Cuero a sol y sombra

Publicado el Jaime Santirso

Sergio Busquets, fútbol silencioso y sublime

El individuo prima sobre el conjunto, por lo menos a la hora de vestirse de oro. En el sistema de reconocimientos y etiquetas de este deporte, las editoriales se llevan los premios Nobel de Literatura mientras los escritores miran a la pared en un rincón. El gol es la medida de todas las cosas. Se aplica su molde y lo que sobra se va a la basura. Por eso Sergio Busquets nunca ganará el Balón de Oro.

En su ascenso al primer equipo, Guardiola lanzó la mano hacia Tercera División y se trajo a este chico consigo. Pep revolucionó el fútbol y haciéndolo dio la vuelta a las convenciones. Los delanteros pasaron a ser extremos, los nueves eran de mentira y los interiores se colocaban en el centro. El juego se creaba en la defensa y la portería no solo era el destino, también el punto de partida. En medio de esta revuelta, Busquets estaba destinado a ser el suelo firme sobre el que edificar su obra. Él es el pilar que sostiene el juego de las cumbres del fútbol mundial, Barcelona y Selección Española. Ha sido señalado como el garante de un estilo en uno de los capítulos más brillantes de este cuento.

Sergio trabaja en la sombra y allí está a gusto. Vive y juega fuera de los focos mientras ejerce su labor con precisión y maestría. Siempre lo hace fácil, nunca se equivoca. El fútbol sale de sus botas fluido, sin complicaciones. Juega a un toque, a dos, nunca más de tres. Se mueve en vertical y domina en horizontal. Posiciona, recupera, recibe y da, y vuelve a comenzar. Sus noventa minutos discurren en un proceso de adaptación continua a las exigencias del instante.

Los que conocen la intimidad del juego reverencian su manera de practicarlo. «Si volviera a ser futbolista me gustaría parecerme a Busquets«. Son éstas palabras que engordan puestas en la boca de Vicente del Bosque, a las que Guardiola tenía algo que añadir: «Creo que es el mejor mediocentro del mundo«. Por todo esto, extraña no ver su nombre en el once ideal elaborado por France Football. Ni siquiera entre los candidatos al Balón de Oro. He ahí la razón de ser de esta humilde e innecesaria apología, defensa de una causa para la que unas pequeñas gotas de su fútbol son la respuesta adecuada.

Al reclamar más medallas en la pechera de Busquets también podríamos encontrar motivos para hacer lo propio con Xavi, Casillas o Puyol. Son todos ellos piezas de un mecanismo articulado que encaja a la perfección, en el que es imposible elevar a un miembro por encima del resto. Cada uno tiene sus particulares méritos y obstáculos, pero hoy es el día de Sergio. Se merece la luz de todos los focos y el brillo de todos los premios, aunque él prefiera la oscuridad.

Jaime Santirso

@jsantirso

 

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