Sitges, ubicado a orillas del mar Mediterráneo, es una población de la provincia de Barcelona, y es uno de los destinos más llamativos para turistas de todo el mundo que por esta época llenan las calles con motivo del carnaval, como una expresión milenaria de una celebración profana, cuyo arraigo persiste en el tiempo.
En El Espectador hemos preparado una galería de imágenes para mostrarles cómo va esta fiesta que termina el próximo miércoles.
Encontramos un grupo de colombianos compartiendo con personas de otras nacionalidades, y para ello prepararon desde temprano su comparsa.
También en la población se reunió un gran número de grupos y de parejas homosexuales, teniendo en cuenta que Sitges es conocido por su apertura y tolerancia de la diversidad sexual.
Las temáticas de los disfraces varía, unos rememoran a sus ídolos en la sociedad del espectáculo, otros recurrieron a las máscaras y los antifaces.
Parejas y personajes de todo tipo se vieron en las calles, con sus trajes coloridos y en muchas ocasiones hechos por ellos mismos, como una manera de hacerse partícipes y protagonistas de la fiesta carnavalesca.
Este disfraz de dos personas que están en la ducha, es una evidencia de la creatividad que se despliega por estos días en Sitges.
La fiesta que se prolonga más allá de la media noche, atrae gente de todo el mundo que hace meses separa habitación en algún piso de alquiler o en un hostal de la zona.
También se organizan excursiones que provienen de poblaciones europeas, en las que se transportan muchos de los visitantes, con transporte privado en buses y otros vehículos que llegan cada día al carnaval.
Esta fiesta es una oportunidad para compartir entre amigos, en pareja o con la familia, en un ambiente que se percibe amable y seguro.
De su parte, el comercio abre sus puertas en largas jornadas, que benefician no solo a los hospedajes, también a los restaurantes, discotecas y a todos los negocios en general.
Cada quien le saca el gusto a su manera, y disfruta del carnaval ya sea en la calle donde está todo el valor estético y cultural de este encuentro, o al interior de los locales preparados para ofrecer música y bebidas toda la noche.
Tocados, maquillaje, disfraces temáticos, comprados en el comercio o hechos a mano, hacen parte de la fiesta, en la que también nos puede sorprender alguna de las agrupaciones musicales que deambulan por las calles.
Algunas personas asisten y se quedan si tienen asegurado el alojamiento, pero la mayoría regresan al amanecer, en el servicio de trenes o de buses que tienen horario amplio pero limitado.
Y al final, el recuerdo de esta fiesta en una sonrisa, ya de regreso a casa.