Pelota literaria

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COLOMBIA ILUSIONA Y EMOCIONA

Tercera victoria al hilo de Colombia en esta Copa América, con cuatro goles a favor y cero en contra. Nada para celebrar pero mucho para ilusionar. El boleto a cuartos ya en el bolsillo desde el segundo partido se ratificó con el primer puesto del grupo B y dando minutos a más jugadores, probando alternativas, generando competencias internas en la mejora del equipo y del proceso. Acierta Queiroz en apuntalar la idea, pero dar oportunidades a los protagonistas. No fácil de hacer y mucho menos, cuando antecesores fracasaron por jugar con nóminas B partidos con menor trascendencia y generar desvaríos, derrotas o efectos contrarios al plan inicial.

No pasó con Colombia. Ganó a Paraguay 1-0 y pudieron ser un par más. El equipo salió con algo de nervio al campo de Salvador de Bahía, y luego de un par de sustos en los primeros diez minutos, se afianzó en el campo, hizo presión alta impecable con Falcao y Díaz, y fue compacto en jugar atrás y salir con orden pero también con inesperadas sorpresas.

Falcao intentó una chilena al minuto 28, y cuatro minutos más tarde, nuevamente el «Tigre» robó un balón en tres cuartos, pestañeó a Santiago  Arias quien habilitó a Cuéllar y este definió por entre las piernas de Fernández.

Uno-cero, y el partido aunque tuvo nuevas emociones, nunca más cambió de dueño. Colombia no acusó el jugar con NUEVE  jugadores diferentes comparado el equipo que inició contra Argentina; desde la puerta con Montero hasta la línea de ataque con Díaz, Queiroz hizo cambios en toda la columna del equipo, y sus jugadores no fallaron; tampoco el entrenador al arriesgar en tanto.

Ratifica ello, la buena química que se siente entre el equipo  y el cuerpo técnico. Hay una gestión milimétrica del colectivo de 23 jugadores pero no por pensar estrictamente en el detalle -como el permiso a David Ospina para visitar a su padre en estado grave de salud-, se alteró al grupo. De hecho, esos detalles de liderazgo y humanidad no sólo dan probidad extraordinaria al portugués si no que impulsan a los jugadores a dejar la piel por quien los defiende, cuida y mima de manera tan paternal y profesional.

Con el inicio del segundo tiempo y la posterior entrada de segundo tiempo de James y Duván, el equipo tomó  más bríos adelante con varias llegadas y cada una en diferente estilo. Mientras tanto, Paraguay rezaba por mantener la mínima que le diera aire para la igualdad. Nunca ocurrió el milagro.

Mezquinos los guaraníes desde el partido contra Catar, tampoco quisieron asegurar boleto a cuartos contra una dubitativa Argentina y cuando llegó Colombia los encontró con el agua al cuello en la autoestima y en el estilo. Un rebote en el el grupo C, los mandó a jugar con Brasil a ver si despercuden el espíritu.

Colombia en cuartos de final tendrá un partido estructural contra Chile no sólo para abrazar una semifinal si no para dar más consistencia a un once ideal y amasar variables que descifren retos venideros e inesperados. Mientras la puerta siga en cero -cinco partidos seguidos-, hay medio camino organizado, y hoy por hoy no importa tanto cuántos goles se hacen, si no cuándo se hacen y la variedad en autores y formas para hacerlos. La efectividad de este equipo ilusiona, y más aún, cuando atrás hay sentido de seguridad. Falta repetir la fórmula en el siguiente partido y así besar las semifinales y soñar con la final, nada lejano para una Selección que tiene cuajo, y un cuerpo técnico que saca provecho estratégico de ello.

 

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