo me vine hace 6 años de Manizales y acá puse mi negocio en la calle porque los salarios que ofrecen no alcanzan para nada. Uno estudia 5 años  para ganarse menos plata que lo que uno gana en un negocio de estos. Mire: yo estudiaba Ingeniería de Alimentos en la Universidad de Caldas y por cosas de la vida, no pude terminar. Igual, no me siento mal porque me di cuenta de que gano más  vendiendo fruta que trabajando en una empresa”.

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Pedro Alberto. 50 años. Embolador de Zapatos. Plaza del Rosario

“Yo embolo zapatos para sobrevivir. Yo quisiera tener un empleo formal pero es que uno no les entiende, a las empresas ni al Gobierno, qué es lo que quieren. Si uno tiene 18 años está muy joven y sin experiencia para trabajar, pero si uno tiene 35 ya es muy viejo y no sirve.”

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Finalmente, puedo decir que la experiencia de acercarme a conocer las opiniones y motivaciones de los trabajadores informales amplió mi punto de vista sobre el asunto. Definitivamente no puedo decir que la economía no le atina a ninguna de las causas del problema, las respuestas evidencian obstáculos a la hora de encontrar un empleo formal que la teoría económica menciona como: altos costos de oportunidad, variables demográficas o  falta de educación técnica. Tampoco puedo decir que hay una teoría que explica mejor que la otra la informalidad, seguramente  si este articulo demostrara  que la teoría económica estructuralista o institucionalista replica perfectamente la informalidad de Bogotá estaría recibiendo un premio nobel de Economía y no escribiendo en el Mal Economista.

Sin embargo, este acercamiento  deja ver la desconexión entre la realidad del país y  el problema plantea la academia. Las fotografías muestran dos caras del mismo fenómeno,  una cara muestra a personas como Román que ven en la informalidad una oportunidad sin muchos inconvenientes  y la otra,  a personas como Elma que por su edad ansían los beneficios de un trabajo formal. En cuanto a la solución; la informalidad no se resuelve solamente eliminado los altos costos que enfrentan las empresas … si queremos una respuesta queridos economistas, la debemos buscar en el trabajo de campo con las comunidades  y no tanto en los libros de teoría.

 

 

 

 

 


[3] Galvis, Luis Armando (2012). Documentos de Trabajo de Economía Regional: Informalidad laboral en las áreas urbanas de Colombia. CEER. Cartagena de Indias. Página 15

[4] DANE. (2005). Manual de Conceptos Básicos y de Recolección. Encuesta Continua de Hogares-ECH, abril-junio.

Nota: Todas las personas entrevistadas dieron su consentimiento para que su foto y sus respuestas fueran publicadas en este articulo.

 

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