Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

La Amazonia.

La deforestación que en los últimos años está sufriendo la selva amazónica debe desde ya plantearse como una de las mayores crisis de los problemas de gobernabilidad continental. Es falso pretender que la problemática es histórica. Los esquemas recientes de organización social y política facilitan el incremento de la deforestación y la reproducción de un discurso en el que se pretende vender el hecho como una inevitabilidad.  Con ella no solo se destruye gradualmente un ecosistema sino parte del imaginario cultural de lo que aún hoy significa el ser un ciudadano latinoamericano. Uno que habita un área geográfica privilegiada en el mundo.

El valor de la naturaleza entraña una compresión que escapa a los cálculos de la modernidad. La posibilidad que tiene un ser humano de adentrarse en un medio ambiente impoluto donde se habita en contacto con un universo alternativo al de la domesticación urbana es un tesoro que prácticamente ningún país de alta industrialización puede preciarse de mostrar. Gran parte de las dinámicas de desarrollo económico de estos países se llevaron a cabo a partir de una explotación frenética, desorganizada y acelerada de sus recursos naturales. El siglo 20, en medio de dinámicas geopolíticas emanadas de dos ideologías dominantes, precarizó la importancia del medio ambiente como punto fundamental de la agenda pública. En consecuencia se profundizó un proceso de destrucción de los recursos naturales de los países dominantes, que paralelamente hizo tránsito a un post colonialismo cuya principal víctima ha sido históricamente el África.

Lo que está sucediendo con la Amazonia debe llamar seriamente la atención de la población de toda Latinoamérica. Destruirla no solo es un atentado físico, tangible, sino inmaterial y cultural. Ella representa para Latinoamérica y para el mundo una disyuntiva  que debe poner en jaque el modelo de gobernabilidad y el orden político actual. Solo una ciudadanía debidamente informada, en un sistema político cientificista donde el conocimiento se considere el principal activo de organización social, posibilita la conformación de un esquema de gobierno capaz de abordar el reto de cuidar el medio ambiente.

Gran parte del acervo inmaterial del latinoamericano, su memoria histórica, idiosincrática y cultural; descansa sobre una relación simbiótica que las actuales y anteriores generaciones han tenido con la naturaleza. Pretender que el desarrollo político y económico de las sociedades contemporáneas solo se puede conformar a partir de la devastación del universo natural y originario del ser humano no solo es equivocado sino repugnante.

La única locomotora de desarrollo de una sociedad en medio de las contingencias políticas globales actuales es la educación de los individuos. El gobierno nacional debe cambiar el discurso y dejar de vender la minería como principal atractivo de progreso en medio de un mundo altamente competitivo, complejo y cientificista. De no darse el cambio, Colombia y su Amazonia serán condenadas a una catástrofe que se está anunciado.

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Renny Rueda Castañeda

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