Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Sebastián casi se mata en una pista que no es pista

Sebastián Mesa está vivo de milagro. El piloto de karts sufrió un aparatoso accidente en una competencia el domingo pasado en el Aeroparque Juan Pablo II de Medellín, en un choque que se volvió viral.  El lamentable accidente sirvió para recordarnos que en Colombia, aparte de entrenar y de buscar apoyos y patrocinios que a veces no llegan, los deportistas tienen que jugarse la vida a diario en escenarios no aptos para la práctica deportiva, descuidados totalmente o nunca terminados.

La pista del Aeroparque Juan Pablo II es un terreno asfaltado, construido en medio de un parque, y ofrecida a la comunidad desde su creación como pista de trote y ciclovía y espacio público para el descanso en sus zonas verdes. Sin embargo, allí se hacen frecuentemente carreras de atletismo, ciclismo, motociclismo y automovilismo. Apropiación del espacio público dirán algunos; improvisación de eventos para los que no fue diseñada la pista múltiple, diremos otros. Todo por la carencia en Medellín de escenarios adecuados para algunas modalidades deportivas, especialmente las de motor.

En el pasado, Medellín tuvo una pista de karts, el  kartódromo de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. Despareció cuando llegaron los bulldozers para remodelar los escenarios deportivos de para los Juegos Suramericanos del 2010. La «prioridad» de la administración municipal de turno era otra. Desde entonces, los deportes a motor que allí se practicaban se resistieron a la desaparición forzosa a la que estaban condenados y se las ingeniaron para alojarse en calles, plazas de mercado y pistas improvisadas.

El accidente de Sebastián evidenció la falta de un escenario adecuado para su disciplina, que lleva 10 años sin pista y que no es la única en Ccolombia quee trabaja sin escenario.  Este fin de semana vimos llenarse de gloria a los pisteros en la Copa Mundo de Cali, en el único velódromo apto para competir que tiene el país. Los demás son vetustos y mal tenidos.

Ni hablar de nuestros boxeadores, que salen de pueblos del Caribe donde escasamente hay unos sacos en cualquier rincón con dos escalas, mal llamado “coliseo”. ¿Cuántos escenarios dignos para las pesas hay en el país?, ¿cuántas piscinas para clavados? Y no hablemos de los escenarios construidos y olvidados,  o de los que se quedaron a medio camino en su construcción como los prometidos para los Juegos Nacionales en Ibagué.

Ojalá no aparezcan las soluciones papistas, y tras el accidente de Sebastián les dé por suspender las carreras de karts. Es claro que en Colombia los únicos desplazados no son los de la violencia, también están en esa triste lista muchos deportistas a los que les toca arriesgar sus vidas en escenarios no aptos simplemente para poder practicar lo que tanto les gusta y apasiona. Después, los vemos con el tricolor en el pecho  cantando el himno nacional a todo pulmón… y nos llenamos de orgullo.

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