Desde Cartagena

Publicado el Miguel Raad Hernandez

Y CARTAGENA PRESTÓ LA CASA

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Imagen de la agencia EFE

De nuevo la “Ciudad Heroica” hace de anfitriona por Colombia. En esta ocasión recibe a los Presidentes, Cancilleres y al empresariado de toda América. Es la sede natural de los grandes eventos nacionales e internacionales que quieran celebrarse en esta región del continente. Como lo fue Punta del Este –Uruguay- en la primera mitad del siglo pasado, o Río de Janeiro por algunos años, o también Cancún en Méjico, Cartagena es hoy el balneario de moda para estos acontecimientos significativos de la vida política o del acontecer económico o social en América.

Pero Cartagena es mucho más que un balneario. Paradójicamente quizá sus playas no son tan competitivas ni ofrecen las atenciones y comodidades que tienen otras del continente o del mismo Caribe mágico en el que nos insertamos. Ni siquiera están bien atendidas o mantenidas por las autoridades locales y nacionales, que por estos días hacen un esfuerzo por mejorar su aspecto y presentación. Curiosamente, días antes de  la VI Cumbre de Las Américas el Gobierno Local anunció que no renovaría los contratos de los salvavidas que prestaban este servicio a los miles de bañistas que diariamente ocupan sus once kilómetros de playas y litoral.

Cartagena es más historia, tradición, monumentos, calidez humana, arte, cultura, magia, encantamiento, sol, explosión de colores, romance, nostalgias y todo lo que usted quiera soñar y vivir en ella. Pero es también ciudad industrial, asentamiento del más importante clúster de la industria petroquímica en Colombia, y de otras industrias complementarias y afines a las anteriores. Y es el más importante puerto marítimo y fluvial del País, tanto en número de muelles (66 legalmente autorizados) como por el volumen y peso de la carga que por aquí se moviliza. En materia de carga contenerizada y como puerto de trasbordo, no tiene competencia y par en el país y es, al lado de Miami, uno de los primeros puertos americanos sobre el Atlántico. Pero también es un pueblo que vive y sufre las carencias del subdesarrollo en medio de los contrastes entre la opulencia y la pobreza que su condición de ciudad turística, industrial y portuaria le depara. Y este es el gran desafío que todos debiéramos tener frente a esta preciosa perla del Caribe colombiano.

Los indicadores, cualesquiera de ellos que tomemos, indican que alrededor del 60% por ciento de la población cartagenera se encuentra en condiciones de pobreza. Otro porcentaje significativo señala una porción de esos pobladores en niveles de miseria. La zona alrededor de la Ciénaga de la Virgen y el entorno de los Caños y Lagos interiores concentran cinturones de excluídos que crecen aceleradamente por la migración constante y la alta tasa de natalidad que aún mantenemos. Se calcula un déficit aproximado de cincuenta mil viviendas nuevas y cerca de cien mil mejoramientos urgentes, un frente donde estamos realmente rezagados. La movilidad urbana se volvió un caos y de una lentitud enorme, porque en algún momento las autoridades confundieron movilidad con necesidad de mejoramiento del transporte público y nos comprometimos en el muy promocionado SITM llamado aquí Transcaribe, pero no se ha construido una sola vía nueva en los últimos 25 o 30 años. De hecho, la ciudad no tiene una sola avenida transversal. Todas sus vías principales van de sur a norte y son las mismas de siempre. Sí, ellas se han optimizado en los últimos ocho (8) años, que es lo que lleva en construcción la red de Transcaribe todavía inconclusa y sin entrar en operación, pero no se ha abierto una sola vía nueva. Entre tanto, el parque automotor se ha multiplicado exponencialmente  y hay una proliferación malsana de taxis, transportes piratas, mototaxis, bicitaxis, carros de mulas (las “zorras” de los bogotanos), carretillas de tracción humana, y un montón de etcéteras que congestionan y hacen de la movilidad un desastre.  No tenemos una Secretaría de Movilidad y la autoridad de Tránsito y Transporte local, hasta el gobierno pasado, contaba sólo con 30 agentes en nómina para una ciudad de un millón de habitantes. No se sabe que piensa el nuevo Alcalde de este tema.

Se requiere urgentemente repensar a Cartagena desde la perspectiva de las necesidades de la población y de unos macro-proyectos que urgen el concurso de toda Colombia. Las siguientes son acciones prioritarias:  La defensa de todo el territorio litoral e insular frente al aumento de los niveles del Mar, para evitar que se trague sectores importantes como Tierrabomba, Islas del Rosario, Bocagrande, Avenida Santander, Crespo y La Boquilla. La ejecución del Plan de drenajes pluviales para mitigar las inundaciones en cada ola invernal; la ejecución del Plan de Movilidad Urbana y la construcción del nuevo Plan Vial; la reanudación y conclusión del Proyecto de Caños, Lagos y Lagunas interiores y la recuperación de la Ciénaga de la Virgen, son una urgencia sanitaria, ambiental y social; la formulación y ejecución de un Proyecto de Renovación Urbana con re-densificación de ampliar zonas urbanas residenciales y comerciales para buscar una ciudad compacta y no difusa y extendida como equivocadamente se propuso con algunos desarrollos en extramuros; promover el desarrollo humano y social y la competitividad de la ciudad y su población con miras a aprovechar las ventajas de los TLC firmados con varios países, especialmente el de los EE.UU., para lo cual Cartagena ofrece las mayores ventajas comparativas estando apenas a 60 horas en buque del mayor mercado para nuestros productos.

Sí, Cartagena presta y seguirá prestando la casa. Será siempre la ciudad de todos los colombianos, la que todos amamos y cantamos, pero a la que no podemos seguir engañando con sólo cosméticas soluciones y presurosos maquillajes cada que tenemos una fiesta. Cartagena es la vitrina vendedora de Colombia, es su mejor ventana al mundo, es su arma secreta para encantar a propios y extraños. Amémosla con decisión, porque obras son amores y no buenas razones.

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