El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

NICOLÁS MADURO, EL HOMBRE QUE CREÍA QUE LOS PÁJAROS LE HABLABAN

paloma

 

América Latina, desde el punto de vista mítico, es un territorio mágico, surrealista, onírico, y desde el punto de vista histórico es un territorio que pasó de un Medioevo, traído por algunos españoles salidos de las cárceles y condenados a las galeras por crímenes diversos, a la Postmodernidad. La conquista y la colonia nunca le permitieron dar el paso a la Modernidad, de ahí que hemos saltado de una etapa de oscurantismo, liderada en cierta forma por Cisneros, Inquisidor General de España (1507-1517), a un período conocido como la Postmodernidad. Lo que para la mayoría de los pueblos que hoy habita la región que va del Río Bravo hasta la Patagonia, sólo significa tener acceso a un teléfono celular, pero que sigue ancorado en un imaginario mítico y legendario; producto del sincretismo religioso que surgió de la mezcla del dios del catolicismo, traído por los españoles e impuesto a fuego y espada, entre otros horrores, con los dioses que trajeron los esclavos que venían de África, ese terrible pasado que aún nos cuesta mirar cara a cara, y por supuesto, los dioses tutelares que hacían parte de las religiones prehispánicas.

Nunca, por lo menos hasta ahora, un personaje histórico, como es Hugo Chávez, había sido considerado poco menos que un dios por sus contemporáneos, ni siquiera Simón Bolívar ha tenido ese supuesto reconocimiento. Conocemos muchos personajes legendarios, el Mío Cid es tal vez el referente más generalizado cuando pensamos en un hombre que se bate prácticamente solo contra un ejército y que sale triunfando sin ni siquiera sufrir un leve rasguño.

Pero pasemos a Bolívar. Nadie ha pensado en el Libertador como un hombre elegido por una divinidad determinada, en este caso preciso por el dios de los católicos; pero si se ha hecho creer que Chávez es el elegido para sacar a América Latina de la pobreza ancestral que corroe sus vísceras. Incluso, tuvo el desparpajo de nombrar a su sucesor Nicolás Maduro como su “elegido” para continuar con su supuesta tarea de bienaventuranza.

 Hasta aquí se había tratado de crear la leyenda de un hombre llamado Hugo Chávez. Pero, ¿en qué momento al personaje supuestamente legendario tratan de convertirlo en un personaje mítico? Antes de responder a esta posible pregunta debo aclarar que un personaje mítico es atemporal, ahistórico, al menos en la mayoría de los casos. Ya que Jesús es histórico y sin embargo lo han convertido en el “elegido”, en el hijo de dios. De ahí la importancia del giro que le están dando al personaje de Chávez. Hasta ahora nadie había utilizado el término de “redentor” para referirse a alguien que no fuera Jesucristo, ni siquiera Bolívar tuvo ese honor. Pero Chávez si, algunos lo han llamado el redentor, el que habría salvado a América Latina.

No hay que olvidar que a los pocos días del deceso de Hugo Chávez Frías ya se le había erigido una iglesia, un templo al que van a pedir favores los más necesitados o los que necesitan construir la nueva deidad. Y luego, como si fuese una simple casualidad, Nicolás Maduro dice que estando en el interior de una iglesia, no sé cual, un pajarito le cantó y ese pajarito era Chávez. Si al menos hubiese sido un águila, creo que hasta yo misma habría tenido algunas dudas, pero un pajarito…, si hubiera sido un cóndor, el ave sagrada de Los Andes, hubiera tenido todavía más dudas. Hay que aclarar que  los «elegidos», en los pueblos mal llamados «naturales», son los chamanes, y son ellos los que pueden hablar con los animales. Pero aquí el problema no es el tamaño del ave, sino lo que en la religión judeocristiana representa el descenso de la paloma, o sea el descenso del espíritu santo. En otras palabras, Hugo Chávez Frías sería nuestro nuevo redentor, nuestra nueva divinidad, la nueva senda en la cual encaminar nuestros pasos, el nuevo espíritu santo.

Ahora bien, ¿es Nicolás Maduro la persona suficientemente preparada para ser capaz de ganar unas elecciones limpias en la Venezuela pos Chávez? No lo creo, ni siquiera con su argucia de utilizar el mito como un arma ideológica y amedrentadora.
 

 

 

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