Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Tour 2017 – Día 9: Golpe de riñon con un solo piñón

Warren Barguil levantó el brazo derecho al cruzar la línea de meta, celebrado una victoria ajena. El francés le ahogó unos minutos el grito de alegría a toda Colombia; se lo aplazó. Rigoberto Urán venía de apretar los dientes luego de hacer casi 20 kilómetros en un solo piñón y cuando le dijeron que el fotofinish le daba la victoria no creyó. Barguil se creyó ganador pero en el podio el que levantó los brazos fue Rigo.

Lo de hoy fue ciclismo en estado puro, incluyendo las caídas. Tuvo de todo: una fuga de 40 hombres, siete premios de montaña, el liderato virtual por casi una hora de Carlos Betancur, un ataque de Aru cuando Froome tuvo problemas mecánicos y un empujón de Froome a Aru después de solucionarlos, la fortaleza de Barguil para ganar los premios fuera de categoría, lluvia, descensos, los ataques a Froome, la derrumada de Contador, el minuto largo que perdió Nairo, el ataque de Froome y sí, las caídas. Todavía retumban en mi cabeza los gritos de dolor de Mori y las vueltas por el piso de Richi Porte; esa parte del ciclismo que nadie quiere ver pero que no se puede evitar.

Justamente fue en la caída de Porte cuando se generó el problema mecánico en la bicicleta de Urán. Algo le golpeó el tensor y lo rompió. Desde ese momento, al colombiano le tocó sortear la bajada con un solo piñón. Tenía los dos platos: el 38 y el 53, y de su pacha solo podía usar el piñón más pequeño, el 11. Así bajó, así se angustió, así pidió auxilio mecánico y aunque le ajustaron el tensor, que estaba a punto de rosar los rines y de enviarlo al piso,  así tuvo que terminar. Sin cambios. Como las bicicletas turismeras, como las de pueblo.

Con una sola multiplicación sorteó repechos, ataques de sus rivales y descensos. Urán llegó en el grupo de punta con cuatro pedalistas más a disputar la etapa reina; ellos con 11 piñones habilitados para usarlos y él solo con 1.  Ellos con 22 cambios y él con su única multiplicación, la 53×11. Los otros se impulsaron y él aguantó. Los demás metieron cambios y Urán resistió para meter un histórico golpe de riñon. El grito de victoria lo lanzamos en Colombia dos minutos después; el fotofinish demostró  que Rigoberto era el dueño de la victoria y nos puso a celebrar. Esta vez no fueron diezmilésimas de segundos; unos pocos milímetros nos hicieron sonreín. Como Barguil, levantamos las manos… para aplaudir y para volver a creer. Go Rigo. Go.

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