Rumbo a Sudáfrica 2010

Publicado el mundial2010

O Rei Pelé

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El emblema del fútbol brasileño, un hombre al que casi dejan por fuera de las Copas en las que se consagró, 1958 y 1970. En las otras de las que participó, 62 y 66, se fue en primera ronda por lesiones.

Por: Fernando Araújo Vélez

Parecía un llamado de la buena fortuna que antes de los Mundiales en los que iba a brillar, Pelé tuviera problemas. Parecía un designio de los oscuros santos brasileños, que en su tierra, Tres Coracoes, eran venerados por millares de fanáticos. En plena Copa del 58 el psicólogo de la delegación elaboró un informe en el que reseñaba que Edson Arantes de Nascimento no podía jugar al fútbol pues tenía los pies planos. Se lo mostró al técnico, Vicente Feola, casi como un secreto de estado, pocos minutos después de que los líderes del equipo, Djalma Santos, Didí y Zagallo hubieran ido a pedirle que lo incluyera en la nómina que enfrentaría a Gales en cuartos de final.

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El equipo, le dijeron, había perdido frescura ante los soviéticos en el último partido del grupo D. Necesitaban a Pelé y a Garrincha, dos mozalbetes que podían solucionar la apatía.

Los dos jugaron, pese a los informes del psicólogo, que en el aparte Manoel dos Santos había escrito “retrasado mental”. Y los dos desequilibraron la balanza. Uno, Garrincha, con sus gambetas. El otro, Pelé, con sus goles. Doce años más tarde, días antes de que comenzara la Copa de México 70, el entonces técnico de la selección dijo que O Rei tenía problemas visuales y no podía jugar más, o por lo menos, no en el más alto de los niveles. La noticia se propagó con rótulo de urgente.

A fin de cuentas Pelé era, sin discusión, el mejor futbolista del mundo.  A sus genialidades del 58 les había sumado pases, magia, toques, paredes y goles con el Santos, al lado de Pepé y Coutinho. Cuando algún inocente preguntaba por aquel negro que llevaba indefectiblemente la 10 en la espalda, las respuestas se iniciaban con que en África, una guerra civil se había detenido para que los combatientes lo saludaran, pasaban por sus proezas en los campos del mundo, y finalizaban con un partido que se convirtió en leyenda porque ni antes ni después ocurrió algo similar.

El juego se disputó en El Campín de Bogotá entre el Santos y la Selección Colombia. En un momento dado, se formó una trifulca. Dijeron que Pelé le pegó a un rival. Todos se dieron trompadas. El árbitro, Guillermo Velásquez, expulsó al 10, pero el público no aceptó su decisión. Para que el asunto no terminara en una cuestión de orden público, la Federación Colombiana determinó que el partido debía continuar con Pelé en la cancha. Quien se marchó fue Velásquez, reemplazado por Mario Canessa.  El público salió feliz, más allá de que Pelé hubiera o no mostrado sus cualidades.

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Por ello, por todo ello, cuando Joao Saldanha declaró que O Rei no estaba para jugar en el Mundial de México se desató la más absurda de las polémicas. Los periodistas de “lo establecido” opinaron que Saldanha estaba loco. El presidente de la nación, general Emilio Garrastuzu Medici, comentó en voz baja que habría que cambiarlo. La CBD, Confederación Brasileña de Deportes, interpretó aquel “habría “ del dictador como un “hay que”. Joao Saldanha se fue.

“Voy a ser claro –diría muchos años después Eduardo Goncalves, Tostao, compañero de Pelé en la selección, ídolo del Cruzeiro-. Joao Saldanha tenía una deuda pendiente con Pelé que pasaba por la sensibilidad para mirar muchas cosas de la vida. Por eso dijo lo que dijo, porque como jugador el Negro no admitía discusiones. El escándalo que se desató en Brasil fue impresionante. ¿Se imaginan a un técnico de la Selección sosteniendo que Pelé, a los 29 años, no estaba en condiciones de jugar?”

El final de Saldanha en el equipo fue dramático. Se había atrevido a cuestionar al ídolo y meterse con Pelé era insultar al pueblo, clavarle un cuchillo. Sin embargo, las razones de su salida no sólo eran sólo de carácter futbolístico. Como afirmó Tostao, “Saldanha era militante del Partido Comunista, y por aquellos días, Brasil estaba bajo el poder de una dictadura militar. La situación era complicada, casi insoportable para Joao. Él era consciente de que el triunfo de su Selección le hubiera servido al régimen como efecto propagandístico. Ahora, cuando los años dejaron que las pasiones se enfriaran, pienso que fue el mismo Saldanha quien provocó su ida”.

Sin Saldanha, Pelé fue de nuevo O Rei, y con él, Mario Zagallo, el nuevo técnico, armó un cuadro que pasó a la historia, quizá como el mejor de todos los tiempos. Gerson, Jairzinho, Tostao, Rivelino, Clodoaldo, Carlos Alberto y Cía desplegaron sus talentos en México demostrando que los genios podían convivir, y que gracias a ellos podían llegar las victorias y el título. Pelé y su corte pasaron por encima de Bulgaria, Checoslovaquia, Inglaterra, Perú y Uruguay para plantarse en la final del estadio Azteca ante Italia. Atacaron siempre. Golearon. Fueron felices y brindaron felicidad. Fueron los campeones del siglo.

Pelé  pasó de ser rey a ser Dios, el Dios negro de los brasileños, y quien en medio del éxito se retiró (1972).

Luego se dedicó a otros asuntos. “Tudo bem…Tudo bem”, decía y repetía siempre.

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