Retratos de ciudad

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Occidente

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Un recuerdo. Es la luciérnaga y mis padres encienden el radio. Una pequeña estufa de queroseno alumbra la sala y nuestros cuerpos hacen sombras móviles que se proyectan en el sofá blanco. Yo tengo la cabeza sobre el regazo de mamá que enrula mi pelo con su dedo índice en un bucle infinito. Un ruido nos saca del letargo y nos levantamos a la ventana. Está completamente oscuro, no hay luz de luna, y sólo se alcanza a ver el perfil del algunos de los postes de la avenida. Vemos unas sombras tratando de salir, como marionetas, de los carros que se adivinan arrumados hacia el separador. Se escuchan sus gritos cuando otro carro, ciego, los arrolla. Y otro carro detrás y otro detrás. No se oye el chillido de las llantas frenando en el pavimento, sólo el ruido del metal arrugándose. Después ni las voces ni los gritos. Cuando volteo, todas las ventanas están iluminadas por lámparas como la nuestra y se ven caras de gente que mira como mira la pantalla de un televisor.

A veces me imagino que soy un director de escenografía y busco locaciones para grabar películas clásicas. ¿Dónde grabaría Blow Up o Cruising en Bogotá? A Crash, la de Cronenberg, la grabaría allí en la Avenida de las Américas o acá en la Avenida El Dorado en uno de esos conjuntos, todos iguales, de ladrillo y hormigón. Llovería y no habría sino la luz de los aviones intentando atravesar una capa de nubes grises que los sobrepasa. No habría música, sino el gemido de los carros al estrellarse.

Ballard, quien escribió Crash antes de Cronenberg, creó una distopía que, sin querer, parece describir a Bogotá o el occidente de ella. Ese lugar de la ciudad que es y no es. Que todos conocen y todos pasan de largo y donde algunos vemos pasar la ciudad que es.

PS. Vea la foto de esta semana en alta resolución aquí.

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