Teatro Invisible

Publicado el Gabokú

MAL ESTUDIANTE… ARTISTA

Una experiencia de cuando fui profesor de teatro para niños en condición de vulnerabilidad.

Andrés es un niño pasional, resuelve sus problemas sin que intervenga la razón. Trabaja para conseguir lo que necesita, el problema es que Andrés es un niño que trabaja en el mercado de un pueblo.

Nunca tuvo las oportunidades que tuvieron otros niños y cuando se comporta mal, su madre tambalea por una delgada línea entre el maltrato y el castigo.

Responde con insolencia los regaños de sus profesores, quienes quisieran ser inquisidores medievales para declararlo hereje, quemarlo en hoguera pública y así dar ejemplo a los demás.

Pero ahora Andrés comparte su tiempo con la actuación, no puede aprenderse libretos con facilidad, pero logra crear personajes verídicos, sinceros, reales, tangibles. No conoce a Stanislavsky, pero es capaz de llevar sus propias vivencias a escena. Es bailarín. No conoce ni tan siquiera que su cuerpo podría dibujar realidades alternas en compañía de la música, pero se molesta al punto de morir porque sus compañeros no responden con precisión a una coreografía asignada.

Andrés también es cinéfilo. Disfruta una buena película, tanto como una buena partida de “bocholo” su deporte nacional. Se sorprende al saber que esa ilusión se produjo por la magia de 24 fotografías en un segundo expuestas a la luz.

Para la mayoría de personas Andrés es un ser despreciable, cuando se le ve con ojos de adulto o peor cuando se le ve con ojos de maestro. Pero a través del arte, Andrés es un artista integral. Él no lo sabe, lo peor es eso y lo triste es que tal vez nunca lo sepa.

¿Qué es lo más relevante que debe aprender un niño como Andrés? Para algunos, quizás los más pedagogos, lo mejor será curarle la insolencia, con el fino arte de la vigilancia constante, mutiladora y castradora de la creatividad. Vivir en sociedad es aceptar lo establecido, hacer lo establecido, hablar lo establecido, y un buen pedagogo enseña eso, lo establecido. Pero existe un pequeño grupo de personas que no se dejaron implantar el programa social, sino que implantaron nuevas formas y cambiaron los anteriores. Sus primeros formadores también los llamaron insolentes, pero con el tiempo les cambiaron ese adjetivo por el de artistas.

Educar es una opinión que se mide con la vara de lo establecido socialmente. Si se enseñan las conductas aceptadas se es bueno. Pero cuando se educa en artes desde el arte, es inevitable la manía de la auto regulación, de la opinión personal, de lo subjetivo, de la relación horizontal entre maestro y estudiante; la percepción del resto es de un maestro débil, pasivo y sin carácter.

¿Cómo educar entonces a través del arte? Creo que ese es el problema, porque el arte no se enseña, se experimenta, se vive, se sufre, se goza, se saca del alma, de las entrañas. Además el arte reta, cuestiona y replantea, estos son los principales enemigos de la educación “formal.”

¿Qué sería de la vida de Andrés sin el arte? ¿Cómo lo vería la gente entonces? Y la pregunta del millón ¿Cómo verá su propia vida Andrés a través del arte?

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