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Abstencionismo y cultura política

Por: JUAN FELIPE SUESCÚN (@jfsuescun)

Después de las elecciones legislativas del pasado domingo los análisis giran en torno a la reacomodación de fuerzas políticas en el congreso de la república. En el Senado el partido de la U fue el ganador al obtener 21 curules, seguido del Centro Democrático y el partido Conservador con 19, y del partido Liberal con 17. Más atrás se encuentran Cambio Radical con 9, y la Alianza Verde, el Polo y Opción Ciudadana con 5 curules cada uno. Y por la circunscripción especial, la Alianza Social Independiente y el Movimiento Alternativo Indígena Y Social obtuvieron un senador cada uno. Todos se declararon ganadores, hasta el Mira que afortunadamente no obtuvo ninguna curul en el Senado, osó en declararse ganador.

Lo cierto es que los candidatos empiezan el periodo en el senado y en la cámara diferenciándose por el partido que representan, pero terminan dividiéndose entre quienes hacen parte de la coalición de gobierno o de la oposición.

En ese sentido, son pertinentes los análisis que se hagan al respecto en función de las negociaciones que las diferentes bancadas hagan con el gobierno de Juan Manuel Santos, pero no podemos olvidar que el próximo gobierno podría ser otro. Vale la pena recordarlo porque al escuchar a muchos analistas después de estas elecciones, parece que se da por supuesto la reelección del presidente, lo cual es un resultado que muestran las encuestas, pero en caso de presentar un resultado diferente cambiaría el rumbo que tomé este nuevo congreso en materia de coaliciones.

Ahora bien, el otro tema que ha concentrado a la opinión pública es el alto porcentaje de abstencionismo, el cual, con el 98,40% de las mesas informadas ascendía al 56,4%, equivalente a 18.525.489 colombianos que no acudieron a las urnas.

En ese sentido se han escuchado diversas voces de advertencia sobre el alto porcentaje que esto representa. La Misión de Veeduría Electoral de la Organización de Estados Americanos (MVE/OEA) recomendó al país analizar el fenómeno y tomar medidas al respecto como los incentivos al voto, mientras otros proponen incluso el voto obligatorio.

«¿Por qué aumentó la abstención con respecto a las elecciones de 2010? ¿Será que cada vez hay menos cultura política? ¿Será que cada vez somos más indiferentes, y en verdad no nos importa la suerte del país? ¿Mejor no preguntarse y no joder a nadie, pues cada quien tiene derecho a la indiferencia y a no importarle lo que pase en su país?», fueron las preguntas que formuló un ciudadano en las redes sociales para intentar dar respuesta a este fenómeno.

Pues bien, buscando responder a estas preguntas, al analizar el aumento en la abstención en comparación con cuatro años atrás, no creo que deba cuestionarse la cultura política de los colombianos, en la medida en que es un término mucho más amplio y no se limita a la contienda electoral, es decir, una cosa es la cultura política de la democracia, y otra es la cultura política de una sociedad, la cual puede tener ámbitos de expresión política más representativos para muchos ciudadanos, incluso, enmarcado dentro de los mismos espacios generados por el Estado.

En las elecciones los ciudadanos eligen, cada cuatro años, a las personas que van a administrar el Estado, sin embargo no significa que sea la única forma como estos pueden construir una ciudadanía activa frente a los problemas del país. De hecho, a diario, a través de la acción de tutela, de la participación en los foros realizados para escuchar las propuestas de la sociedad civil en el marco del proceso de paz, por medio de las veedurías ciudadanas, o también de la labor comunitaria, entre otros mecanismos, los ciudadanos muestran el interés por el país, por medio de otros medios diferentes al voto.

En ese sentido, no participar en los comicios electorales no necesariamente significa que tenemos menos cultura política, o que somos indiferentes y no nos importala suerte del país. De hecho, al abstenerse de participar en el debate electoral, los ciudadanos reivindican su derecho “democrático” a no creer en la democracia. Aunque esto parezca una contradicción en los términos, la democracia “liberal” contempla el respeto a abstenerse de creer en ella, como una opción política legítima.

Por esto, más que el cuestionamiento a la cultura política, interpretada como el cumplimiento de un deber ciudadano, las críticas a los abstencionistas se tornan moralistas en la medida en que abogan por un comportamiento político del individuo, como es participar en las elecciones, independientemente de cómo lo hagan.

Ahora bien, con esto no quiero decir que comparta la posición de los abstencionistas, pero sí la respeto. Considero que cada uno debe preguntarse sobre la suerte del país, pero sin “joder a nadie”. Por una parte porque efectivamente “cada quien tiene derecho a la indiferencia y a no importarle lo que pase en su país”, pero más que eso, porque aun con toda la deferencia y la importancia que tiene lo qué pase en el país, cada quien elige, dentro del amplio abanico de posibilidades que ofrece la cultura, la forma de participar en política.

 

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