Rumbo a Sudáfrica 2010

Publicado el mundial2010

¿El Mundial de la “furia roja”?

La España de Iniesta, Torres, Delibes y Hernández.

Por: Nelson Fredy Padilla, editor dominical de El Espectador

A dos meses del Mundial de Sudáfrica, la selección española, número uno en el ranking de la FIFA, está entre las grandes favoritas al título. ¿Quién puede descartar a la “furia roja”, con esa columna vertebral que le dejó Luis Aragonés a Vicente del Bosque; construida desde la veteranía de Íker Casillas, con base en tres puntales como Puyol, Ramos y Piqué; la inspiración del talento cerebral de Iniesta (ojalá se recupere a plenitud) y Fábregas, y la eficacia goleadora de Torres y Villa.

España atraviesa un momento anímico único marcado por varios factores: la confianza de haber ganado la Eurocopa 2008 sobre Alemania; la experiencia de jugadores campeones de todo, excepto de una Copa del Mundo; una contundente clasificación al Mundial, brillante por la solidez mostrada ante Bélgica en Bruselas y en La Coruña, y contra Turquía en Estambul. Ya no se trata del júbilo gratuito de España 82, tan ingenuo como la carita bonachona de Naranjito, mascota que representaba a una selección tan agobiada por la presión que empezó empatando con Honduras, pasó a segunda ronda sin merecerlo y fue eliminada por Alemania e Inglaterra. A duras penas uno recuerda a Juanito.

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Ese fracaso y el de Francia 98, para el que clasificó sobrada como ahora y terminó 17 en su peor actuación en copas del mundo, los llevó a prepararse más allá de lo físico-táctico. Estructura mental parece la clave para no pasar vergüenzas inesperadas de favoritos no tradicionales, como Colombia en Estados Unidos 94. Cuentan desde Madrid que hasta tiempo para leer han tenido. Aspiran a dedicar los triunfos en Sudáfrica al recién fallecido Miguel Delibes, el prosista español más famoso del siglo XX, Premio Cervantes de las letras, quien más escribió sobre fútbol en ese país. Sus libros El otro fútbol y Sobre el Mundial son dos ensayos con la poética sobre lo que debe ser y no debe ser el fútbol.

Parte de las pobres actuaciones de su selección en el Mundial de Argentina 78, la Eurocopa 1980 y el gran fiasco de España 1982, donde Delibes inmortaliza, así lo haya derrotado Italia, el “jogo bonito” y eficaz del Brasil de Zico y Sócrates. Condena el temor defensivo español y su especulación atacante. Y si habló del campeón Italia fue para recordar a su técnico preferido, ‘El Mago’ Helenio Herrera. Dicen que Del Bosque, el actual técnico de España, ha leído con juicio a Delibes, también admira a Helenio y quiere homenajearlos con todas las variables que un campeón del mundo debe practicar; desde el “control táctico” hasta el “catenaccio” o el arte del contragolpe.

Delibes siempre defendió el fútbol puro contra el fútbol espectáculo. No al profesionalismo de bolsa, no a su comercialización desbordada. Para entenderlo en profundidad hay que pasearse por las páginas de La Liga agoniza, El fútbol en baja, El fútbol en pantalla, Fútbol y televisión, Vivir al día, Divos y destajistas. Ya para disfrutar de sus obras clásicas se puede empezar por La sombra del ciprés es alargada o Las guerras de nuestros antepasados.

No es gratuito este boletín de prensa publicado el pasado 12 marzo, día de la muerte de Delibes a los 89 años: “La Real Federación Española de Fútbol desea manifestar su tristeza y su dolor”. “Este es un mensaje para quienes pretenden separar el fútbol de la cultura”, añadió. Enseguida lo recordaron en silencio en el estadio José Zorrilla, durante el partido entre el Real Madrid y el Valladolid, el club del que Delibes fue hincha toda la vida.

El fútbol y la literatura juegan en el mismo equipo. Neruda, Quiroga, Bendetti, se han puesto la camiseta, incluso Borges y Bioy Casares para criticarlo. La Federación española anunció que el otro aliciente literario de la selección española será el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, también subyugado por el fútbol. Dedicó su juventud en esa ciudad de la Comunidad Valenciana a escribir poemas universales y a jugar fútbol en el equipo de ‘La Repartiora’, bautizado así porque al final de los partidos se dividían las frutas que robaban en los huertos vecinos. Allí, en las canchas resecas de la Costa Brava, recuerdan que “era un buen extremo derecho con el apodo de ‘el barbacha’”. Barbacha es una especie de caracol de la región, lento aunque astuto y escurridizo. Pero a Hernández le iba mejor componiendo sonetos que desbordando y haciendo pases. Retó a Rafael Alberti a dedicarle una Oda a Franz Platko, arquero del Barca hace 90 años, mientras él escribía la memorable Elegía al guardameta, en honor de ‘Lolo’, el portero de su club. Íker Casillas lo recita y lo adjuntamos al final de esta nota.

¿Por qué Delibes y Hernández en Rumbo a Sudáfrica? Porque sus fantasmas rondan el camerino de la “furia roja”, por obra y gracia de la Federación y de Del Bosque, que buscan en ellos la serenidad y la concentración necesarias para llegar al Mundial fortalecidos en cuerpo y espíritu. Todos los expertos coinciden en que a España le tocó uno de los grupos más suaves: Suiza, Honduras y Chile. Habrá que comprobarlo. Del Bosque ya ganó Ligas, Champions y Copa Intercontinental con el Real Madrid pero le falta el trofeo mayor. “Nos falta el broche del Mundial”, repite sin confiarse. Le dolió la derrota ante Estados Unidos 0-2 en la semifinal de la Copa Confederaciones, el año pasado. Mientras llega el primer partido de España contra Suiza, el 16 de junio, sigamos conectados al mundo del balón valiéndonos de los versos de Miguel Hernández en su convocatoria a los poetas: Hablemos de aquello a que aspiramos: por lo que enloquecemos lentamenteVeré si hablamos luego con la verdad del agua,
que aclara el labio de los que han mentido
.

Elegía al guardameta

Por Miguel Hernández

“A ‘Lolo’, sampedro joven en la portería del cielo de Orihuela”.

Tu grillo, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?

En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo añudado.

Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún, araña parda.

Entre las trabas que tendió la meta
de una esquina a otra esquina
por su sexo el balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su redondez airosamente orina.

Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales
agitaron de córner las señales.

Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.

Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.

Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria,
y un ventalle de palmas te aireó gloria.

Y te quedaste en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.

Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto! tino
y efecto, tu cabeza
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.

Aplaudieron tu fin por tu jugada.
Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.

Te arrancaron, cogido por la punta,
el cabello del guante,
si inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.

¡Ay fiera!, en tu jaulón medio de lino,
se eliminó tu vida.
Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.

Inflamado en amor por los balones,
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones,
como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.

Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.

A los penaltys que tan bien parabas
acechando tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.

El marcador, al número al contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordinario,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.

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