Dirección única

Publicado el Carlos Andrés Almeyda Gómez

tres libros recomendados

El ruido de las cosas al caer

Juan Gabriel Vásquez

Alfaguara

Bogotá, 2011

272 páginas

ruido-cosas-al-caerLos premios literarios son, en algunas ocasiones, el resultado de una ficción de mercado, libros que pretenden granjearse el afecto de un jurado y la atención de públicos necesitados de prosas mediáticas y preconcebidas que arranquen a la literatura de su “misantropía” de altas cumbres para llevarla a la mesa común de todos los días; otras, para llamar la atención de consumidores snob que saben muy bien que hay títulos que ganan premios y debemos comprar “pero no necesariamente debemos  leer”.  Se trata de libros “gana premios”, como lo anota Tom Chatfield en un breve ensayo alrededor del lugar de estos galardones, manufacturados con un molde y dados a la vida como anzuelos relativamente valiosos. Y, como en todo, algunas veces estos títulos pasan a mejor vida sin haber tenido mayor relevancia,  los que sobreviven, como es el caso de El ruido de las cosas al caer, premio Alfaguara de Novela 2011, bien podrían tenerse por obras logradas a las que se les puede perdonar el hecho de estar escritas con la secreta intención de agradar a un jurado melindroso que busca obras que puedan hacerse a más lectores de los que acostumbra tener un género o temática determinada. A Juan Gabriel Vázquez, como declaraba en la entrega del premio, le llamaba la atención el hecho de saberse un autor de esos cuya prosa lejos está de convertirse en el festín en ventas que acostumbra la publicación de los mal llamados best-sellers o de algunas otras novelas de ‘fácil digestión’. He aquí que, sin abandonar su estilo y el cuidado que caracteriza su obra, en El ruido de las cosas al caer Vásquez, como es su costumbre, encontró el equilibrio adecuado entre la prosa bien escrita y los temas boom para lectores que quieren ver los asuntos de siempre, ahora fuera de la caja idiota o del kinetoscopio: el narcotráfico, la violencia, el sicariato, la muerte, el drama pasional, aviones que se estrellan, muertos y más muertos, en fin, todo un anfiteatro de historia colombiana que se salva por lo mucho del amarillismo y la apología periodística tan en boga entre autores que venden hoy por hoy en inversa proporción a la calidad de sus escritos. El ruido de las cosas al caer es una búsqueda constante. Su pretexto o telón de fondo es el siniestro del vuelo de American Airlines procedente de Miami que en 1995 chocó cerca de la ciudad de Cali contra el cerro El Diluvio y ya como ficción, la muerte de Elena Fritz y su relación con Ricardo Laverde, objeto central de la historia que el narrador, Antonio Yamara se propone escudriñar. Así mismo, Vásquez se sirve de los recuerdos que marcaron la Colombia de los años noventa, Pablo Escobar, su tan excéntrica Hacienda Nápoles, el sinnúmero de cruentos atentados que sufrió el país para entonces y, por lo demás, la memoria algo oxidada que Vásquez tiene de la Bogotá en la que estudiara ya tiempo su carrera de Derecho: el barrio de la Candelaria, las calles aledañas al billar de la calle 14, la Plazoleta del Rosario, la Casa de Poesía Silva o el Café Pasaje. Una novela que condensa el ruido desde la memoria en tanto materia fragmentada, acaso desde la terrible grabación de la caja negra de un 757 antes de precipitarse a tierra, el ruido de metrallas y de motocicletas, el ruido que anuncia un largo y doloroso silencio, “tanto ruido y al final llegó el final”, como diría Joaquín Sabina.

La magnitud de la tragedia

Quim Monzó

Anagrama

Barcelona, 2002

232 págs.

CM442_GEl priapismo como enfermedad sui generis que lleva al protagonista de esta novela a deambular por la ciudad con una constante e insatisfecha erección, es aquí el motor adecuado para poner en marcha el hilarante y a ratos surreal estilo que caracteriza al escritor barcelonés Quim Monzó, autor, entre otros, de títulos como el libro de cuentos Mil cretinos o la novela Gasolina, y donde la atmosfera propia al relato de una afección terminal parece más bien circundar los linderos de la ironía, caminar rumbo al cadalso acompañado por una corte de estrambóticos especímenes, todos ellos fenotipos freak o humanos demasiado humanos; músicos de jazz muy parecidos a aquel Boris Vian escritor-personaje que, como el protagonista de esta novela, funge de trompetista y don Juan irredento en tanto su camino a la muerte toma rumbos insospechados. La pugna por un dinero, las relaciones fugaces que el personaje central mantiene para sobrellevar sus problemas genitales hacen que esta novela vaya, como su nombre lo dice, de los parajes ditirámbicos del placer y el exceso hasta el más expresivos y grotesco de los lugares de la tragedia. La muerte es tanto catarsis como anatema, por lo cual la enfermedad no es en esta novela un tránsito sino un pretexto para poner en entre dicho la noción que se tiene sobre el dolor, el amor, el tiempo y la soledad pues finalmente, y como se verá en La magnitud de la tragedia, “si Dormir es un poco Morir, durmiendo un tiempo probaría qué es la Muerte, ensayaría la Muerte inminente para hacer un buen papel cuando llegara el momento”.

Oscuro bosque oscuro

Jorge Volpi

Ediciones B

Bogotá, 2011

126 páginas.

263_oscuro_bosque_oscuro_edibSe trata aquí de la reedición hecha por Ediciones B de un libro publicado originalmente por la editorial Almadía, Oaxaca, México en 2009. Se trata también, como el mismo autor sugiere, de “prosa cortada”, acaso un ejercicio de novela deshuesada, narración en verso que pretende enfatizar un discurso desde dos elementos aquí sintetizados en un vaivén narrativo que va de los cuentos clásicos y la tradición oral a los lugares funestos de la segunda guerra y el nazismo. Jorge Volpi, consumado narrador mexicano, experimenta en un género con el cual quiere, sin demasiadas pretensiones, hablar del mito desde una de sus mil caras, esto es, la realidad que a menudo raya en la más inverosímil de las ficciones. Por ello no es extraño que este libro de “poesía” tenga a bien surcar una espiral que reitera ideas simples para subrayar infiernos complejos y atroces: Caperucita, Hansel y Grettel o Cenicienta, desde la sordina de una violencia de fantasías en teoría inofensivas hasta aquel asesinato de 1800 judíos en Józéfow, Polonia, hacia julio de 1942, por parte del Batallón 101 de Policía, reclutas alemanes de avanzada edad bajo las órdenes de la SS nazi. Aquí panaderos, carpinteros, estibadores, fabricantes y hombres de familia de pronto llevados al oscuro bosque oscuro de la nada ficticia perversidad humana.

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